Alineados frente al coronavirus

El partido contra el coronavirus sigue en marcha. LAS PROVINCIAS ha querido formar un once de trabajadores que se han enfrentado cuerpo a cuerpo con el enemigo silencioso. Al final, acuden 15 personas a la cita y otros se excusan por causa de fuerza mayor. Pero es que en este equipo no sobra nadie. Como Alejandro, médico de urgencias del hospital de la Ribera que pasó de atender enfermos a ser uno de ellos. «Ahora estoy muy bien», apunta tras curarse y reincorporarse a la lucha. Miembros de la UME (Unidad Militar de Emergencias), docentes, voluntarios y, claro está, sanitarios, completan una variopinta alineación en el campo de Nazaret y en torno a un balón de la Liga.

Ese esférico que ya rodó a modo de aperitivo anoche en Vallecas, hoy lo hará en Sevilla y mañana, en Mestalla. Allí estarán Pedro Ortiz y José Sanchis, voluntarios de la Cruz Roja. Vienen de someterse a las pruebas para poder acudir al derbi. Si el fútbol cautiva, la experiencia que han vivido desde el 10 de marzo les ha marcado para siempre. «El otro día subí dos cajas, muy pesadas a un cuarto sin ascensor. Cuando llamé a la puerta, abrió una mujer y se echó a llorar. Me asusté y le pregunté: '¿Le ocurre algo, está bien?'. Eran lágrimas de gratitud por la ayuda. Acabé llorando yo también», indica Pedro Ortiz: «Tengo 59 años y estoy en el paro. He aprovechado para colaborar diez horas diarias».

Pedro, como el resto de las personas que se dan cita sobre el césped, recela sobre la vuelta del fútbol: «Quizás habría dado por terminada la temporada y me habría esperado a septiembre». Frente a él, los miembros de la UME o la docente Alicia Sinisterra, que percibe el balompié como un bálsamo. Su hija de siete años, ajena a cualquier miedo pero no al aburrimiento, ilumina su rostro el rato que patea el balón junto a los militares.

«La docencia ha sido complicada, sobre todo para las personas más mayores que no son tan ágiles con las nuevas tecnologías», precisa Alicia Sinisterra, miembro del sindicato CSIF y que respecto al fútbol comenta: «Puede ser una forma de evasión tras un trance tan difícil. Respeto la decisión, pero puede ser un riesgo si permiten la asistencia de público». El policía local de Valencia Emilio Rodríguez apoya el regreso del balón «si se cumplen las normas sanitarias». Se muestra impactado por el trabajo que ha tenido que realizar durante el estado de alarma: «Sobre todo, por ver la ciudad tan vacía. Sabíamos que teníamos que seguir en primera línea y lo hemos afrontado con responsabilidad. La gente ha respetado y colaborado bastante».

Más entusiastas se son los cuatro miembros de la UME: el brigada Juan Muñoz, los cabos Jorge Balboa y Adrián Santos, y el soldado Juan Durillo. Entre ellos hay valencianistas, madridistas y barcelonistas. Les une el fútbol. También experiencias duras de las que deriva un discurso con denominador común: «Hemos vivido una situación trágica y nos ha ayudado la ciudadanía, a la que defendemos honradamente. Mientras lo haga con sentido común, estamos contentos de que vuelva la mejor liga del mundo».

A la enfermera Lourdes Serra, en cambio, que ruede el balón le parece imprudente, aunque admite que será una motivación para ciudadanos y jugadores. «El virus sigue ahí», apunta, al igual que Pilar Llavata, que añade: «Ha sido muy complicado conciliar la vida familiar y ese problema sigue existiendo ahora.

Amelia Oltra es también enfermera, dentro del equipo del SAMU que completan Abraham Pérez y el técnico de emergencias Fran Palmer. Es el más futbolero, pero los tres expresan su inquietud si se permite el público en los estadios demasiado pronto.

Juan José Segarra compagina su labor como capellán del hospital Clínico con la parroquia Santísima Cruz de Alaquàs. «Además de llevar consuelo, he hecho de enlace con personas que no podían ver a sus familiares», afirma el religioso, feliz de que vuelva el fútbol: «Es algo muy arraigado a nuestra cultura. Si se sigue un protocolo, la gente necesita recuperar la normalidad».

Más policías, bomberos, trabajadores de supermercados y otras tiendas, kioskeros... forman un equipazo. Hoy vuelve a rodar el balón, pero ellos siguen jugando un partido trascendental.