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Carlo Ancelotti presume de tener el vestuario más sano de cuantos ha manejado durante una longeva y fructífera carrera en los banquillos. Suele aludir precisamente ... a ese ambiente de armonía que impera a día de hoy en la 'casa blanca' como una de las principales claves del paso marcial que está imponiendo el Real Madrid en lo que va de curso. Pero a nadie se le escapa que la mano del técnico está siendo determinante para que todas las piezas encajen como un guante. El vapuleo de los blancos al Barça en la final de la Supercopa de España celebrada el domingo en Riad volvió a poner de manifiesto que el de Reggiolo es un estratega consumado, pero refrendó también que se trata de un artista en la gestión con una excepcional capacidad para adaptarse a todo tipo de escenarios.
Ni siquiera la bicefalia que alimenta en la portería, un terreno habitualmente resbaladizo al tratarse de una demarcación en la que la confianza y seguridad del ocupante desempeñan un papel fundamental para que todo salga de acuerdo a lo previsto, ha logrado alterar la paz en la caseta que sustenta el sobresaliente desempeño del Real Madrid en lo que va de curso, con veinticuatro victorias, tres empates y una única derrota en los veintiocho partidos que ha afrontado hasta la fecha. Un balance extraordinario que convierte a los blancos, con un título ya bajo el brazo, en favoritos a todo y acredita el acierto de Florentino Pérez al acordar con Carletto la renovación del italiano hasta el 30 de junio de 2026.
No puede tener mejor timonel el Real Madrid, que ha conseguido capear una tormenta casi perfecta de lesiones gracias, en buena medida, a la resiliencia de un preparador que asumió sin poner mala cara la austeridad del club a medida que iban cayéndosele ases de la baraja y supo responder sacándose otros naipes de la manga, sabedor de que con la calidad de la plantilla y el compromiso de todos tenía una mano ganadora.
Cabe recordar en este sentido que Ancelotti hubo de apañárselas hace apenas un mes sin la mitad del once que se perfilaba titular al inicio de la campaña. Courtois y Militao cayeron en los albores del curso con sendas roturas en el ligamento cruzado anterior de la rodilla, la misma lesión que sufrió Alaba a mediados de diciembre. Tchouámeni, Camavinga y Vinicius también han padecido lesiones de diverso alcance que les mantuvieron muchas semanas en el dique seco. La actitud de Carletto siempre pasó por mantener la fe en el grupo disponible, que está respondiendo con creces a la confianza del técnico.
Resulta paradigmático en lo tocante a este asunto el caso de Brahim, un futbolista que tuvo un papel residual durante los tres primeros meses de competición, pero que supo aprovechar las bajas de otros compañeros para elevar su estatus, hasta el punto de convertirse en uno de los hombres del momento.
Lo mismo puede decirse de Nacho o de Lucas Vázquez, dos jugadores acostumbrados a convivir con el sambenito de cumplidores que tantas veces esconde el rol tan importante que desempeñan. O de Joselu, un ariete de perfil bajo que en seis meses ha exhibido mucho más colmillo que Hazard y Mariano en cuatro y cinco años, respectivamente. Porque sin la contribución de esa clase media tan necesaria siempre, difícilmente pueden forjarse equipos campeones. Que se lo digan si no al Madrid de los galácticos, que acabó siendo víctima de egos desmedidos y la escasez de obreros que sostuviesen el andamio.
Esa es otra de las razones por las que el club valora tanto a Ancelotti, un preparador que sabe camelarse a las estrellas para aplacar sus ínfulas. Posiblemente sea Vinicius el que más quebrantos le haya creado, pero el transalpino ha sabido ganárselo también ofreciéndole muchas zanahorias y algún que otro palo cuando convenía.
El fluminense, en cualquier caso, no ha tenido reparos a la hora de compartir el liderazgo con Bellingham, otro astro al que Carletto le ha dado el espacio ideal para brillar con fulgor, pero sin cegar al resto. Lo mismo ocurre con Rodrygo, cuyo espíritu abnegado ya quedó expuesto incluso antes de aterrizar en el Real Madrid, cuando cogió rodaje con el Santos lejos de su hábitat natural en el extremo izquierdo para facilitar así la cohabitación con Vinicius.
Todo esto difícilmente se hubiera producido sin la particular magia de Ancelotti, quien tras igualar en la capital saudí los once títulos con el Real Madrid que levantó Zinedine Zidane, se pone manos a la obra para acechar los catorce trofeos que conquistó el plusmarquista Miguel Muñoz. Una hazaña posible incluso en esta misma temporada en caso de que el conjunto de Chamartín sea capaz de mantener en la Liga, la Champions y la Copa del Rey el poderío del que está haciendo gala.
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