Ricardo Ten, un eterno desafío contra el tiempo

Ni siquiera él, la verdad. «Bueno, las circunstancias dirán, va a ser el cuerpo el que marque el camino», responde Ricardo Ten cuando se le pregunta por Los Ángeles en 2028. De momento está en Sierra Nevada, donde trabaja de forma incansable. Disfrutando porque él admite que el deporte le fascina: «Yo quiero seguir siempre vinculado. Tengo mi experiencia, puedo ayudar a la gente que está empezando y luego deseo seguir haciéndolo».

Tiempo al tiempo. Porque ahora lo que quiere es quitarse la espina de Tokio. «Conseguimos el bronce por equipos, pero me vine sin la medalla individual», recuerda. Y eso es algo que a Ricardo Ten, un caníbal competitivo, le lleva martilleando cerca ya de tres años. Suerte que ha sido el ciclo paralímpico más corto de la historia. Ha dedicado todo ese tiempo a crecer como ciclista, a competir y a cavilar dónde se halla el camino más corto hacia ese ansiado podio.

Y la conclusión es que está en otro pulso contra el tiempo. «Esta vez nos hemos centrado en la contrarreloj, creemos que es donde más opciones tenemos de conseguir la medalla», apunta Ricardo Ten. «Por mis características, pero también en principio por los rivales... aunque hemos estado todo el ciclo sin enfrentarnos a los rusos por la guerra. Ahora vendrán (como neutrales) y son una incógnita», explica.

Pero que nadie se crea que va a tirar las tres pruebas en el velódromo, previas a esa crono ya entrada en septiembre. «Por supuesto vamos a ir a pelear también nuestras opciones», avisa. «Sabemos que los Juegos Paralímpicos siempre son competiciones diferentes y va a haber sorpresas», aventura.

Viene de unos años de cosechar éxitos a nivel internacional. Y de progresar, de conocerse más y mejor. Hasta llegar a esa conclusión de que por sus características había que apostar en la contrarreloj. «Creo que es donde más he mejorado», indica. ¿Y eso cómo se hace? «Pues sobre todo entrenando en ruta, y luego también en la aerodinámica. El tema es que se ha evolucionado mucho y hoy día las bicicletas son muy específicas», explica.

Precisamente en este punto se ha tenido que realizar un trabajo enorme. Porque hay que recordar que Ricardo Ten tiene amputados los dos brazos y una pierna desde la niñez, fruto de aquel conocidísimo accidente eléctrico mientras jugaba. «Hemos tenido que hacer un gran esfuerzo para no perder aerodinámica a la hora de adaptar la bicicleta», comenta: «Por ejemplo, en los frenos, que hoy en día ya son todos de disco. Hemos tenido que echar mano de ingenio para que la bicicleta no perdiera su esencia».

Cuando lo explica, cualquiera puede hacerse a la idea de lo que se ha tenido que pensar para plasmar un sistema que permitiera al deportista seguir acoplado al vehículo de dos ruedas. «Llevo una adaptación en el brazo izquierdo, que es una palanca que presiono y lo que hace es accionar a un cable que tira de las maneras», señala Ricardo Ten.

A nivel mecánico está todo preparado. El deportista también, aunque sigue con esa puesta a punto en Sierra Nevada. Está listo para tomarse la revancha de lo que sucedió en Tokio, porque Ricardo Ten es voraz. Él se salió de la piscina y se subió a la bicicleta para seguir ganando. Y va a París con ese objetivo.

El futuro ya se verá. De momento, tiene claro que no acaba la temporada porque después de los Juegos afrontará el Mundial. «Supongo que tendré un gran vacío», admite cuando se le pregunta qué sentirá el día que deba retirarse. Un consejo, no descarten que Ricardo Ten siga dando pedaladas en Los Ángeles 2028.