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moisés rodríguez
Jueves, 6 de febrero 2020, 17:17
Klanec, en esloveno, significa pendiente. «No es de extrañar que me gusten tanto», bromea Tadej Pogacar, natural de esta pequeña aldea, una de las 14 que componen el término municipal de Komenda. A sus 21 años, su podio en la pasada Vuelta a España le confirmó como una de las grandes estrellas en ciernes del ciclismo. Logró, además, tres victorias en otras tantas etapas de montaña. En cuanto la carretera pica hacia arriba, él se siente como en casa. Sucedió una vez más ayer, en el corto pero explosivo ascenso a la Bola de Cullera. Allí estaba la meta de la segunda jornada de la Volta a la Comunitat Gran Premi Banc de Sabadell.
Alejandro Valverde hizo lo que tantas veces le ha dado la victoria. El Movistar le llevó hasta los últimos 400 metros, donde el murciano casi nunca perdona. Sacó una vez más el hacha de guerra, dispuesto a ejecutar a sus rivales. No contaba con el explosivo Pogacar, insolente, dispuesto a proclamar que ha llegado su momento en el ciclismo. Mientras el esloveno celebraba su victoria y el español se resignaba, se coló Jack Haig, segundo en la etapa.
Intercalado entre dos generaciones, la de un ciclista genial e incombustible de casi 40 años y la de un chico dispuesto a ganarlo todo. Dos formas de correr en la bicicleta y de vivir. Pogacar pertenece a la era de las redes sociales. Tiene sus cuentas abiertas de par en par y cuelga en Strava sus actividades, tanto entrenamientos como competiciones.
Curiosamente, no tiene el mejor tiempo en los dos segmentos creados en la Bola: uno lo encabeza Haig y otro Jan Polanc, compañero de equipo suyo en el UAE Emirates. El esloveno ha compartido en Strava su rendimiento en las dos las etapas de esta Volta, donde tampoco esconde sus intenciones. Si es osado en las redes, aún más sobre la bicicleta. «Este no era el plan, pero ahora vamos a trabajar para ganar la general», reconoció ayer tras su triunfo.
Hoy puede tomarse un respiro en una etapa para esprinters. O para valientes como Serrano, que lanzó el último ataque, pero la Bola se le hizo eterna. O para aventureros como Cuadros, Cavagna, Sáez, Van Endem o De Marchi, protagonistas de la larga y estéril fuga camino de Cullera. La batalla final se librará mañana en Bernia. Y ahí, cuando la carretera pique hacia arriba, Pogacar volverá a sentirse como en Klanec.
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