Iván, Jaume, Omar y Alejandro justo antes de comenzar el viaje. Delante de ellos, la pila de provisiones adquiridas para el viaje. LP

Los cuatro valencianos que están recorriendo Europa en coche para ver la final de la Eurocopa

En este instante, Alejandro, Jaume, Omar e Iván se encuentran en algún punto de Francia o Alemania, probablemente conduciendo y con la determinación de llegar a Berlín para ver jugar a España

Sábado, 13 de julio 2024, 18:09

El germen de esta disparatada idea brota de una mente enfervorecida por la victoria de España contra Francia. Después de los saltos de alegría y con la chispa de la cerveza en el cuerpo, Jaume Ruiz recibe un mensaje por Wathsapp de su amigo ... de la facultad Iván Moltó. «¿Cogemos el coche y nos vamos a Berlín?». El joven se ríe y pronuncia el despropósito en voz alta. La mayoría de los presentes se lo toman a broma y continúan celebrando. Menuda locura, ¿no? ¿A cuánto está Berlín? Es demasiado. Sin embargo, dos de esas personas empiezan a rumiar el principio de un plan.

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«Oye, ¿y si nos vamos? ¿Cuándo vamos a poder hacer algo así si no es ahora que somos jóvenes?». Quien pronuncia esas palabras que podrían justificar cualquier cosa en el mundo es Alejandro Granell. Omar Ramos, el cuarto en discordia, asiente. Ipso facto, Alejandro saca su móvil y entra en Google Maps. Origen: Valencia. Destino: Berlín. Calcular la ruta. ¿La distancia? Nada del otro mundo. Solo 2.200 kilómetros. 22 horitas de coche. De ida, porque queda la vuelta.

Continúan hablando del tema. Es martes por la noche. Saldrían el viernes después del trabajo, el partido se disputaría el domingo y tendrían que pedir vacaciones el lunes y el martes, porque 2.200 kilómetros de vuelta no se recorren solos. Parece que ninguno va a tener problema en disponer de esos dos días libres. El único cabo por atar es Jaume, quien debe preguntar a su jefe. La noche en que España vence a Francia culmina con la determinación de los cuatro de que, si a Jaume se lo permite su jefe, se echarán a la carretera rumbo a Berlín.

Es asombroso el poder que ejerce el fútbol sobre las personas. Si las montañas se pudieran mover, el fútbol movería montañas. No existe afición que levante tanta pasión como para recorrer 4.400 kilómetros en coche. Nadie recorre tal distancia para acudir a la presentación de un libro, ver el estreno de una película o comer en un determinado restaurante. Ese fervor desaforado le pertenece al fútbol. Y, pensándolo bien, quizás también a la música. Pero sobre todo al fútbol.

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Jaume es un tipo que vive esa pasión hasta la médula. Y probablemente se la transmite tan bien a su jefe en la mañana del miércoles que este le concede el lunes y martes siguiente libres. Ahora sí que sí, ya no hay baches por delante. Se van a Berlín.

El miércoles y el jueves lo dedican a los preparativos. Lo cierto es que la ruta les viene que ni pintada, porque tienen amigos en puntos estratégicos de Europa que les ofrecerán cobijo. Ocasiones como esta demuestran la importancia de tener buenos amigos. Y si están desperdigados por el mundo, mejor que mejor. De esta forma, el viaje será bastante asequible. Calculan que, en total, cada uno de los cuatro gastará alrededor de 150 euros de gasolina. Al parecer, 600 euros de gasolina son suficientes para ir y volver de Berlín.

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Omar detalla a LAS PROVINCIAS el itinerario de viaje. La salida será el viernes 12 de julio a las 16 horas. La fotografía que encabeza este artículo se captura exactamente a esa hora. A partir de ahí, entre pitos y flautas tardarán unas 9 o 10 horas en llegar a Toulouse, donde, bien entrada la noche, su amiga Morgane les abrirá las puertas de su hogar para que puedan descansar. No tiene camas suficientes, pero está todo pensado. Los cuatro valencianos llevan un par de tiendas de campaña en el maletero. Acamparán en el jardín de Morgane.

Los cuatro valencianos con la bandera de España y un retrato de Morgane de bebé

Al día siguiente, desde bien temprano, se meterán entre pecho y espalda unas doce horas de trayecto y atravesarán Francia entera para llegar a Heidelberg, Alemania, donde el hermano de Omar se encuentra cursando un máster y puede acojerles en su habitación de estudiante. A medio camino, en cualquier estación de servicio o apeadero, encenderán el camping gas que llevan en el maletero y prepararán una de esas socorridas pastas de sobre que no están muy allá pero que al menos llenan el buche.

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No verán nada de Toulouse, ni tampoco de Heidelberg. Ni falta que hace. Ellos solo quieren ver a España

No verán nada de Toulouse, ni tampoco de Heidelberg. Ni falta que hace. Ellos solo quieren ver a España. Omar explica que viajan por dos motivos: el primero, evidentemente, es «la pasión por una selección [la española] que ha jugado mejor que ninguna otra esta Eurocopa». El segundo motivo es tan absurdo como convincente: «Por la anécdota. Por poder contarlo. Porque estamos en la edad perfecta para hacer estas tonterías».

A la mañana siguiente, después de haber llegado a Heidelberg, se ponen en marcha de nuevo. Lo que resta es pan comido. Siete horitas de nada. A esas alturas las recorrerán como un paseo relajado por la Malvarrosa. Les pedimos que manden un mensaje a la Selección Española, por si acaso algún jugador lee este artículo:

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Los cuatro valencianos descansando en algún punto del norte de Francia

Alejandro: «Muchísimo ánimo, chicos. Podéis con Inglaterra. Un abrazo especialmente fuerte a Fabián, mi jugador favorito de la Selección. Y por cierto, si alguien lee esto y puede conseguirnos entradas para ver el partido en el estadio, sería brutal».

Omar: «Vamos allá para que España se sienta en Alemania, amigos. Haced vuestro mayor esfuerzo, pero recordad que mientras nos déis un buen partido ya habrá valido la pena».

Jaume: «Toda esta locura de viaje, sin organización, sin entradas… Vamos con muchísima ilusión. Somos cuatro amigos y lo bonito va a ser la experiencia de ir hasta allá. Ganemos o perdamos, vamos a vivir una experiencia inolvidable. Desde hace mucho no había una ilusión tan verdadera y pura. Gracias por crear ese sentimiento en la afición».

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Ivan: «¿Cómo no lo vamos a hacer? Pase lo que pase vamos a estar allí. Queremos que los jugadores sientan que estamos con ellos. La última vez que llegamos a una final yo tenía 12 años, y lo recuerdo como uno de los días más felices de mi vida. Ojalá consigamos entradas. Ni a Manolo Lama cuando empezó como becario se le habría ocurrido hacer algo así».

Una vez hayan aparcado el coche en Berlín y después de estirar bien las piernas, verán el partido y se irán de fiesta. Gane o pierda la Selección Española, los cuatro valencianos habrán alcanzado su objetivo, así que es casi imposible que no se sientan satisfechos. Después solo quedará la vuelta. Otros 2.200 kilómetros en unas 30 horas. Carretera y manta.

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