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El fútbol dejó hace tiempo de ser un deporte de entretenimiento para convertirse en un negocio. Contratos millonarios de televisión, traspasos incompatibles ... con la cordura y magnates voraces a la búsqueda de un club invaden las ligas. La llegada de Cristiano Ronaldo a la Juventus desde el Real Madrid resucitó al club turinés en Bolsa, de la misma manera que el positivo por coronavirus del astro portugués desplomó su valor. Hoy, muchos grandes de la Liga de Campeones cotizan, un fenómeno que en España está por explorar aunque hay un proyecto que ha empezado desde abajo con el objetivo de llegar a Primera División sin que las ayudas públicas y los patrocinadores sean la única fuente de ingresos. Desde casa, uno puede sentirse propietario de un club de fútbol con la compra de acciones. Ese es el modelo.
El pasado domingo 30 de enero, en el viejo estadio Rico Pérez de Alicante, se enfrentaron el Hércules y el Intercity, en ese momento primero y tercero del grupo V de la Segunda RFEF. Un derbi de la ciudad entre el viejo y el nuevo fútbol, que se resolvió a favor del Intercity por 0-1. El Hércules, el club histórico de la capital, trata sin éxito de salir de los bajos fondos de esa maraña de categorías que dan tantas penas como quebrantos económicos. Acumula fracaso tras fracaso. El Intercity, en cambio, representa el fútbol que viene, que pisa esas categorías como estación de paso con la Bolsa como aliada. El 28 de enero, la acción del club cotizaba al cierre de la sesión a 0,80 euros. La victoria en casa del líder se trasladó al parqué bursátil, y el lunes 31 de enero la acción cerró en 0,86 euros. La victoria fue algo más que tres puntos. No es sólo fútbol, es gestión y rentabilidad.
El 17 de junio de 2017, los empresarios alicantinos Salvador Mira y Javier Martí compraron el GCD Sant Joan de la regional valenciana, escalaron división tras división hasta Segunda RFEF y el 29 de octubre de 2021 dieron el campanazo bursátil al ser el primer club en España que salía al mercado de valores con una capitalización que rondaba los 5,5 millones de euros. Un proyecto pionero siempre representa un riesgo. Convertir los goles en dinero. Un penalti en contra en el último minuto es algo más que un drama.
Salvador Mira y Javier Martí tienen el objetivo de replicar en un club de fútbol su éxito con la empresa FacePhi, líder en España en verificación de identidades por reconocimiento facial, que está desde 2014 en el BME Growth, plataforma que permite a las pequeñas y medianas empresas acceder al mercado bursátil. Lo primero que han hecho es expandir el negocio con un proyecto deportivo al que ya han sumado a la Fundación Lucentum -el equipo de baloncesto de Alicante que llegó a estar en ACB-, al Crevillent Futsal y al CFI Alicante. Además, Perfecto Palacio, uno de los grandes empresarios del sector marítimo en la Comunitat Valenciana, también se ha incorporado al Intercity con más de un 5% de participación y el cargo de vicepresidente. Nadie va de farol.
El plan tiene sus riesgos. Nadie esconde que los primeros pasos están basados en poner dinero, mucho dinero, encima de la mesa. No habrá beneficio hasta que no se suba a Segunda División, donde está el pastel de la televisión, y ahora la única manera de subsistir es mediante ampliaciones de capital, que serán más importantes si los plazos no se cubren. Hace falta fe, paciencia y músculo económico. Esto es fútbol, pero también una empresa. El último ejercicio se cerró el 30 de junio de 2021 con unas pérdidas de más de 2,3 millones de euros. Como en la temporada anterior, hubo que rascarse el bolsillo en forma de aportaciones.
