MOISÉS RODRÍGUEZ
Lunes, 10 de febrero 2020, 00:23
valencia. A Urska Zigart le tocó currar en los alrededores de Valencia. Formó parte del tren del UCI BTC City Ljubljana que llevó en volandas a Marta Bastianelli para que la italiana arrasase en la volata que decidió la Vuelta CV Féminas. La eslovena pasó inadvertida. No persigue la fama. De hecho, tiene cerrada su cuenta de Instagram. Está centrada en su carrera deportiva: «Somos profesionales y aún quedan muchos pasos que dar para tener el reconocimiento que merecemos». Esto lo dijo en una entrevista a un medio de su país en el que se le preguntó por su novio, cuando sutilmente le cuestionaron si le gusta el nombre de Urska Pogacar. «¡No! Todavía no. Quiero que se me conozca por mi carrera como ciclista», respondió la joven, comprometida con una de las estrellas más incipientes y fulgurantes de la nueva hornada. Un deportista mayúsculo que ha dado un recital en esta Volta a la Comunitat Gran Premi Banc de Sabadell.
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Como a Urska, Pogacar ha dado una proyección mundial a la carrera dirigida por Ángel Casero. «Decir que es el futuro es mentir, es ya el presente. Tiene un futuro brillante y cuando hablas con él, a pesar de su edad tan temprana, mentalmente va muy por delante del resto. Es un hombre muy concentrado, muy preparado», argumentó el exciclista valenciano cuando se le preguntó por el ciclista de 21 años.
Ella haciendo labor de equipo y él dando un recital, la pareja eslovena completó en Valencia un trabajo sobresaliente. Tadej y Urska representan a la nueva hornada de ciclistas. Los hombres diseñados para ganar cada vez despuntan antes y las mujeres están exigiendo su sitio en el deporte a golpe de pedal.
Y ambos sin reservarse. Asumiendo el rol que exige cada etapa. Como el propio Tadej Pogacar, al que se vio en los últimos kilómetros tirando del gran grupo, formando parte de la maquinaria del UAE Emirates que preparó la llegada a Alexander Kristoff. El noruego se quedó con las ganas y volvió a ser el espectador de lujo en una nueva batalla de holandeses. Jakobsen y Groenewegen han sido los velocistas de esta Volta.
Sin duda. Todo apuntaba a que el ganador del año pasado en Valencia repetiría y sumaría la quinta victoria de su carrera en la Comunitat. Pero el expreso del Deceuninck condujo a Jakobsen por las calles de Valencia hasta que su esprínter arrancó en el momento justo en la calle Marqués de Sotelo. Al contrario que en Vila-real, Groenewegen, serio en el podio al recoger el maillot de la regularidad, no pudo remontar.
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Pese a ello, junto a Jakobsen es una de las estrellas de esta Volta. Pero el mayor fulgor de esa constelación desprende de Tadej Pogacar, un ciclista con clase, fuerza e insolente, que pese a tener sólo 21 años no renuncia a nada. Su victoria frente a Valverde -que arrancó demasiado pronto en la Bola- y, sobre todo, su recital en el ascenso a la sierra de Bernia, figuran ya como uno de los grandes momentos del inicio de temporada. El mundo de la bicicleta centrado las miradas en la Comunitat para seguir la evolución de un chaval que en poco más de un año como profesional colecciona ya diez victorias, tres de ellas en una gran ronda (la Vuelta a España), donde también se encaramó al podio.
Pogacar sabe de sobra que 2020 es el de su confirmación y, con su sonrisa juvenil, reconoce que este año va a tener que asumir grandes retos. Disputará las grandes clásicas antes de los verdaderos objetivos de la temporada: «Luego vendrá el Tour o los Juegos Olímpicos... y con eso creo que ya habremos completado un año suficientemente intenso».
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El chico no especula, como demostró en Bernia. Allí arrancó en cuanto se movió Wouter Poels. La Volta en particular y el ciclismo en general necesita corredores así. Que den espectáculo sin temer a que la valentía se les vuelva en contra. Sucede lo mismo con Egan Bernal o Remco Evenepoel: «No sé cuál es la razón por la que ahora hay tanta gente joven entre los mejores. Es positivo y veremos en el futuro hasta dónde podemos llegar».
Se fijó en su niñez en Armstrong, los Schleck o Contador, aunque niega que alguno fuera su favorito. No habla de ídolos y tampoco le impone nadie. Como ha demostrado en la Volta, sabe que tiene por delante una carrera apasionante. Igual que Urska, a Tadej no le dan miedo ni el trabajo ni ninguna pendiente.
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