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Jérémy Mathieu celebra su gol.
Mathieu habla con la cabeza
Barcelona

Mathieu habla con la cabeza

Cuestionado cuando llegó por su edad, su precio y sus declaraciones sinceras pero inapropiadas, el francés se ha ganado al barcelonismo con dos testarazos que han valido cuatro puntos, precisamente la distancia sobre el Madrid

P. Ríos

Lunes, 6 de abril 2015, 18:51

Jérémy Mathieu es natural. Y lo natural se cuestiona porque ya nadie está acostumbrado a personas que hablan sin miedo al que dirán. Incluso él cambiará con los meses porque la experiencia indica que los tipos naturales que llegan al Barça -valga el ejemplo para cualquier otro gran club donde todo se mira con lupa- acaban autocolocándose el fitro de lo convencional para no salirse del camino, tengan la edad que tengan. El francés ha tenido suerte de llegar al club catalán al mismo tiempo que el técnico que solicitó su fichaje y que cree firmemente en él. Luis Enrique le mostró confianza cuando todo el entorno culé discutía el rendimiento de un central que aterrizó con 30 años, que costó 20 millones tras una polémica negociación y que tenía serias dificultades para sacar el balón jugado desde atrás, una obligación en el Camp Nou. Y el ex del Valencia está dando la razón al entrenador. Defensivamente ya cumplía con su cometido con creces, pero eso vende poco. Nada como lograr dos goles de cabeza en los dos últimos partidos, uno en el Clásico ante el Real Madrid (2-1) y otro en Vigo (0-1). Y eso sí que suma.

Con la calculadora en la mano, Mathieu ha dado cuatro puntos al Barça con esos dos testarazos, precisamente la distancia que el líder lleva al Real Madrid en la Liga. Y estadistas como Alexis Mr. Chip desvelan que ni los 32 goles de Leo Messi han dado más puntos (sólo 4), pero eso sería restar valor a sus 15 asistencias, incluída la de Vigo, y a las numerosas acciones acabadas en la red contraria iniciadas por el argentino tras arrastrar rivales con un desequilibrio. Además, el fútbol no es baloncesto y lograr el 3-1 en un partido que va 2-1 o el 2-0 en un encuentro que va 1-0 no suma puntos en esa tabla virtual, pero a nadie se le escapa el valor de la sentencia. En cualquier caso, su aportación está siendo valiosa para un hombre que vivía en la sospecha.

Con la verdad por delante

Desde Valencia llegaron a Barcelona los chivatazos perversos el pasado verano. El Barça no sólo fichaba a un central de 30 años de dudoso encaje en el fútbol de toque azulgrana. Además fumaba. Podría haber quedado el asunto en un rumor, pero Mathieu, en una de sus primeras entrevistas, al intentar restar importancia al asunto todavía quedó más en evidencia. «No soy un fumador que fuma un paquete cada día. Por ejemplo, hace 15 días que no fumo...», reveló. Tremenda sinceridad.

Tras caer 3-1 en el Clásico del Bernabéu jugando de lateral zurdo, volvió a pecar de claridad dos días después. «Me sorprendió jugar de lateral izquierdo contra el Real Madrid», confesó, ganándose esta vez la reprimenda pública de Luis Enrique: «Pues si le sorprende jugar de lateral zurdo, que es una de las posiciones para la que lo fichamos junto a la central, apaga y vámonos». Y, semanas después del conflicto entre Leo Messi y Luis Enrique que todo el mundo conocía pero que nadie había hecho oficial, el francés se saltó el guión con los medios de su país tras un gran triunfo en Copa ante el Atlético en el Calderón. «En un entrenamiento, tras una falta no pitada, Leo perdió los papeles con Luis Enrique. Se dijeron cuatro cosas. Luego lo hablamos todos y se solucionó». Un tema que estaba muerto resucitó.

Así era Mathieu, un chollo para los medios de comunicación en tiempos de tópicos, pero en el campo con unas actuaciones normales. Ni fu ni fa. Pero, ya con 31 años, se ha propuesto hablar en el campo con dos goles en jugadas de estrategia que comienzan a conquistar el corazón de los aficionados, igual de receptivos para los grandes cracks que para los jugadores que tiran de humildad, carácter y naturalidad. Puede que Mathieu la pierda algún día y deje de ser tan sincero. Pero ya habrá dejado de legado dos goles decisivos, que pueden valer una liga, y que quizás sean los primeros de algunos más. «Seguro que Zubi está contento con el gol de Mathieu», dijo Bartomeu tras el partido. Seguro que, si se lo preguntan, Jérémy lo abordará con su naturalidad habitual.

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