«El camino no ha sido fácil pero estamos en Bolsa y el objetivo es alcanzar el 'break even' -umbral de rentabilidad- al llegar a Segunda División», apunta Esaú Rojo, que además de ser un espigado delantero centro, es el responsable de la relación con los inversores del Intercity. El primer club de fútbol español que salió al parqué bursátil lo hizo con una cotización de 1,68 euros la acción. A principios de noviembre llegó a los dos euros pero a partir de ahí inició una caída hasta los 0,79 euros por acción el pasado 25 de enero. El plan sigue su curso y lo importante es que tres meses después de salir a Bolsa, el club pasó de 242 a 1.100 accionistas. «Hemos recibido llamadas de otros clubes interesándose por este proyecto que no se parece en nada a lo que hay en el fútbol español», añade Esaú.
El Intercity, como empresa, está negociada en el segmento BME Growth -antes conocido como Mercado Alternativo Bursátil-, y el que compra debe saber que tiene que estar dispuesto «a asumir un riesgo mayor que el que supone la inversión en empresas que cotizan en Bolsa». El hecho de que lo importante es que el balón entre adquiere aquí su máxima expresión.
Los riesgos están detallados. El primero, la necesidad de ascender de categoría. El tiempo no es infinito en este proyecto. «No subir a Segunda en un periodo determinado impactaría en los resultados financieros del club», advertía Intercity al salir a cotizar.
La incertidumbre de los resultados deportivos pesan más allá de colocar un signo en una quiniela. A esto hay que sumar otros riesgos como que el club carece de un estadio propio -juegan en el Antonio Solana, un campo cedido por el Ayuntamiento de Alicante-, la competencia por el mismo objetivo de ascender de otros clubes y el conocido como «factor jugador», que quizá sea uno de los más importantes y más difícil de prever. La lesión de la estrella del Intercity puede significar el día menos esperado un golpe en la cotización, como para la Juve cuando Ronaldo se contagió de coronavirus.
El club alicantino no cuenta con la estrella portuguesa pero tiene en su plantilla jugadores que han estado en la élite como Manu Herrera (Levante, Elche y Betis), Borja Viguera (Real Sociedad, Athletic Club y Sporting) y Carmona (Sporting). Un desembolso importante para un equipo que está ahora mismo en la cuarta categoría del fútbol nacional. El exmallorquinista Gustavo Siviero ocupa el banquillo y un veterano como Quique Hernández la dirección deportiva. Incluso el club ya ha pisado moqueta en la Copa del Rey con una primera ronda en 2019 ante el Athletic Club.
Además, el Intercity carece de la tradición que se asocia a los clubes de fútbol. No tiene afición ni amor a unos colores. Un fruto que traerá los resultados. El éxito del Villarreal y los tropiezos del Castellón dibujaron otro panorama al norte de la Comunitat Valenciana. En el sur, puede pasar lo mismo. De momento, al proyecto ya se ha sumado al Lucentum, las raíces que faltaban y dar paso a una matriz bajo el nombre Grupo Deportivo Intercity.
Además, cuenta con el plus de la transparencia. Todas las operaciones tienen que ser públicas, por lo que no cabe la opacidad que envuelve a muchos movimientos del fútbol español. Los pagos por traspaso, ventas y fichas se hacen con luz y taquígrafos.
«El Intercity es un club muy joven y Lucentum aporta la masa social y el arraigo a la ciudad de Alicante. El objetivo es ir haciendo nuestra propia afición, paso a paso con los éxitos deportivos. Hacemos nuestro camino sin dañar a nadie. Somos un club de fútbol gestionado como una empresa», señala el CEO de Intercity, Antonio Gallego, que ha entrado en el proyecto tras la incorporación del Lucentum al proyecto.
Faltan dos peldaños para cubrir el objetivo, subir como mínimo a Segunda División para alcanzar el umbral de rentabilidad. Hoy hay partido, ante el Real Murcia, otro de los clubes con solera venido a menos y perdido en las categorías inferiores. La consecución del plan, si se cubren las etapas, será dar sentido a una aventura, que algunos tildaron de locura, iniciada en 2017.
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