Juan Ayuso adelanta el futuro

No es fácil vestir a un genio. Crecen tanto y tan rápido que todo se les queda pequeño. Tadej Pogacar es un buen ejemplo. Con 21 años su tamaño era tal que acabaron poniéndole la túnica sagrada de este deporte, el maillot amarillo del Tour. Y ni así deja de pedir más talla. Con 22 años ganó el domingo la Lieja-Bastogne-Lieja. El joven esloveno pertenece a la camada del '98', la de Hirschi, McNulty y Almeida. La del '97', la de Bernal, parece ya caduca. Y vienen oleadas aún más prematuras, como la de Pidcock, que nació en 1999, y la de Evenepoel, que es de 2000. A esa lista de chicos que rompen moldes se suman dos ciclistas españoles, el andaluz Carlos Rodríguez (2001) y, sobre todo, el alicantino Juan Ayuso (2002), un crío de 18 años que amenaza con hacer viejos a todos los demás.

Tiene un contrato de cinco temporadas con el equipo UAE, el de Pogacar, pero no debutará hasta agosto de este año. Mientras, cedido en el Colpack sub'23 italiano, colecciona victorias de prestigio como el Trofeo Piva, el Giro del Belvedere y el Giro di Romagna. Y ya se ha codeado con los profesionales en pruebas como el Trofeo Larciano y la Settimana Coppi e Bartali.

En el debut pagó la novatada. Tiene tanta fuerza que nunca ha necesitado ir bien colocado en las carreras juveniles. Con potencia de sobra, se movía en el pelotón a su antojo. Pero con los profesionales notó el latigazo de la velocidad por ir mal ubicado. Lección aprendida. En la Coppi-Bartali, ante rivales como Vingegaard o Iván Sosa, deslumbró. Fue quinto y sexto en dos etapas.

Y algo más, como contó en el canal de 'Ciclismo a fondo': «Salí muy motivado en la segunda etapa. A quince kilómetros del final me metí en el corte bueno. Arranqué y me siguió Vansevenant (una de las revelaciones del año). A mí me pillaron a kilómetro y medio, y a Vansevenant, en la meta. No gané, pero me vi con los mejores». Con 18 años. Sin complejos. Pura ambición y coraje.

El UAE tiene otra perla. Como con Pogacar, Josean Fernández, 'Matxin', vuelve a acertar. Ayuso nació en Barcelona, donde trabajaban sus padres. Hasta los cinco años vivió en Atlanta, luego en Madrid y, por fin, en Xàbia, donde tiene «todos los recuerdos de la infancia». Recientes. Jugó al fútbol y lo compaginó con la bicicleta. De su afición ciclista tuvo la culpa un amigo, Mateo, inscrito en el club del pueblo. Creció viendo ganar el Tour a Contador, su «ídolo». Y creció mucho. Campeón de España cadete, juvenil...

Tentado por Movistar y UAE

Como los trajes, las categorías se le quedaban pequeñas. El Movistar y el UAE le tentaron al inicio de la pasada campaña. Ayuso acudió a las concentraciones de ambos equipos. En una conoció a Valverde; en la otra, a Pogacar. Se entrenó con ellos. Soñaba. Matxin le ofreció dar el salto de juvenil a profesional. Talla XL. Ayuso aceptó. Debutará en agosto con el UAE. El técnico de Basauri llevaba tiempo detrás de él.

Muchos le seguían después del Mundial de Yorkshire 2019. Era su primer año como juvenil. «Esa carrera me hizo ciclista», confesó en 'El Corte bueno' a preguntas del exprofesional Luis Pasamontes. Aquel día llovía y eso incrementaba el frío. A Ayuso le sentó mal un tubo de gel. Lo vomitó a 70 kilómetros de la meta. No quiso comer nada más. «Fue un error. A ocho kilómetros del final iba en el grupo de delante pero con la mirada perdida, sin fuerzas. Pisé con la rueda un pivote de señalización de tráfico, se me fueron las manos del manillar y me caí. Aun así, llegué a la meta». Como sonámbulo. No veía nada, pero todos le miraban. Era el chaval que había estado en la mayoría de los cortes. ¿Quién es ese tal Ayuso?, preguntaban los directores de equipo. El futuro.