Ana Gómez tuvo que contener las lágrimas cuando Omayma, jugadora del equipo rival, corrió directamente hacia ella para celebrar su gol. Fue el primer tanto de Melilla en la historia del Campeonato de España femenino sub-12, que se celebró en Mislata durante la semana pasada. Se trata de una selección que tuvo problemas para completar la convocatoria y que, en los tres anteriores encuentros, había encajado ni más ni menos que 38 dianas. Entonces, la entrenadora del combinado valenciano tomó una iniciativa para evitar un resultado escandaloso en el partido que debían disputar y retiró a una futbolista al marcar el 3-0 y a otra al llegar a 6-0. Un bonito gesto que desembocó en una cascada de emociones.
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Antes de este choque, Melilla había recibido 16 goles contra Asturias, 12 contra Extremadura y 10 contra La Rioja. Durísimas derrotas que provocaron las lágrimas de la guardameta del equipo, Marina. Su llanto impactó a Ana Gómez, entrenadora de la selección valenciana sub-12, quien reaccionó dando una lección de juego limpio.
«Es duro ver unas niñas que reciben esas goleadas. Están haciendo algo que les gusta y no queríamos que se fueran con mal sabor de boca. La Federación Valenciana tuvo la idea de que, antes del partido, les hiciéramos un pasillo junto a Cataluña y Navarra. Un pequeño homenaje a las chiquillas al que se unieron los padres«, explica Ana Gómez, quien junto a su cuerpo técnico aplicó otra medida. Con tal de equilibrar las fuerzas, decidieron que retirarían una jugadora en caso de llegar 3-0 y a otra si el marcador subía a 6-0.
Con 7-0 y a un minuto para el final, la selección valenciana facilitó el primer tanto de Melilla en la historia de este campeonato. «Habíamos quitado a dos jugadoras. Estábamos cinco de campo más la portera. Queríamos que se sintieran queridas. Y fue muy bonito el hecho de que la niña que marcó viniera llorando a nuestro banquillo a celebrar el gol. Con su mirada me lo dijo todo. Yo me contuve las lágrimas, pero mis niñas empezaron a llorar. Fue un día muy emotivo. Tanto las niñas como todo el cuerpo técnico de la Federación Valenciana lo recordaremos como un día muy especial. Es una lección de vida que dimos con el fútbol«, explica.
Melilla tuvo serios problemas para completar la convocatoria, ya que sólo cuentan con 28 licencias de fútbol alevín femenino. Algunas no podían desplazarse, por lo que la selección tuvo que echar mano de tres benjamines para presentarse en Mislata con 14 jugadoras. «Creo que hicimos un buen gesto para que las niñas no dejen de jugar. Al finalizar el partido, vinieron muchas de ellas llorando y abrazándose a las mías. Mis niñas también estaban muy emocionadas y llorando», relata Ana Gómez, quien considera que una manera de evitar resultados de este tipo pasa por quitar validez al golaveraje general: «Es algo que deberían cambiar. Al final esas goleadas no sirven para nada. ¿De qué sirve que las niñas reciban 16 goles?«.
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Cuando regresó a casa, la selección de Melilla fue recibida a lo grande en el aeropuerto. Numerosas personas esperaban al equipo y, en una pancarta, se podía leer «Bienvenidas guerreras«. Un gol para enseñar el camino al fútbol base.
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