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Ricardo Ten muestra durante su visita a LAS PROVINCIAS los dos oros mundiales y las tres medallas paralímpicas logradas este verano. IVÁN ARLANDIS
Ricardo Ten, el coleccionista de medallas que ahora apunta al esquí

Ricardo Ten, el coleccionista de medallas que ahora apunta al esquí

«Me gustaría mucho competir en unos Juegos de Invierno, pero si debe suceder ya surgirá», indica el valenciano tras sus cinco podios de este verano

Domingo, 6 de octubre 2024, 01:36

Ricardo Ten no deja de sorprender, ni en la alta competición a sus 49 años ni en la vida cotidiana. Hay tareas que, quien no le conozca, debe creer que un amputado de los dos brazos y una pierna no puede hacer por sí solo. Pero cuando aún en la infancia salió del hospital tras el accidente, él ya sustituyó el 'no puedo' por el 'voy a intentarlo': «Y a base de intentarlo, se consigue». Con suma agilidad extrae de una bolsa de tela el botín que ha logrado este verano a lomos de la bicicleta: tres medallas paralímpicas (una de cada metal) y los dos oros con sus respectivos maillots arcoiris cosechados en el Mundial de Zurich.

Los extiende en una mesa de cristal para la sesión de fotos durante su visita a LAS PROVINCIAS. Cuando se le pide que se cuelgue alguna, lo rechaza amablemente: «Cuando las gano me las pongo y las llevo si es necesario durante horas, pero una vez me las quito, ya no las luzco en el cuello nunca más. Es una manía que tengo». Y las manías, ya saben, no las curan los médicos. Lo que tampoco le quita nadie es las ganas de competir: «Yo me encuentro bien. Sé que con mi edad tengo que ser cauto, pero mientras me sienta competitivo...».

Repite esta frase cada vez que le preguntan por Los Ángeles 2028. No mira más allá de acudir a las marchas cicloturistas que le han invitado en este otoño y seguir saliendo en bicicleta con los amigos: «Es otro ritmo». Pero también tiene retos, igual que cuando salió de la piscina para pasarse al ciclismo. Quién sabe si este invierno guarda una nueva vuelta de tuerca en la carrera de un deportista superlativo: «Me gustaría volver a ponerme los esquís y tener de nuevo esa sensación». La de velocidad surcando la nieve, de cuando compitió en esquí alpino. «A nivel competitivo lo veo complicado porque requiere mucha dedicación, y más entrenando a otro deporte. Me gustaría probar el esquí de fondo, que con mi condición física pienso que se me daría bien», señala Ricardo Ten, que esboza una sonrisa y responde con un 'no' cuando se le pregunta si lo tiene en agenda: «A lo mejor participar en unos Juegos Paralímpicos de invierno es algo que me apetecería mucho y si debe suceder, ya surgirá».

¿Que tiemble el seleccionador de ciclismo, Félix García Casas? Ahí sí que ríe con ganas. No. Además, está más que feliz tras la competición de Zurich. «Al final la UCI está realizando una gran labor con eso de que compitamos todos juntos, hombres y mujeres, los juniors, los deportistas adaptados. Nos da visibilidad, y a mí ya como aficionado me genera un gran incentivo compartir hotel con los Enric Mas, Juan Ayuso, ver de cerca a Tadej Pogacar... Yo soy un consumidor de deporte empedernido. Disfruté igual su exhibición que de la medalla del compañero de la selección Sergio Garrote (también deportista adaptado)», señala el valenciano. Pero la realidad es que la estrella de la selección española es el: no en vano, con sus oros en la contrarreloj y en la prueba en línea han contribuido en gran manera para quedar cuartos en el medallero del Mundial.

Estas 2 preseas elevan a 27 las conseguidas, como ciclista, en este tipo de campeonatos. Ricardo Ten ha perdido ya la cuenta. «Algunas las tengo todavía sin colgar... ahora a ver si encuentro tiempo para ordenar una habitación», comenta. Ha sido semanas después del éxito paralímpico: el oro en la crono más otros dos podios en pista, la plata en velocidad por equipos y el bronce en persecución individual. «Esa la quise disfrutar como si hubiera ganado, porque no sabes si esa va a ser la última. Nadie te garantiza que al día siguiente vayas a ganar una plata».

