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Zinédine Zidane, en un entrenamiento.
FÚTBOL

Zidane no puede jugar

El francés repite defectos y resultados de Benítez mientras confiesa que su puesto puede ser eventual

Javier Bragado

Domingo, 28 de febrero 2016, 19:50

Zinédine Zidane ya no da vueltas sobre la pelota en el Santigo Bernabéu. Ahora es su cabeza lo que da vueltas mientras su cuerpo se retuerce con cada contrariedad de sus hombres. Para su desgracia, los resultados son similares a los que llevaron a la despedida de su predecesor, Rafael Benítez; el marsellés carece de una carta de recomendación que certifique un acierto de entrenador en un duelo de nivel, los aficionados reclaman la dimisión de Florentino Pérez y el vestuario se le empieza a escapar entre los dedos por su decisión de liberarlo.

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En dos meses, la vida de Zidane se ha transformado. La mala relación de los futbolistas con Benítez y las ansias del francés por entrenar lo entronizaron como técnico del primer equipo. Aunque el presidente blanco, Florentino Pérez, no deseaba exponer a su amigo tan pronto finalmente cedió a sus deseos después de que mostrara su contrariedad por no haber sustituido a Carlo Ancelotti. La baza era un ambiente teóricamente propicio para encumbrarle como mesías. Los jugadores agradecieron la aparición de uno de los suyos, los aficionados celebraron el paso al frente de un mito madridista y los primeros resultados activaron la ilusión.

Ahora Zizou se marea en medio de un huracán causado por su entorno y por las limitaciones de su experiencia. Con sólo 23 partidos oficiales como entrenador fue aupado a dirigir un toro salvaje mientras aprende a esquivar flechas. A Zidane le costó averiguar en el Castilla las posibilidades de mejora. Señalado por dar galones de capitán a su hijo Enzo, también tardó en encajar sus piezas porque descubrió que para cambiar el paso a sus rivales debía modificar sus sistemas. Alternó el 4-4-2 y el 4-3-3 y entonces los muchachos del filial levantaron la cabeza. Ganó 10 partidos, empató 7 y perdió 2 en su segunda campaña con una tendencia similar a la actual en el Real Madrid (encadenó triunfos en los primeros encuentros pero su ciclo terminó con tres empates). En el primer equipo se ha refugiado en el clásico esquema de los delanteros a la espera de recuperar a Gareth Bale y con la confianza en que Cristiano Ronaldo sostuviera al equipo. La orden más frecuente del marsellés es acercar las líneas, que los futbolistas no pierdan de vista a las posiciones similares. Pero no funciona. El derbi madrileño sólo enseñó la diferencia entre un entrenador profesional y un recién llegado.

Ha dispuesto de más entrenamientos para ajustar su sistema que sus principales rivales debido a la temprana eliminación burocrática en la Copa del Rey sin que los ajustes cuadren. El gol de Antoine Griezmann en el derbi madrileño mostró una formación partida y dispersa en defensa. En ataque el técnico desea el toque y pase, pero eso hace previsible a su equipo mientras que la alegría surge cuando se libera el alma contragolpeadora del conjunto. Entonces Cristiano recupera su fluidez, Benzema se relaja porque los marcadores aflojan la soga en esas transiciones y Bale -cuando no ha estado lesionado- cabalga como aquel que valía más de 100 millones de euros. Benítez miró a los ojos del grupo y entendió que tal y como está compuesto lo natural es golpear y correr. Aunque la defensa sea el punto débil, refugiarse compensaba porque luego la infantería salía a campo abierto y el ataque relámpago tumbaba a sus adversarios. Zidane, amante del control y la pausa todavía no ha confeccionado una solución. Seis victorias, dos empates y una derrota son los resultados del francés. 17 triunfos, 5 igualadas y 3 derrotas fueron los números de Benítez. En definitiva, porcentajes muy similares.

La sublevación de Cristiano

Por otra parte, Zidane es un firme defensor de los códigos del vestuario, de la gestión por parte de los futbolistas. Su currículum le permitió que una vez retirado dirigiera una rebelión contra el seleccionador 'bleu' y que sus antiguos compañeros atendieran más a las instrucciones del viejo capitán que a las del técnico. Hoy es entrenador y los jugadores le respetan por su pasado en el césped, donde fue ídolo de algunos, y por la libertad. «Estoy contento trabajando a sus órdenes. Creo que está haciendo un buen trabajo. Es un entrenador tranquilo y optimista», le defendió el capitán Ramos tras la derrota contra el Atlético de Madrid.

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Pero en las taquillas blancas otra figura clona el ejemplo francés. Cristiano Ronaldo no quiere verse salpicado por una mala imagen del equipo. En cada oportunidad posible se defiende, reivindica sus números y se aparta del fracaso grupal en la Liga. «Si los jugadores del Real Madrid tuvieran mi nivel, el equipo sería líder de la Liga, a lo mejor. Es complicado ganar sin los mejores. No digo que Jesé o Lucas Vázquez no sean buenos, que lo son, pero es mi opinión», disparó después de la derrota. Horas después, avisado por los altos cargos del vestuario, el portugués quiso rebajar sus valoraciones aunque el mensaje ya había quedado esculpido en roca a la vista del PSG. No obstante, 'CR7' también amplificó una queja habitual de sus compañeros sobre la preparación física. «No sé si tantas lesiones son por mala suerte o por la mala gestión inicial, pero nos perjudican mucho y ahora estamos pagando la factura», apuntó quien sabe que varios compañeros han elevado protestas a Florentino Pérez contra el doctor Jesús Olmo y quien es uno de los que han visitado otros servicios médicos a espaldas del club blanco.

Por el momento, a Zidane le protege el aura de su gol en Glasgow y su pasado en la hierba. Las críticas se han vuelto a dirigir hacia Florentino Pérez en el palco con numerosos aficionados pidiendo la dimisión del presidente. El buque insignia del preparador, Isco, salió silbado del campo cuando fue sustituido en el derbi. James, otrora salvador con sus destellos, reacciona malencarado desde su exilio en la banda derecha y también es recriminado por la grada. Cristiano Ronaldo ha desviado el foco con su teoría sobre los rendimientos hasta que vuelva a explicarse este lunes. El ambiente es tan tormentoso que incluso Zidane ha reconocido que todavía no ha descubierto la solución y ya ha empezado a plantear su salida en público. «El año que viene habrá cambios, claro que los hará, puede que incluso de entrenador, no lo sé», señaló el francés después de la derrota contra Simeone. Entre tanto enredo, el único que acertó con la clave fue Sergio Ramos: «Zidane no puede jugar».

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