Una Volta por Bernardo Ruiz

La edición 76 de la competición es la más especial y eso es mucho decir para un evento que fue el escenario de la eclosión de un tal Tadej Pogacar allá por 2020, semanas antes de que el Covid-19 paralizase el mundo. La Volta sobrevivió a la pandemia y en 2021 recibió a los ciclistas con la ilusión de coronar a Enric Mas y que eso supusiera un antes y un después en su carrera, como ocurrió con el genio esloveno.

El balear desató la locura en el Alto de la Reina en la víspera de la gran decepción. Una crono de 14 kilómetros, entre Xilxes y la playa de Almenara arruinaron sus opciones. Mas sufrió un pinchazo en el último tramo de la etapa y llegó a la meta ya sabedor que había perdido la Volta. Antes del percance el liderato ya estaba en un suspiro. Hubo quien dijo que habría perdido el maillot amarillo incluso sin el percance.

El caso es que la casaca dorada pasó a ceñirla Stefan Kung, el suizo que venía de tapado, como campeón de Europa contra el crono y que hizo valer ese triunfo para hacerse hueco en el palmarés de la Volta. Esa fue la última contrarreloj hasta la fecha en la ronda a la Comunitat. Ángel Casero siempre sonríe antes de someterse a los medios en Valencia a modo de epílogo de cada edición de la carrera. Sabe que la pregunta le cae: «¿El año que viene habrá crono?». Suele responder con alguna evasiva. En 2024 no lo hizo: dijo que sí.

Tenía claro que la crono volvía en 2025. «Los equipos la demandan», ha declarados estos días. Casi de todos es sabido que la provincia de Alicante se ha convertido en un paraíso para las escuadras de World Tour. Su meteorología benévola y el terreno para entrenar casi todas las situaciones que se presentan en la temporada –salvo las encerronas de barro y adoquines de las grandes clásicas, claro– son unos ingredientes que el turismo de la zona ha explotado a la perfección con el ciclismo profesional.

En esa estrategia, disponer de una contrarreloj en las primeras semanas de la temporada es sin duda un importante valor añadido. «De momento empezamos con una por equipos, pero ya tengo un recorrido de una individual. Si todo va bien, para 2026 o 2027», declaró Casero días atrás a este periódico. Cuando se ha justificado la ausencia de esta disciplina siempre se ha alegado, no sin falta de razón, a los motivos de seguridad y logística. Hay un dato objetivo: se requieren más horas de corte de carreteras con una crono que con el paso de un pelotón. Ese tiempo se multiplica, así como la necesidad de efectivos, si la prueba es individual.

Orihuela y sus pedanías lo han asumido. Es una crono larga, soebre todo a estas alturas de la temporada, de 34,5 kilómetros. Cierto que por equipos, pero encierra una trampa para los aspirantes a una general que en los últimos años se ha resuelto por segundos y con cambio de líder en la última jornada. Esta edición, esa entrada a Valencia cambia: será por el sur, en el último homenaje de la Volta a los afectados por la dana.

Pero eso será el domingo. Hoy toca honrar a Bernardo Ruiz. La afición española quiere un referente con el que ilusionarse en las grandes vueltas. Juan Ayuso y Carlos Rodríguez son las grandes esperanzas actuales. Mientras el valenciano ya ha esquivado la Volta en dos ocasiones, esta es la segunda participación del andaluz. Esta vez parte como uno de los favoritos, junto al ya veterano Pello Bilbao.

Carlos Rodríguez se integrará hoy en la locomotora del Ineos para tratar de arañar unos segundos y, por qué no, hacerse con el maillot amarillo –él u alguno de sus compañeros– para no soltarlo hasta Valencia. El colombiano Buitrago y el ruso Aleksandr Vlasov, ya ganador de la Volta, son otros candidatos. Si hubiera opciones para llegar al esprint en alguna de las etapas, el pelotón cuenta con dos de los grandes velocistas del momento: Jonathan Milan y Kaden Groves.