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Édgar Sanz es el druida de un equipo de fútbol modesto, de esos integrados por futbolistas que al día siguiente del partido deben madrugar para ganarse las lentejas. Y precisamente gracias a la alimentación, este joven de 25 años cumple este miércoles un sueño gracias a la eliminatoria de Copa entre el Buñol, y la Real Sociedad: «El de tener cerca a los futbolistas de Primera. Es lo que desea cualquier niño cuando empieza a jugar».
Porque Édgar ama el fútbol desde la infancia. Se formó en el Torre Levante y después militó en varios equipos. Hasta que un verano lo echaron por sobrepeso: «No tenía buenos hábitos a la hora de alimentarme y me rechazaron». Esos kilos de más, lejos de ser un lastre se destaparon como un impulso para sacar a la luz su verdadera pasión: la nutrición deportiva. Porque él, que en ese momento debía elegir su camino profesional, se hallaba ante otro dilema: deseaba ser fisioterapeuta pero no le llegaba la nota.
«Fue mi tutora la que me lo recomendó. Investigué, aquello me enganchó... hasta tal punto que luego pude cambiarme pero ya no quise», cuenta Édgar Sanz, que ahora, a sus 25 años, lleva más de 3 como nutricionista del CD Buñol. «Tuve la suerte de hallar la confianza de Jordi del Campo, que lo había tenido como entrenador en Picanya. He tenido fortuna porque todos los cuerpos técnicos que han pasado por el club desde entonces han respaldado mi trabajo», señala. Mantiene la misma sensación con respecto a Luis Navarro, el actual entrenador.
Los futbolistas del Buñol, seguro que con algo de sorna, consideran a Édgar una especie de druida: «Me dicen que soy el de las pócimas». Se lo ha ganado a pulso, pues les prepara una bebida isotónica para antes de los partidos y también un batido recuperador, cuyas fórmulas son 'secreto de estado'. Este se complementa, sobre todo si juegan en casa, con pizza: «Tenemos un local cerca de nuestro campo que emplea buenos ingredientes». Él también suele llevar unos sandwiches con una 'nocilla' saludable, cuyos ingredientes sí desvela: «Avellana, leche o bebida vegetal, cacao y dátiles». Para el descanso sí que echa mano de barritas, geles o incluso chuches: «Eso hay que entrenarlo en la pretemporada y elegir las marcas que les sienten bien a los deportistas, no te la puedes jugar en plena competición».
Édgar admite que la figura del nutricionista no está tan instaurada en el fútbol modesto como el fisio o el preparador físico. Sin embargo, sí que matiza que el futbolista amateur sí que tiende a cuidarse cada vez más y, por ello, busca información en internet y en concreto en especialistas que dan consejos a través de las redes sociales. «Los deportistas invierten en gimnasio, en preparadores, el deseo de comer saludable es cada vez más común... Por eso mi intención no fue entrar como elefante en cacharrería, sino ir ganando adeptos. No es fácil trabajar en un vestuario con más de 20 personas y que no viven de esto. Hay que darles una pauta y que los sepan cómo necesitan nutrirse el día de entrenamiento, el de partido y después», explica.
Por ejemplo, de cara al de la Real Sociedad, tranquilidad. «Es un partido de puro disfrute, estaba más nervioso el día de Ceuta, porque nos jugábamos el premio mayor», indica Édgar, para quien también es una alegría estar cerca de Imanol Alguacil, o futbolistas como Oyarzabal, Kubo o Le Normand. Quizás por haber sido defensa, si tuviera que elegir a qué futbolista de la Real pedir la camiseta, él se decantaría por la del hispano francés.
Este miércoles, el Buñol no va a modificar sus rutinas. «Cada uno comerá en su casa y quedaremos en nuestro campo para tomarnos el café. Desde ahí iremos en autobús a Requena», señala Édgar Sanz. Él sentirá el cosquilleo en el estómago del niño que va a cumplir un sueño. No lo hará dando patadas al balón sino cuidando con sus pócimas a los jugadores de un club modesto pero centenario.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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