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Ladislao Kubala, hijo de la leyenda del Barcelona, controla el balón sobre el césped. El vástago de otro mito húngaro como Sandor Kocsis, apodado Cabeza de Oro, mira a portería y marca un gol. El exdelantero escocés Steve Archibald lleva la batuta durante el encuentro. Pases al pie. Nada de entradas ni cargas. No es el fútbol convencional. Aquí no se corre. Se camina. Una modalidad del balompié enfocada a personas mayores que dio sus primeros pasos en Inglaterra y que cuenta con una versión española bautizada como Wabol. Impulsado en Cataluña pero con aspiraciones de expandirse por el país, este moderno deporte cuenta en sus filas con el valenciano Paco March, quien a principios de los años 70 perteneció al club de Mestalla. Actualmente, reside en Castelldefels. «Se trata de pasarlo bien, hacer un poco de ejercicio y si encima ganas, de lujo», afirma. No hay contacto físico, los toques a la pelota están limitados y el esférico no puede levantarse por encima de los dos metros. Silvio Szegedi, ideólogo del proyecto, proclama la principal regla: «Está absolutamente prohibido enfadarse. Y está absolutamente prohibido no divertirse. Aquí vienes a divertirte».
Correr es una infracción. No está permitido. Suena el silbato. Falta. El Wabol, o fútbol caminando, arrancó oficialmente en España en 2020. Y lo hizo de una curiosa manera. Silvio Szegedi estaba hablando con Steve Archibald en un partido, ya que ambos siguen dando guerra en el equipo de veteranos del Barça. «De broma le dije: 'Tenemos que hacer fútbol para viejos como tú y yo'. Y de ahí surgió la idea. Miré en Internet y vi que en Inglaterra había lo que llaman walking football», recuerda el hijo de Nicolae Szegedi. Silvio y Archibald comenzaron a indagar y crearon un producto distinto.
El walking football ya había penetrado en España procedente del Reino Unido, fundamentalmente en la Costa del Sol. Pero Silvio y Archibald dieron un giro a la iniciativa. Una filosofía diferente: «Estuvimos un año haciendo pruebas. Consultamos a jugadores, entrenadores, árbitros, psicólogos… Buscamos la fórmula para que todo el mundo pudiera jugar a esto en igualdad de condiciones«. Así, para limitar la ventaja de aquellos que saben driblar, fijaron en dos el máximo de toques a la pelota: »Tenemos a disposición de la gente un juego al que puede jugar cualquiera. Tenemos gente que no ha pegado una patada a un balón en su vida y gente que ha sido profesional en Primera División». Los encuentros se disputan en campo de fútbol 7: «Pero jugamos ocho o nueve más el portero».
Silvio dejó el fútbol profesional a los 27 años después de competir en Australia, Asia y Sudamérica. Su padre, Nicolae Szegedi, fue uno de los integrantes de aquel Barcelona que firmó un año glorioso en 1952, ganándose el apelativo de 'El Equipo de las Cinco Copas'. Un conjunto en el que brillaba Kubala.
«Tengo 73 años y el Wabol me está dando una nueva vida descomunal», afirma Silvio, quien pasó por las categorías inferiores del Barcelona. En la entidad blaugrana triunfó Archibald, considerado como uno de los mejores jugadores escoceses de la historia. Ambos disfrutan ahora con la sociedad que han formado. Una iniciativa en la que creyó muy pronto Paco March.
«Hace un año y medio jugué mi primer partido. Me resultó chocante. Me pitaron 17 faltas por correr, que está prohibido. Me costó, pero luego vi que era el deporte que yo, por mi edad y mi condición física, puedo jugar. Me he hecho un fijo. Me he convertido en un adicto al Wabol porque es a lo que puedo jugar», relata March, de 67 años. El valenciano fue invitado a través de los veteranos del Barça que se estaban introduciendo en esta modalidad: «Al principio me resistía a ir porque me veía todavía un poco joven entre comillas. Pero fue el descubrimiento de mi vida».
En principio, está destinado a personas mayores de 50 años, aunque no se pone ningún tipo de barrera. Los encuentros constan de dos partes de 25 minutos. Y se calcula que, en cada partido, los jugadores dan más de 10.000 pasos, superando los seis kilómetros de distancia. El pasado mes de octubre, Silvio y Archibald confeccionaron un equipo de 17 futbolistas para participar en un torneo internacional organizado en Marruecos.
Paco March formó parte de la convocatoria. Dejó el fútbol de forma prematura, a los 18 años. «El último equipo en el que jugué fue el Alaquàs, estaba cedido por el Valencia. Estuve toda la vida cedido. Pero llega un momento en que te das cuenta de que no vas a ser una figura y te buscas la vida por otro lado. Me dediqué a trabajar», cuenta. En la selección juvenil valenciana coincidió con Antonio Maceda y Javier Subirats.
Recuerda con especial cariño una época. «Di Stéfano era el entrenador del Valencia y hacía el famoso partido de los jueves en El Rosal. Venía a Alaquàs con todos los monstruos: Sol, Aníbal, Antón, Barrachina... El Alaquàs salía con el primer equipo y algún juvenil. Y en los juveniles estaba yo. Veías aquellos monstruos y te hacía ilusión. Una pasada. Ellos llegaban, jugaban y se iban. Y para nosotros era como si hubiésemos jugado la final de la Champions. Era como una fiesta. Era una gozada ver al maestro cómo entrenaba y cómo echaba broncas», cuenta March.
Silvio defiende los beneficios para la salud del Wabol y ensalza su pluralidad y su carácter integrador: «Es democrático, porque todo el mundo puede jugar. No diferenciamos por edad, tenemos jugadores de 80 años jugando con jugadores de 40… No importa la condición física ni técnica. Tenemos mujeres mezcladas con hombres, tenemos un equipo femenino que se llama Mum's, tenemos un equipo LGTBI… Nadie se queda sin jugar. Es absolutamente inclusivo. Tenemos bastantes discapacitados psíquicos. Y es obligatorio que cada equipo, durante el partido, tenga como mínimo a uno en el terreno de juego».
En Cataluña hay una liga de Wabol. Y sus promotores se muestran abiertos a extenderse. Ya existe un grupo de jugadores mayoritariamente ingleses en Calpe, la localidad en la que suele veranear Silvio. Por su parte, el denominado walking football, el que llegó desde Reino Unido, va a celebrar un torneo internacional en Oliva entre el 24 y el 28 de abril del próximo año.
A March le ha cautivado el «ambiente sano y cordial» del Wabol. Algo que considera clave Silvio: «Es todo alegría y felicidad. Es muy social». Numerosos pensionistas que se resignaban a no volver a jugar a fútbol han encontrado una nueva oportunidad. Hay un comentario que se repite sobre el césped: »Si no estuviera aquí, estaría sentado en el sofá». Y añaden: «Aquí andamos deprisa. Y si ya metemos un gol, es la bomba».
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