La fe de Mestalla no tiene límites
España se clasifica para la Final Four en un emocionante duelo contra Países Bajos que se resuelve en los penaltis
Marcó Van Dijk de duro golpeo; replicó Merino de toque sutil; Koopmeiners la ajustó con la izquierda; Ferran tiró de habilidad; Simons demostró su sangre ... fría; Aleix García fue implacable con la derecha; Lang la estrelló en el larguero; Lamine la pifió con un desganado golpeo; Taylor engañó con la izquierda a Unai; Baena mantuvo la tensión por todo lo alto; a Malen le adivinó el pensamiento y la dirección Unai con su guante izquierdo, y la enchufó potente y colocado con la derecha. Y Mestalla explotó, vaya si explotó. Valencia no defrauda nunca a la selección y prueba de ello fue lo que se vivió este domingo con una clasificación agónica pero también apoteósica para una Final Four que parece estar hecha a medida de los españoles. Fue desde luego una verdadera pena que se tuviera que llegar hasta donde se llegó, aunque quizás estas situaciones tienen una carga brutal de emotividad.
Y eso que Mestalla es un escenario que está más que acostumbrado, por desgracia en los últimos años, a padecer lo que no está escrito. Quizás por eso el público valenciano aguantó el tirón como no podía ser de otra forma, agarrado a la esperanza de que un ramalazo de inspiración o la fortuna de un mísero rebote le diera el premio final. Nadie se podía imaginar, eso sí, que se tuviera que decidir el asunto desde el punto de penalti, agotando los cinco reglamentarios para esperar al momento más decisivo en el sexto.
Que españoles y neerlandeses se vieran obligados a estirar media hora más el duelo, con ese bagaje de diez goles en dos partidos, ya era suficientemente significativo para percibir la igualdad expresada por ambos grupos en esta puerta de acceso a la cita de junio en Alemania. Lo curioso del asunto es que al igual que ocurriera en el partido de ida, otra vez España golpeó primero y también se reservó la carta final con ese lanzamiento acertadísimo de Pedri. Lo que pintaba prácticamente en el inicio como un festival para los de De la Fuente con el penalti un tanto inocentó a Oyarzabal se fue transformando poco a poco en un ejercicio de resignación y sacrificio. Estaba claro que iba a ser una noche de penaltis. Eso sí, el intercambio de golpes elevó la categoría del enfrentamiento hasta límites insospechados. Este tipo de envites, que rompen a pedazos los estrictos moldes que imperan hoy en día en el fútbol, dignifican sobremanera este deporte. Fue un ejercicio colectivo que reunió todos los ingredientes que uno pueda imaginar, sin nadie reservándose ni un ápice de entrega en lo personal en esas dos horas que se vivieron de puro fútbol, lo que fue sobradamente recompensado por un público, el de casa, que tiene sobradas ganas de disfrutar de una vez por todas de fútbol, alejado de esas penurias que últimamente persiguen a los de Mestalla.
Es evidente que la tropa española trató por todos los medios de fluir con más determinación que lo hiciera hace apenas unos días en el primer episodio, pero la decidida abnegación en el trabajo de los holandeses le llevó a perderse en ocasiones en un mar de imprecisiones palpables. Es innegable, eso sí, que la plasticidad de movimientos de futbolistas como Lamine y Nico Williams da un excelso gusto a cualquier exquisito paladar. Es un placer verlos en acción, observar el descaro y las 'malintencionadas' ideas de estos dos jóvenes chavales. Cada conducción de balón, cada intento de regate, cada pase y cada golpeo es motivo de extrema atención. A los españoles no les quedó otro remedio que adaptar sus ideas al ritmo que fue imponiendo sobre todo De Jong en el centro del campo, construyendo su supervivencia en los latigazos a la contra que no siempre fueron del todo acertadas. El ritmo del marcador fue alterando el pulso de unos y de otros y cuando parecía que tras el 2-2 final, el zapatazo de Lamine iba a ser suficiente para dar por finiquitado el asunto, llegó ese claro penalti forzado por Unai Simón que obsequió a la grada con una carga extra de emotividad a la noche. Vaya con el partido. Después de tres goles, a España le tocaba remar en ese mar revuelto de los penaltis. La cuestión es que hubiera sido demasiado cruel que fuera precisamente el error de Lamine el que apartara a España del privilegio de disputar como los grandes otro título. Menos mal que todo se solucionó. Mestalla no tiene límites.
FICHA TÉCNICA
España: Unai Simón, Mingueza (Porro, 94'), Le Normand, Huijsen, Cucurella, Zubimendi (Aleix, 106'), Fabián (Pedri, 84'), Olmo (Merino, 84'), Nico (Baena, 118'), Lamine y Oyarzabal (Ferran, 68').
Países Bajos: Verbruggen, Geertruida (Malen, 77'), Van Hecke, Van Dijk, Maatsen, De Jong (Taylor, 106'), Reijnders (Koopmeiners, 111'), Frimpong, Kluivert (Simons, 77'), Memphis (Brobbey, 101') y Gakpo (Lang, 77').
Goles: 1-0, Oyarzabal (8' de penalti). 1-1, Memphis (54' de penalti). 2-1, Oyarzabal (67'). 2-2, Maatsen (80'). 3-2, Lamine (103'). 3-3, Simons (109', de penalti).
Árbitro: Clément Turpin (Francia). Amarilla a Le Normand, Unai y Memphis.
Incidencias: 48.082 espectadores.
El detalle
El partido se disputó en Valencia, al igual que lo hiciera la selección femenina en el Ciutat, como homenaje a las víctimas de la dana. La recaudación fue destinada a las localidades afectadas.
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