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Apenas una semana después de besar el trofeo de la Europa League como entrenador del Villarreal, Unai Emery enseñaba el lado más romántico del fútbol. Ese que no gira alrededor de títulos ni millones, sino de sentimientos y austeridad. El guipuzcoano, un referente internacional en los banquillos, en absoluto ha olvidado sus raíces. Nació en Hondarribia. A sólo seis kilómetros de distancia, se sitúa Irún, donde resiste un club histórico del fútbol español: el Real Unión. En este equipo militaron varios antepasados del prestigioso técnico, quien ahora ha encontrado la forma de honrar a su abuelo y su padre. Ha dado un paso adelante, dejando de ser un simple aficionado de la entidad para convertirse en el máximo accionista. Ha invertido con el objetivo de reflotarla.
Después de varios meses de reuniones, Unai Emery ha formalizado la adquisición del 20 por ciento del capital social del Real Unión. Su hermano, el periodista Igor, acompañado del abogado de la familia, Josu Reta, acudió a una notaría de Irún para rubricar la operación. El club, fundado en 1915, fue uno de los fundadores de la Liga y conquistó cuatro títulos de Copa. En dos de ellos, los de 1924 y 1927, Antonio Emery Arocena actuó de portero titular. Pajarito, como se le conocía, se erige en una leyenda de la entidad, en la que también militaron sus hermanos mayores Francisco y Román.
La saga continuó. Y dos hijos de Antonio defendieron los colores del Real Unión: Román y Juan. Este último es el padre de Unai Emery. El exentrenador del Valencia, Sevilla, PSG y Arsenal, entre otros, ha vuelto a sus orígenes familiares y controlará el club irundarra al adquirir el mayor paquete accionarial. El equipo, que la próxima campaña militará en Primera RFEF, ha atravesado una grave crisis económica. Su presidente, Ricardo García, se ha resistido a dejar la entidad en manos de inversores extranjeros. Estaba esperando una apuesta de corazón.
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