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El pasado domingo Joan Alós, entrenador del Meliana alevín, fue agredido por el padre de un jugador del Alboraya tras un partido de niños de 11 y 12 años.
-Un poco mejor, aunque con dolor, pero lo soporto. Hay que seguir entrenando con los niños.
-Había acabado el partido en Alboraya y el agresor estaba en la puerta de los vestuarios. Escuché unas voces y salí pensando que estaban discutiendo los padres de mi equipo, para decirles que todo había acabado, porque el partido fue tenso. El agresor se dirige hacia mí diciéndome que no era entrenador, que no sabía entrenar e insultándome, como ya había hecho durante el encuentro. Yo le enseño mi acreditación como entrenador y él coge impulso con el cuello y me propina un cabezazo en la nariz. Me deja aturdido y mareado. Después llegó un puñetazo en la sien izquierda, tengo aún las marcas.
-Sí, los padres hicieron fotografías de él, que además se fue corriendo y se quedó por las inmediaciones del polideportivo. Incluso dijo a la Guardia Civil que yo le había agredido. Los padres al verme que estaba sangrando me metieron en el vestuario y después se me trasladó en ambulancia al hospital Clínico. Puse la denuncia y esta mañana -por ayer- he vuelto a la comisaría para volver a declarar.
-No, nadie me ha llamado ni ha hablado conmigo aún, solamente a la directiva del club. Han publicado un tuit, pero eso es muy frío.
-Eso espero, que sea ejemplar y que aprenda. Esto mancha mucho al fútbol, y más entrenando a niños de 11 y 12 años. Deben aprender que son niños, que muy pocos van a triunfar. Creo que no deberían dejar entrar a los padres en los campos, así evitaríamos estas situaciones. Pero esto seguirá pasando hasta que no se encuentre una pronta solución.
-Es cierto, es difícil de controlar. Yo no puedo ir a un pueblo y decir que una persona está sancionada y no puede entrar a un polideportivo. Los propios clubes locales son los que tienen que controlar, pero es muy difícil cuando van 200 personas.
-Seguramente sí, voy a ir con un poco de miedo ahora en el banquillo, pero seguiré entrenando, no pienso dejar a los niños, esto es algo vocacional y las ganas no las voy a perder. Ahora no quiero que ellos me vean nervioso o que estoy mal, tengo que transmitirles tranquilidad. Les digo que esto es un deporte, que estas cosas suceden y me ha tocado a mí, pero que si no se controla puede tocar a cualquiera.
-Creo que es un problema de fondo, pasa muchas veces por toda España, hay muchas agresiones y peleas, la policía debería poner freno y controlarlo. Los padres son los que deben transmitir valores a los niños y venir al campo a disfrutar y verlos disfrutar a ellos. La mayoría de los padres viene y anima, los que gritan e insultan son una minoría y ponen nerviosos a los niños.
-Eso lo he dicho en el club, siempre debería haber policías por si pasa algo. Pero en muchos casos no hay.
-Es imposible, no puede haber dos agentes en cada uno de los 80 campos. Cuando llamamos, a los cinco o diez minutos llegan, pero cuando vienen ya ha pasado todo o la pelea es en la grada o fuera del campo.
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