A. M.
VALENCIA.
Miércoles, 8 de junio 2022
Gennaro Gattuso es una persona y un entrenador especial. El italiano tomará el relevo de Bordalás. El técnico de Calabria se reunió la semana pasada con Peter Lim para preparar el nuevo proyecto deportivo. En una entrevista al Corriere della Sera, el exfutbolista del Milan repasa su pasado y habla sobre sus aspiraciones.
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Mensaje a los futbolistas
«Les digo que me gusta la palabra nosotros y no la palabra yo. El futbolista moderno es muy diferente al de mi generación. Son más racionales, viven en un contexto comunicativo diferente. Hoy un entrenador debe entrar en el alma de los jugadores, no solo en sus cabezas».
Salud para seguir en activo
«Nunca he escondido nada. Tengo una enfermedad autoinmune llamada miastenia ocular . Lo sufro desde hace tiempo pero está absolutamente bajo control y no supone ninguna limitación para mi trabajo. No tengo obstáculos, tanto que siempre he entrenado. También en Nápoles, donde entrené a grandes jugadores en un gran club».
Acusaciones de racismo
«Sólo quiero hacer el trabajo que me gusta, con tranquilidad. Y ser juzgado sólo por eso. Por lo que soy, de verdad. Soy muy diferente de cómo me han descrito desde hace 12 meses. Se toman declaraciones de diferentes años, se aíslan del contexto y se arman procesos con el objetivo de deslegitimar a una persona, a una vida. Si me llaman racista, debe haber una razón. No voy a la caza de consentimientos fáciles, no juego bien cuando se me ordena. Soy el que trabaja y el que agradece a la vida lo que le ha dado. Cuando escucho que soy racista, siento que me estoy volviendo loco. Ninguna persona puede ser juzgada por el color de su piel. El racismo siempre debe ser combatido. Entrené a decenas de jugadores que tenían una piel distinta a la mía, tres de ellos trabajan en mi restaurante. Para mí no importa el color de la piel, sí la persona, su honestidad».
Sus orígenes
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«Nací en un pueblo de pescadores, Corigliano Calabro. Mis padres eran carpinteros. Salí de casa a los doce años para jugar al fútbol. Fui a Perugia, solo. He sufrido mucho, pero en silencio. Yo era pequeño pero sabía que la elección era la correcta. Mi padre tenía un gran coraje y mucha fe en mí. Por eso siempre lo he amado tanto. Mi madre lloraba mucho y yo lo sentía. Me he puesto la camiseta de la selección más de 70 veces. Siempre que escuchaba el himno, incluso antes de la final en Berlín, pensaba en ella gritándome que me fuera a casa como cuando era un niño y jugaba en la playa durante diez horas».
Puso dinero de su bolsillo
«En el Milan puse cinco millones y medio netos. Una parte fue para pagar al personal que de lo contrario, con mi salida, se habría quedado sin nada y no era justo. En Pisa también lo hice. Pero estaba feliz. Habíamos logrado un inesperado y bonito ascenso a la Serie B y el club estaba en apuros».
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