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En el bloque de hormigón que anticipa la entrada al Nuevo Pepico Amat impacta el grafiti: es un balón teñido por el blanco y el negro, de un tono clásico inmejorable, y descosido finalmente por el golpe en la pared. El dibujo ilustra una evidencia. Prácticamente todo cuanto sucede dentro de ese recinto, la casa del Eldense, tiene que ver con la pieza indispensable del fútbol. Pero eso es ahora, cuando la herida cicatriza y los incondicionales del club azulgrana pueden celebrar los goles sin trampa ni cartón, liberados del recelo de qué estará ocurriendo verdaderamente sobre el césped y más allá, dentro, en el vestuario. Allí donde hace aproximadamente un año, a cualquier amante del fútbol, del deporte, se le hubieran revuelto las tripas perdido y derrotado ante las intrigas y mentiras de los amaños, las jugadas sucias y el dinero fácil.
El partido de la vergüenza levantó la liebre. Un escandaloso 12-0 que los chavales del Barça B le endosaron al Eldense, moribundo y con los dos pies en Tercera División. La imagen de Maiki Fernández -uno de los futbolistas detenidos- llorando a lágrima viva tras encajar la docena dieron la vuelta al mundo, pero en las entrañas del club ya no se tragaron el cuento. En ese tramo de partidos, investigados posteriormente, y que concluyeron con la visita al Barcelona habían ocurrido cosas muy extrañas: futbolistas que apenas corrían, conversaciones furtivas entre distintas plantillas, desconfianza y reproches entre compañeros, visitas de directivos enfadados a los vestuarios en pleno partido...
El Eldense estaba bajo sospecha. El 'boom' de las apuestas deportivas, en pleno apogeo, revolotea sobre el club alicantino y sus propietarios en el momento de los hechos, un grupo inversor italiano que capitaneaba Nobile Capuani. Capuani y su séquito toman las riendas del club pocas semanas antes de la ristra de encuentros sospechosos (Cornellà, Gavà o Atlético Baleares entre otros) y no tardarían demasiado en marcharse. En abril llegan las detenciones de Capuani, Filippo Vito di Pierro (ejercía como entrenador en la sombra), el técnico Fran Ruiz y los futbolistas Maiki Fernández y Nico Cháfer, quienes actualmente juegan en La Nucía y el Gandia, respectivamente. Después del vergonzante espectáculo ante el Barça B, Cheikh Saad, delantero del Eldense, decide dar un paso al frente y denunciar la situación. El movimiento del jugador mauritano dispara la atención mediática sobre el club azulgrana y a raíz de las detenciones, se habla de "una mafia que amaña partidos para beneficiarse de las apuestas". Una cantidad ingente de dinero 'tienta' a jugadores que cobran entre 1.000 y 2.000 euros al mes. Algunos ni alcanzan esas cifras. Un sistema podrido que sitúa bajo el foco la permisividad con las apuestas, especialmente las realizadas en torno a las categorías más modestas del fútbol español.
José Miguel Esquembre, abogado y portavoz de los italianos, defendió la honradez de Capuani. "Es inocente y no forma parte de la mafia calabresa", declaró tras las detenciones. Unos meses antes de que estallara el asunto en Elda, Capuani había salido de forma brusca del Jumilla murciano porque allí, según apuntaron más tarde miembros del club, "intentaba imponer las alineaciones" y fichó a varios jugadores italianos. "Tendríamos que haber investigado mucho más, pero el club necesitaba el dinero", lamenta ahora David Aguilar, actual secretario del Eldense y expresidente de la Junta Gestora, sobre la entrada en el club alicantino del grupo italiano. De aquellos meses, muy turbios, recuerdan en la actual directiva algunas firmas falsas, deudas por doquier y una línea de actuación que ciertamente no casaba con los casi 96 años de historia del Eldense.
La Junta Gestora rompió de forma unilateral el contrato del grupo inversor italiano con el club y Capuani, su representante, denunció a Aguilar y Alfonso Ortuño, anterior presidente. El Juez sobreseyó el caso. El siguiente paso de los directivos fue limpiar el vestuario. El Eldense terminó el curso jugando con juveniles y hoy no queda nadie de aquella plantilla. Borrón y cuenta nueva. Recientemente tomó las riendas de la entidad un grupo inversor y de sponsorización, de origen argentino, llamado Same. El abogado valenciano José María Roig es su hombre en la Comunitat y además ejerce como presidente del Eldense.
"De momento están demostrando ser muy serios. Con el cheque que nos dieron, de unos 400.000 euros, está cubierta toda la temporada. Ellos firmaron para cinco años pero a final de cada temporada pueden decidir si se quedan, o se van", explica Aguilar. Con uno de los presupuestos más potentes de la categoría, "el quinto o el sexto", el Eldense pelea por el regreso a Segunda B aunque ayer padeció un tropiezo al caer en casa de un rival directo por el ascenso, el Torre Levante, por 2-0.
Con los inversores muy pendientes de la reestructuración de la plantilla, la directiva incide en la importancia de volver a enganchar a la gente de Elda -más de 50.000 habitantes- al fútbol. "El año pasado no venía casi nadie al campo, por cómo jugábamos y por lo que pasó", reconocen. La fatiga viene ahora por borrar definitivamente la mancha de los amaños y confirmar la resurrección del club. "La gente está contenta. Después de todo lo que ha pasado, de que el Eldense estuviera a punto de desaparecer, ascender, sabiendo que es muy difícil, sería inaudito", argumenta Aguilar.
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