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«Espectacular! Hem lluitat fins a l'últim segon! Un equip: Atzeneta!». Así reaccionó el speaker taronja cuando Munuera Montero señaló el final del partido en El Clariano, despertando del sueño copero al conjunto valenciano. Los futbolistas se exprimieron frente a un rival cuatro categorías ... superior y la afición les correspondió demostrando que son de Primera. Sólo un doblete de Latasa en acciones puntuales evitó el sonrojo de un Getafe excesivamente práctico.
«¡Menuda castaña de equipo de Primera División!», exclamaba un aficionado mientras abandonaba la grada de El Clariano, la catedral futbolística de la Vall d'Albaida. Un campo con mucha historia en el fútbol valenciano que ayer escribió otro capítulo para el recuerdo. Porque Atzeneta entero peregrinó por un sueño en una Copa del Rey cuya filosofía en sí mismo es una controversia: si se quiere generar ilusión a los clubes modestos, quizás habría sido más bonito que el Buñol jugase en Buñol y el Atzeneta, en Atzeneta d'Albaida.
Atzeneta
1
-
2
Getafe
Pero en ese café para todos, para que los clubes de élite acepten a regañadientes las eliminatorias a partido único, se exige unos estándares que es imposible que cumplan los campos municipales de poblaciones pequeñas. Esto, sin embargo, no impide que sus aficiones sueñen. Ni que se desplacen unos kilómetros con ilusión. Ni que se la contagien a la localidad que les presta su coliseo. Y esa simbiosis ya le surtió efecto al Atzeneta contra el Zaragoza –«¡¿Dónde está el Zaragoza?!», se llegó a cantar en el descanso– y pudo dejar en la cuneta también al Getafe. Por idiosincrasia, todo hay que decirlo, era poco probable que los taronja sorprendieran a Bordalás. El extécnico del Valencia fue fiel a su filosofía de plasmar un fútbol práctico, físico y gastando las mínimas energías, a la espera de que la evidente diferencia entre un Tercera RFEF y un Primera dictase sentencia.
La eliminatoria fue de 45 minutos, porque la primera mitad se fue por el sumidero. El Atzeneta dominó y pisó área y el Getafe simplemente le puso intensidad. Esperaba a lo que encontró tras el descanso: el fallo local en un balón colgado por Damián Suárez, prolongado por Mata y rematado, libre de marca, por Latasa. ¿Se había acabado el sueño del Atzeneta?
Para nada porque apenas tres minutos después, Gorxa aprovechó un error grosero de Fuzato para desatar el delirio en Ontinyent. «¡Sí se puede, sí se puede!». El grito de guerra ya no cesó hasta el pitido final. La afición valenciana sólo enmudeció unos instantes con el segundo zarpazo de Latasa. Para entonces, Bordalás ya se había visto obligado a poner en liza a sus mejores hombres (Mayoral y Maksomovic), que tampoco aportaron tanto.
El Atzeneta, por contra, se vació. Berna Ballester puso sobre el césped todo el poder ofensivo que le quedaba. El Getafe hizo lo que se le da bien: consumir segundos en la guerra de guerrillas... ante un Tercera RFEF. Los valencianos encerraron durante muchos minutos a los azulones, bombardeándolos a centros en busca de una acción puntual que enviase el partido a la prórroga. Incluso subió Ferri a rematar un balón parado lateral. Pero el sueño se acabó, eso sí, con todos los honores para el Atzeneta.
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