![Cuatro valencianos en la crudeza de Guayaquil](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202004/08/media/cortadas/valencianos-RZAUKeL5iRztjg7AkmU3XHJ-1248x770@Las%20Provincias.jpeg)
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Hay que esperar el turno. Son siete horas de diferencia horaria con Guayaquil y mientras en el este penisular se sirve la comida, en Ecuador apenas están desperezándose. Además, el cuerpo técnico al completo prepara una sesión de 'zoom' con todos sus futbolistas, cada uno a sus cosas pero durante ese rato otra vez miembros de un grupo, aparcados los miedos y la incertidumbre de cuanto sucede por las calles de la ciudad. A Guayaquil el coronavirus le atizó con fuerza desde el principio, la mayoría de los casos del país registrados ahí donde el Club Sport de Emelec y el Barcelona disputan algo más que el clásico de una urbe. Y desde hace un año aproximadamente el gobierno del Emelec lo llevan los hermanos Rescalvo, Ismael y Juan, curtidos en el fútbol regional valenciano y que se lo pensaron bastante poco cuando les llegó la primera oportunidad de cruzar el charco en dirección Colombia. A esa aventura comunitaria se unieron posteriormente Agustín Segura y Carlos Beguer hasta conformar un póquer de amigos a los que el maldito virus les cogió viviendo un sueño en el fútbol sudamericano.
En Ecuador las cifras bailan y mienten, como en muchos otros lugares, alrededor de los contagiados y los fallecidos en estos tiempos de epidemia. Oficialmente no alcanzan los 5.000 positivos y sin embargo, se pueden ver imágenes durísimas por las deficiencias del sistema sanitario, que entró en colapso hace pocas semanas. «Los datos no son reales», da por hecho Ismael, primer entrenador del Emelec. Con información de primera mano, al técnico valenciano le aseguraron que los números oficiales de contagios y fallecidos había que multiplicarlos por cinco para tener una estimación real aproximada: «La semana pasada sacaban 130 cadáveres diarios de gente de Guayaquil, de sus domicilios». De casos cercanos y pese a que el virus no ha entrado en el vestuario del Emelec, Ismael recuerda dos de forma inmediata: el de uno de los utileros del equipo que se recuperó pronto y el de un trabajador de la seguridad de la ciudad deportiva a quien el coronavirus fulminó en tres días.
Reconocer el riesgo no impide que tanto Ismael como Agustín Segura, entrenador de porteros, admitan que están bien. Con salud. Privilegiados, vistas las circunstancias. Alejados de las zonas más pobres de la ciudad. «Vivimos en Samborondón, que es una especie de urbanización con acceso privado. Hay un alto riesgo de contagio, pero estamos alejados de los sitios más pobres», cuenta Agustín, que tan sólo dos días antes de que se decretara el toque de queda recibió la visita –para quedarse– de su mujer: «Tuvimos suerte y estamos pasando juntos el confinamiento».
Todo se paralizó el 14 de marzo, pocos minutos antes de que el Emelec viajara a Quito para jugar. Llamó Juan, gemelo de Ismael y asistente, para comunicar que se había suspendido la liga. Vuelta a casa. «Ya llevamos 24 días en casa confinados, y en principio aquí todavía esta semana y la que viene se supone que son las más duras en cuanto a contagios», destaca Ismael. «.Los jugadores locales tienen familias y te cuentan y sí que se ha exagerado un poco... se han visto algunos fallecidos, pero no vas por la calle y te encuentras un cadáver en el suelo como norma», reflexiona el entrenador.
Volver a España ni se les ha pasado por la cabeza. Primero, por pura logística: es imposible. Los vuelos nacionales e internacionales están cancelados. Segundo, porque su situación personal en Guayaquil no distaría demasiado de lo que sucede aquí aunque haya algunas diferencias. Por ejemplo, Ismael, su mujer y Juan están juntos en «una isla muy tranquila» en la que se permite un breve paseo por las mañanas. A partir de ahí, las medidas son mucho más estrictas: «Desde las dos de la tarde hasta las seis de la mañana hay toque de queda. No puedes salir a la calle, sólo se permite un día a la semana salir con el coche a comprar. Podemos salir a la calle de manera controlada, pero la gente no sale».
El cuarteto de técnicos valencianos (tres de Massamagrell, Carlos Beguer de Torrent) intenta ocupar la mente con el fútbol. En Emelec están obligados a pelear por títulos, un desafío que aceptaron después de pasar por su primer club en Ecuador: Independiente del Valle. Allí llegaron de Colombia, su experiencia iniciática en Suramérica. Alboraia, Torre Levante y de repente, el Envigado. A los gemelos les fue bien hasta dar el salto al Independiente de Medellín, «un grande del país». Y mientras esperan la oportunidad de volver al fútbol europeo, «¿por qué no?», quisieron tomarle el pulso al deporte en Ecuador. «Es increíble cómo se vive el fútbol, cómo vienen los hinchas al estadio y cuándo viajamos a otros campos», apunta Agustín Segura, quien intenta desde que se unió a sus dos amigos inculcar la filosofía del Viejo Continente a los porteros sudamericanos, siempre tan suyos.
Las dos piezas que completan el puzle son Carlos Beguer –el analista del Emelec– y un preparador físico colombiano, José Barrientos. «Estar con ellos es importantísimo porque además de estar implicados y muy preparados, pues al final estás con amigos en un proyecto muy estimulante», dice Ismael. Ahora el grupo rema más unido que nunca para sobrellevar la crisis a casi 10.000 kilómetros de casa.
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