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Andrea Esteban saluda ayer a las jugadoras de la Selección Valenciana sub-15, a las que entrenará en su nueva etapa. irene marsilla

Gladiadora Andrea Esteban

Inicia su etapa de entrenadora tras retirarse con sólo 23 años asolada por las lesiones

LOURDES MARTÍ

VALENCIA.

Miércoles, 27 de marzo 2019, 00:12

Andrea Esteban se reconoce una «enferma del fútbol». Viajaba desde su Teruel natal hasta Valencia cada semana para poder entrenar. Mil kilómetros cada pocos días para jugar con 14 años con la camiseta del Levante. El 13 de marzo colgó las botas, una decisión que había tomado el pasado mes de octubre: «Me di cuenta de que algo en mi rodilla no estaba bien y de que mi mente no era capaz de aceptar lo que pasaba, algo me limitaba pero seguía luchando». Una última visita con el doctor Cugat confirmó que tras cinco operaciones de ligamento cruzado, cuatro en su rodilla derecha y una en la izquierda, eran suficientes.

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Apenas dos semanas después empieza a ser consciente de la magnitud de la decisión que tomó: «No digo que no tenga esa rabia, pero intento canalizarla. Si te esfuerzas puedes encaminar todo hacia algo fructífero». Con 23 años Andrea focaliza su pasión por el fútbol transmitiendo su conocimiento, experiencia y valores, ahora a la selección valenciana sub-15. Estudió fisioterapia para intentar «comprender» el por qué de sus lesiones. También para ayudar a las futuras profesionales: «Decidí estudiar con 16 años, con mi primera lesión, un poco buscando respuestas, sabemos los factores de riesgo pero no por qué me he roto yo y no otra. Trabajo y me formo para que lesiones así no vuelvan a pasar o que haya muchas menos que sufran una lesión por la que pasamos muchas».

Asumiendo que no volverá a ser futbolista, se siente cómoda en el banquillo. Andrea se queda con «un poquito» de cada entrenador que le han formado como persona y profesional. Pero quizás, hay uno al que por las circunstancias guarda un especial aprecio: «Con Jorge Vilda tuve la desgracia de vivir con él cuando estaba concentrada con la selección además de lesiones, situaciones personales duras y me apoyó. Me enseñó que los entrenadores también deben empatizar con el lado personal de las profesionales». El actual seleccionador absoluto dirigía por aquel entonces la sub-19. Andrea recibió el golpe más duro de su vida. La pérdida de un ser querido. Algo que le enseñó a relativizar todo lo demás: «Desde entonces, me di cuenta de que el fútbol es un uno por ciento. Lo realmente duro es perder a alguien tan cercano cuando no es ley de vida. Lo duro era llegar a casa y que mi hermana no estuviera. Me ha ayudado a en el día a día. ¡Esto lo consigo yo sentada!».

«Lo duro era llegar a casa y que mi hermana no estuviera. Me ayudó a relativizar las cosas» «No se nos puede ir la cabeza en llenar estadios. Lo importante es el día a día, mejorar los sueldos»

Andrea desprende una madurez sorprendente. En su formación como persona, además de entrenadores y compañeras, también tienen un papel importante un psicólogo y, cómo no, de sus padres. De su familia habla después, respecto al primero, no tiene duda alguna: «Todo deportista y persona debería tener uno. Era muy complicado saber gestionar tan joven lo que me estaba pasando, trabajé muchos aspectos. Era difícil no volver con ese miedo a chocar y escuchar ese 'crack' que notas cuando te rompes», recuerda. A sus padres, les debe «todo»: «Encaminaron su vida a mi fútbol, a lo que me gustaba. No tenía otra opción, era la única en Teruel que jugaba. Se me acababa la oportunidad. Si mis padres no hubiesen dicho que sí, no estaría aquí. Nunca llegaré a agradecerle lo que han hecho por mí, también cuando estaban muertos de miedo tras cada lesión», dice. Andrea no deja de recibir apoyo, mensajes de ánimo. «Ahora sobre todo quiero explicarles a las futbolistas que tienen una salida en el fútbol, engancharlas y que cada vez haya más federadas».

Andrea habla de un futuro del fútbol femenino. Con 60.739 espectadores en el Wanda Metropolitano, o más de 30.000 para ver a la Juventus el pasado fin de semana, comenta que se está como en «una nube aunque se debe poner los pies en el suelo». Establecer una base sólida es fundamental para que esto no sea una burbuja que explote. «No podemos empezar la casa por el tejado. Hay que mejorar condiciones de jugadoras, consolidando la base. Crear unos buenos cimientos para que dentro de diez años digamos qué risa llenar el Wanda de una vez al año», reflexiona. «Lo importante es el día a día, mejorar los sueldos. Que no se nos puede ir la cabeza en llenar estadios, hay que ser consciente de que es difícil compaginar con estudios. Es el momento de que nos formemos, de que seamos capaces de coger puestos de responsabilidad, hay que seguir por este camino», insiste. Andrea mira al futuro con optimismo. Sobre el suyo, lo tiene claro: «Llegar a ser entrenadora de Primera División».

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