Cuatro fogonazos para crecer

Hace un año, habría costado imaginar que el Levante y el Villarreal B se iban a ver las caras en competición liguera. Pero así ocurrió anoche. El fútbol, en varias ocasiones, es imprevisible. Para lo bueno y para lo malo. La temporada pasada, el filial amarillo militaba en Primera RFEF y acabó logrando un histórico ascenso a Segunda División. En cambio, el conjunto granota firmó un curso caótico que terminó con el castigo del descenso. La categoría de plata cruzó ayer a ambos equipos en el Ciutat de València. «Es un partido trampa sin serlo porque estamos avisados. Nos enfrentamos a un rival alegre y que tiene poco que perder», advirtió el técnico azulgrana, Mehdi Nafti. Tenía razón. El gol de Roberto Soldado a los 42 segundos se convirtió en un espejismo. La victoria, más allá del abultado resultado de 4-1, estuvo envuelta de sufrimiento. Eso sí, en el peor momento, el franco-tunecino acertó con los cambios y la calidad afloró.

En la semana en que se ha publicado los límites salariales de las diferentes plantillas, resulta evidente que el Levante debe imponer su autoridad en la gran mayoría de los encuentros. Y más, si se celebran en el Ciutat. La Segunda División es una categoría inhóspita, dura, correosa... Pero el Levante cuenta con argumentos de sobra para acabar imponiendo su ley. Ha conservado futbolistas clave de Primera y se ha reforzado con jugadores talentosos. Una fórmula que debe llevar al éxito. Anoche, los azulgrana no sólo tuvieron que remangarse, sino que llegaron a estar contra las cuerdas frente al Villarreal B. El conjunto granota ha empezado la temporada sin encontrar el equilibrio y la forma de desarrollar el fútbol esperado. Se atasca. Eso sí, anoche ocurrió algo que debe servir para crecer y dar un paso adelante. Los cambios realizados por Nafti en la segunda parte funcionaron a la perfección y, en los últimos 20 minutos, el conjunto granota se transformó en una apisonadora que arrolló al filial amarillo a base de fogonazos. Se pasó de temer por la remontada del rival a conseguir la primera goleada del curso. El debut firmado por Mohamed Bouldini invita al optimismo.

Nafti introdujo su primera pequeña revolución como entrenador del Levante. El técnico azulgrana, quien dos jornadas atrás había renunciado al sistema de tres centrales, dio ayer un pasito más a nivel ofensivo. El entrenador aterrizó en Orriols con el principal desafío de alcanzar la consistencia defensiva de la que carecía el conjunto granota. Algo que, en líneas generales, está logrando. Sin embargo, este equipo tiene la obligación de exhibir su superioridad. Y para ello, necesita que aparezcan los futbolistas que pueden marcar la diferencia. Los hay. Sin embargo, anoche costó mucho más de lo previsto.

De Frutos y Róber Ibáñez, llamados a actuar como puñales por las bandas, disfrutaron ayer de su primera titularidad esta temporada. También partió de inicio un Soldado curtido en mil batallas. Además, ante la sensible ausencia de Campaña, Joni Montiel se convirtió en socio de Iborra en el doble pivote. El centrocampista sevillano no se recuperó a tiempo de las molestias en el tobillo izquierdo con las que acabó el partido contra el Oviedo. Los damnificados de los cambios fueron Pepelu y Cantero.

42 segundos tardó el Levante en dar un golpe sobre la mesa. Cárdena fabricó un pase largo que pasó bajo las piernas de una torre como Wesley Moraes y llegó a los pies de Soldado. El valenciano definió con clase. El árbitro, de entrada, anuló el gol al entender que el ariete se en encontraba en fuera de juego, pero la revisión en el VAR confirmó que el esférico no fue desviado por el brasileño, por lo que no existía posición antirreglamentaria. Un tanto celebrado con dos minutos de retraso.

A partir de ahí, el Levante se dejó llevar, sin poner la mordiente que, presumiblemente, habría demostrado en caso de comenzar el encuentro de una forma diferente. Los de Nafti, bien posicionados en defensa, no sufrían y se encomendaban al juego directo y al poderío físico de Wesley. El brasileño es un cazabalones y un tormento para los defensas cuando juega de espaldas, aunque el equipo sigue sin explotar su envergadura dentro del área.

Iborra se hacía fuerte en las labores de contención. Es un pulpo en el centro del campo. Y una autoridad en los balones colgados al área. De cabeza se inventó un envío a Soldado, quien no acertó al rematar a bocajarro.

El Levante intentaba hacer daño con el desborde de De Frutos y, sobre todo, Róber Ibáñez. El valenciano tiene una explosividad que debe dar muchas alegrías esta temporada. Sin embargo, faltaba fluidez. Faltaba fútbol. Los granotas no se sentían cómodos sobre el césped. Y las protestas de los jugadores salían caras ante un árbitro con el gatillo fácil a la hora de sacar tarjetas. Nafti se fue expulsado ante de la media hora.

Tras el descanso, todo se torció. Sergio Lozano puso las tablas y estuvo a punto de dar la vuelta al marcador a base de latigazos desde fuera del área. El Villarreal B apretaba. La grada del Ciutat se temía lo peor. El Levante estaba noqueado, sin ideas. Entonces, llegó el turno de Bouldini, Cantero y Brugui. Los tres entraron desde el banquillo y dieron un giro al guión.

Brugui devolvió la ventaja al Levante, Montiel dio la tranquilidad con una obra de arte y Cantero culminó la faena asistido por un desatado Bouldini. El Levante tiene un amplio margen de mejora.

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