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La impronta valenciana del Estadio Azteca

Una empresa de Vilamarxant ha sido la encargada de remodelar el mítico coliseo bendecido por el Papa Juan Pablo II y donde Pelé y Maradona tocaron el cielo

Lourdes Martí

Valencia

Lunes, 15 de junio 2020, 01:37

A nadie se le escapa que un estadio no es un edificio cualquiera. Tiene alma. Incluso vacío. Un campo de fútbol es el hogar de los aficionados de un equipo. Un coliseo da nombre a una de las canciones más tarareadas de la lengua española: el 'Estadio Azteca' de Andrés Calamaro. Justo allí, en el lugar en el que Diego Armando Maradona logró la Copa del Mundo para su Argentina con la 'mano de Dios', habrá una impronta valenciana.

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La empresa de Vilamarxant Molcaworld es la encargada de reinventar el Estadio Azteca. No es un simple lavado de cara. El 'rebranding' consiste en mantener la esencia. El ADN. En lucirlo ante el planeta tierra con vistas al Mundial de 2026 que coorganizan México, Canadá y Estados Unidos. Aunque lo más importante es que las aficiones y los futbolistas que tienen el Estadio Azteca como su hogar sigan sintiéndose en casa. El campo ubicado en la Calzada de Tlalpan en Santa Úrsula, Ciudad de México, lo sufren y disfrutan los aficionados de tres equipos. La selección juega allí habitualmente y también el América y el Cruz Azul.

Arquitectos, ingenieros, personal de marketing y otros profesionales de la empresa valenciana realizaron un primer viaje al país centroamericano. Allí vieron partidos en la grada junto a los seguidores y se inmiscuyeron en su día a día, en la ciudad. Entre esa expedición, un valenciano de adopción, Amedeo Carboni.

El exfutbolista del Valencia vierte sus opiniones tras ponerse en la piel de los jugadores. El italiano indica a los encargados de confeccionar el campo qué tiene que sentir un profesional para que su papel en el terreno de juego no sea más que un mero deportista que cumple su trabajo. Debe sentir el escudo que lleva en la camiseta y el espacio en el que desarrolla su actividad tiene mucho que ver en ello.

Carboni vuelve a ser futbolista por unos momentos y sale de nuevo por el túnel de vestuarios. Ese momento mágico en el arranque de cada partido debe ser fundamental para que los locales salgan enchufados y los visitantes sólo piensen en que pasen rápido los 90 minutos para volver a casa. También es determinante la visión que tienen desde allí los futbolistas para ubicar los tifos o mensajes. Un mensaje cerca de un banderín de córner o tras la portería en la que el equipo local suele jugar las segundas partes puede ser clave en las remontadas que hacen tambalearse los cimientos de un campo de fútbol.

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En el caso del Estadio Azteca hay que tener en cuenta que el América y el Cruz Azul tienen vestuarios separados. El rediseño del lugar en el que el entrenador da las últimas consignas a los futbolistas antes de salir al terreno de juego no tiene ninguna dificultad extra respecto a otros. Lo que sí que comparten ambos equipos es el túnel para salir a campo, un gran reto. Mientras los primeros tienen el amarillo y el azul como colores corporativos, el Cruz Azul sólo tiene la tonalidad que lleva su nombre.

Tras la primera visita al estadio, el equipo de trabajo vuelve a Valencia. Las notas a mano y los esbozos empiezan a desarrollarse. En este caso hay que trabajar a miles de kilómetros del lugar que se va a reinventar y con el cierre de fronteras por la pandemia del coronavirus, el intercambio de información entre ambas partes del océano es constante.

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Para los clubes y empresarios, la opción de revitalizar los estadios es perfecta. Si no es porque se quiere realizar un cambio de aforo, apuestan por ella si consideran que su campo se ha quedado obsoleto a nivel comercial, es decir, que quieren mantener la misma ubicación, ahorrarse el dinero que supone una construcción completa sin renunciar a la explotación económica que tanto insufla el bolsillo de los clubes. Generar beneficios en el estadio es fundamental. Otra circunstancia peculiar del recinto en el que en el año 1999 Juan Pablo II ofreció una misa, es que su propietario no es un club de fútbol en sí, es Televisa. El dueño del imperio televisivo, Emilio Azcárraga Milmo, quiso levantar un coloso en 1962. Cuatro años más tarde hizo realidad su sueño. Elton John, Michael Jackson, U2, Paul McCartney o, más recientemente, Shakira han hecho vibrar al coloso que se inauguró con 100.000 butacas y que a día de hoy cuenta con 87.000. Desde 2021, en uno de esos asientos está la estatua de Nachito. El Estadio Azteca celebró su 35 aniversario con la efigie de Ignacio Villanueva, el aficionado más fiel del América. Un seguidor que acudió a todos los encuentros de su equipo hasta que se mudó a California. Nachito será testigo del cambio de su casa.

Molcaworld no pretende marcharse de Valencia. La sede se sitúa en el municipio del Camp del Túria y allí se queda. Rechaza la deslocalización e intenta crear riqueza desde aquí, desde casa y presumiendo de valencianía.

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