Le cuesta desconectar del ordenador. Le apasiona interpretar los números. Darles sentido. Tener una visión fría de los hechos. Esta es la función de José Manuel Pardo Gila, quien aterrizó en el Levante el pasado mes de julio. Una figura completamente nueva dentro del club pero que se encuentra en plena expansión. Su comunicación con las cabezas visibles de la secretaría técnica, Manolo Salvador y David Navarro, resulta constante. Ha llegado a Orriols para modernizar la dirección deportiva a través del procesamiento de las estadísticas. La pata objetiva de los fichajes.
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«La función del big data es hacer un análisis de datos masivo que con las tecnologías convencionales no sea posible. Es un proceso de capturar, almacenar, administrar y analizar datos mediante herramientas informáticas. Un partido de fútbol recoge una gran cantidad de datos, que se analizan para que queden filtrados de una manera fácil de entender y aporten información y conocimiento. Nos interesa descubrir patrones y comportamientos de los individuos con una mayor precisión», explica Gila, nacido en Paterna.
A sus 29 años, cumple su tercera temporada en el mundo del fútbol. En 2017 recaló en el Córdoba como big data y la pasada temporada lo hizo en el Extremadura. Un paso por Segunda División que le permitió conocer a David Navarro y Manuel Fajardo, quienes lideraban la secretaría técnica del Alcorcón. Ambos han apostado por él en el Levante.
«Quico Catalán –presidente del club– quería hacer una estructura deportiva más transversal, que no fuera tan jerárquica. Contemplaba la figura del big data para tener un argumento más objetivo en la toma de decisiones. El mundo del fútbol ha sido siempre muy subjetivo a la hora de acometer fichajes», destaca el valenciano, doctor en Comunicación y Publicidad.
Pronto orientó su futuro: «En el doctorado me especialicé en big data. Mi tesis doctoral fue sobre extracción de datos y análisis en las redes sociales. Descubrí que el dato se estaba incorporando al mundo del deporte y me pareció que podía ser muy interesante desarrollar mi carrera profesional hacia ese ámbito». Dio un paso antes de introducirse en el fútbol: «Estuve como investigador en el Centro de Estudios Olímpicos de Barcelona, pero con temas de análisis de datos de marketing. Hice proyectos para el Barça y el Comité Olímpico Internacional».
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A través del ordenador, examinar las principales competiciones del planeta: «Haciendo un filtro muy básico, de 20.000 o 30.000 jugadores profesionales que existen en el mundo que podrían ser interesantes para nosotros en el Levante, manejo una base de datos de unos 15.000 de unas 25 competiciones. Sobre todo, por proximidad y donde tenemos un poder adquisitivo coherente al Levante: Europa, América Latina...».
Con el mercado a la vuelta de la esquina, el trabajo se intensifica: «Los 15.000 jugadores de los que partimos los intentamos dejar en 1.000. De cada liga, hacemos filtrados y hay cuatro o cinco jugadores por posición. Pueden ser unos 50 jugadores por liga».
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Hay coordinación: «Tenemos un clima de trabajo muy ameno y divertido, porque existe muchísima comunicación. Existe un doble proceso. De manera clásica se trabaja en acumular informes por parte de David Navarro, Manolo Salvador y los scouters sobre los jugadores que ellos ven o que les llegan por uno lado u otro. Y toda esa información me llega a mí. Y luego al revés, yo descubro jugadores que a lo mejor ellos no han podido ver en ligas que son importantes para nosotros pero que no son las principales. Y le preguntamos a un scouter». Gila participa en cada decisión: «Hemos hecho algún informe a nivel estadístico tanto para los que han venido como para los que se han descartado. Lo que hacemos nosotros es mucho más descartar que captar». Y tiene otra faceta: «De vez en cuando, de forma más periódica, hacemos informes técnico-tacticos del juego tanto de los rivales como del equipo propio».
En España, diez clubes de Primera División y algunos de Segunda cuentan con big data, aunque está más desarrollado en Inglaterra, Alemania y los países nórdicos: «No tenemos 50 ojeadores. Entonces el análisis de datos nos permite llegar a otras ligas que de otra manera sería imposible».
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Gila posee unos objetivos claros: «Reducir los riesgos y el margen de error en la toma de decisiones en el fichaje de un jugador, su renovación o su rescisión. También descubrir perfiles específicos basados en las necesidades. Si queremos un pivote con unas cualidades concretas, que gane duelos y que tenga una precisión en el pase superior al 80 por ciento, ponemos filtros y modelos en base a esas variables. Cuando viene Manolo o David y me preguntan qué jugador podría suplir a este otro en esta posición, yo tengo 10 o 20 opciones. Esos perfiles los debo tener muy controlados para poder adelantarme al mercado». Pero hay más: «Y si ahora me llama David o Manolo y me preguntan por un determinado jugador, yo tengo que dar respuesta en cinco o diez minutos de una forma muy breve. Luego voy a hacer un informe mucho más detallado».
En cualquier caso, recuerda que el big data no reemplaza al ojeador: «El fútbol es atractivo por su aleatoriedad, su imprevisibilidad… Es un juego muy complejo y es muy difícil de analizar por la cantidad de factores que intervienen. El dato te va a dar información objetiva, pero nunca va a sustituir la riqueza de lo subjetivo. Es una herramienta muy importante y complementaria a las clásicas».
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