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Manuel García
Benifaió
Lunes, 14 de abril 2025, 13:07
Es defecto común entre algunos periodistas deportivos el intentar buscar al nuevo Messi o incluso al nuevo Lamine Yamal, un jugador este último que apenas ... acaba de llegar. El ejemplo más reciente se da con otro zurdo que, aunque está deslumbrando en el infantil B del FC Barcelona, mantiene los pies en el suelo. Ni él ni su familia son ajenos a los elogios que han surgido en los últimos meses, alabanzas que no llegan de la nada, eso es cierto, pero optan por la opción más sensata: la de la tranquilidad y el saber que no hay que correr más de la cuenta.
El carácter de David Moreno también ayuda a ello. La historia de este joven de 13 años de Benifaió es común a muchos otros niños.
El pasillo de casa sufrió los primeros pelotazos. «Era balón todo el día», recuerdan David y Estefanía, sus padres. «Tenía un primo mayor que jugaba al fútbol y él dijo que también quería probar. Era realmente muy pequeño», explica su progenitor. Con apenas tres años comenzó a jugar en el equipo de su pueblo. El niño había nacido con una coordinación innata que llamaba la atención. Poco después, a los 4 años, un ojeador del Levante UD «se nos acercó mientras jugábamos en Alginet y lo ficharon para el equipo querubín».
En el club granota completó una larga etapa que le ha hecho mantener un grupo de amigos en las familias de algunos de los jugadores de la cantera hasta que, antes de comenzar la temporada 2023-2024, volvió a pasar. Salva Grau es también de Benifaió pero trabaja para el FC Barcelona. Cuando vio jugar a este niño, no lo dudó. Llamó a sus jefes y les dijo que lo de David era algo pocas veces visto.
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Y ahí llegó el momento de decidir. Ir a la mítica Masía puede ser muy atractivo. Pero a David también le advirtió su padre de lo que le pasaría al principio: «Me llamarás llorando y me pedirás que vaya a por ti». No sé equivocó. Pero la madurez de este niño fue un factor importante para resistir ante las dificultades.
Las visitas continuas a Barcelona también ayudaron a que el proceso fuera algo más soportable. «El coche ya va solo a Barcelona. Si han cambiado una piedra de sitio en la carretera me daré cuenta», bromea su padre.
Todo fue asentándose hasta que David le dijo a su padre una frase que indicaba sus intenciones: «Papá, quiero quedarme », señaló maduro. Tanto David como Estefanía, su mujer, se quedaron más tranquilos. Aunque lógicamente hubieran aceptado cualquier decisión de su hijo. El esfuerzo y el apoyo de la familia son incondicionales. Paloma, su hermana pequeña, es el otro pilar que, aunque también echa de menos a David, le respalda en este sueño/aventura que está viviendo.
En su segunda temporada en la cantera culé, Moreno sigue creciendo. «Es una esponja. Lo asimila todo muy rápido », reconocen quienes le tratan. No es el más alto ni el más fuerte pero lo ve todo medio segundo antes que el resto y posee una técnica y unos recursos que asustan.
Su reciente actuación en el derbi de la ciudad, donde anotó dos goles en la victoria contra el Espanyol (4-3), el último de ellos calificado como 'maradoniano', desató los elogios. Pero David y su familia están tranquilos pese a que son conscientes de que no pueden parar la vorágine de las redes sociales, el signo de los actuales tiempos. Solo se trata de vivirlo con naturalidad y sin darle más importancia. Todos saben, «y ha pasado ya», recuerda su padre, que llegarán días amargos, donde de héroe se puede pasar a villano por, por ejemplo, fallar un penalty. No hay extremos ni bandazos en el caso de David. Todo se recibe con naturalidad y sin pasar de ser Pelé a un tuercebotas según como se juegue un día.
Ahora, más integrado y con su grupo de amigos ya consolidado, este zurdo que juega de interior a banda cambiada para meterse hacia el interior y tener llegada a la portería contraria, sigue disfrutando de la experiencia, sin pensar ni siquiera a medio plazo. El club tampoco tiene la intención de acelerar los plazos con él. Lo que tenga que llegar llegará.
Su padre no esconde un factor que puede ser importante para explicar el nivel de David: «Jugó mucho en la calle. Los partidos en la plaza Mayor de Benifaió eran a muerte», explica con una sonrisa. Quién sabe si ese niño puede acabar jugando en el Nou Camp en pocos años como lo hacía hace no tanto en la plaza de su pueblo, frente a la iglesia de San Pedro Apóstol.
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