Casi más de los éxitos, Ricardo Ten está satisfecho de que Antonio y Amelia le viesen competir en París. Sus padres están mayores y por eso no viajaron a la capital francesa, pero es feliz de que pudieran seguirle por la televisión. «Una de las cosas que me pesan es lo que hacemos padecer a los que nos quieren. Mi madre me veía por primera vez en directo. Siempre me dice que no corra», recalca el valenciano, que compite en la categoría C-1: «No somos conscientes de los riesgos que asumimos cada vez que nos subimos a la bicicleta». Porque el verano ha sido exitoso, pero también ha tenido instantes amargos, sobre todo uno. Como el de la muerte de la jovencísima ciclista de 18 años Muriel Furrier tras el accidente que sufrió en el Mundial. «Nos dejó a todos helados cuando al día siguiente nos informaron del fallecimiento».

«Eso demuestra una vez más la complejidad de este deporte», indica. Y por eso se resiste tanto a hablar de futuro, a pesar de puntualizar que sigue con ganas y que no encuentra ninguna razón para pensar en la retirada: «Me sigue gustando esa sensación de que el ácido láctico se te meta en las piernas y te ardan. Que el cerebro te diga que pares y dar pedales todavía más fuerte. De momento todas las sensaciones y los datos siguen siendo al alza. No de forma tan espectacular como cuando me pasé de la natación al ciclismo, pero continúo mejorando cada temporada».

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En ello tiene mucho que ver ese gen competitivo que le caracteriza desde la niñez. Y una resiliencia sobrehumana. Le encantan las motos porque se pasó años acompañando a su hermano Antonio, que competía en circuitos de toda España. «Quizás me guste tanto la bicicleta porque es lo más parecido a la moto que he podido experimentar tras el accidente», apunta. Subraya que su discapacidad es «severa», pero realiza una lectura positiva al considerar que le abre puertas: «No nos engañemos, hay mucha menos gente con la que competir». Eso lo ha ido constatando durante más de tres décadas en el deporte adaptado.

Ricardo Ten participaba en cualquier modalidad. «Si mis amigos jugaban a fútbol, yo jugaba, o íbamos a los recreativos y hacíamos partidos de ping pong», señala. Hasta que un día alguien le habló de las competiciones adaptadas. Cayó en la piscina casi por inercia. «Alguien me dio una noticia en el periódico, de una chica que iba a unos campeonatos nacionales», recuerda. Cuando se le pregunta si 2024 ha sido su mejor año como deportista de élite, duda. «Es que en Sidney conseguí dos oros paralímpicos, que eso es una auténtica pasada, no sé con cuál quedarme».

Quizás tocase el cielo con la victoria en la contrarreloj de París: «El último oro en unos Juegos lo había conseguido en Pekín 2008. Mira si son años en los que sigues peleando cada día en los entrenamientos y en las competiciones, pero por mucho que te prepares nadie te garantiza que lo vayas a conseguir». Eso lo aprendió en Tokio 2020, de donde 'sólo' volvió con el bronce de la persecución por equipos. Pese a la colección de éxitos, Ricardo Ten tiene claro que se queda con un instante de aquellos Juegos.

«Con la medalla de chocolate de persecución», señala el valenciano: «Porque eso te recuerda que por mucho que te prepares, que estés todo el ciclo haciendo resultados, que llegues en un gran estado de forma... hay factores que tú no controlas. Puede suceder algo, o que un rival esté mejor, o que como me ocurrió a mí que la semana de antes te bajen a otro ciclista de categoría». Por eso quiere exprimir cada momento de una carrera deportiva por la que se siente sumamente agradecido: «Yo tuve la fortuna de que FESA (la federación valenciana de deportes adaptados) me ayudó y me dieron trabajo que me permitió entrenar». Ahora ya se dedica sólo al deporte. Se lo ha ganado a base de esculpir su nombre, ni se sabe ya en cuántas medallas.

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