Raúl Albiol, el campeón del mundo que volvió a nacer

Miguel y Raúl consumieron horas enteras con un juego, sucedáneo del fútbol, en el chalé familiar a los pies de Les Rodanes, en Vilamarxant. Uno de los hermanos, desde la calle, centraba evitando la valla de la vivienda. El otro, en la parcela, debía estar atento para rematar a la portería que les había fabricado su padre. «¿Quién ganaba? ¡Eso daba igual, era por divertirnos!», recuerda el mayor. Esto cuando no se iban a la plaza del Ayuntamiento de Vilamarxant, junto a la administración de lotería de sus progenitores, e improvisaban una pachanga con el resto de niños del pueblo.

Los Albiol han vivido el fútbol desde que nacieron. El pequeño, Brian, coordina la escuela municipal de la localidad de Camp de Túria. Los dos mayores, Miguel y Raúl, llegaron a profesionales. Este último, el mediano, es leyenda del balompié valenciano, pues formó parte de la selección española campeona del mundo. Eso además de las dos Eurocopas y el hecho de haber ganado títulos con cuatro clubes distintos: Valencia, Real Madrid, Nápoles y Villarreal, «Yo no sé cuál será el de más valor para él. A nivel familiar puedo decir que la mayor victoria es, primero que saliera adelante y, segundo, que pudiera competir en la élite tras el accidente», asegura Miguel.

Se refiere al de coche, grave, cuando en verano de 2004 viajaba hacia Getafe para firmar su contrato de cesión. Ya había brillado en la niñez, incluso como portero. Estuvo en la escuela del Ribarroja hasta que lo captó el Valencia. Militó en el filial –donde llegó a jugar su padre, en el Mestalla– y debutó con el primer equipo en 2003. El verano siguiente se decidió que saliera a terminar de forjarse. Y lo hizo, pero con una rehabilitación tras un accidente después del cual incluso se temió que no fuera capaz de volver a andar.

«Doctor, ¿volveré a jugar a fútbol?», fue lo primero que preguntó Raúl Albiol nada más despertar del coma inducido. ¡Y vaya si lo hizo! Se caracteriza por su afán de superación, como ya demostraba en aquella niñez en Les Rodanes. Si Miguel no estaba para jugar a los centros se pasaba horas chutando contra una pared, con la pierna izquierda porque quería ser zurdo. «Yo creo que eso le ha ayudado a manejarse bien con los dos pies», aventura Miguel.

Raúl Albiol también aprovechó la apuesta de Quique Sánchez Flores, que vio un central internacional en aquel chaval que entonces jugaba de mediocentro. Cautivado por su contundencia y buen manejo de balón, el técnico lo incrustó en la zaga, precisamente durante su cesión en Getafe. La temporada siguiente el de Vilamarxant volvió al Valencia, coincidiendo con el inicio de la etapa del técnico en Mestalla. Claro está, el canterano se convirtió en uno de sus futbolistas fetiche, disputando 29 partidos. Debutó con la selección en 2007 y ha disputado 58 encuentros. Consolidado como central de tronío, lo fichó el Real Madrid el año de la apuesta por Pellegrini y también fue un futbolista importante en la era Mourinho. Su buen nivel en el Nápoles, donde sólo la hegemonía de la Juve le impidió alzar el Scudetto, le han convertido en héroe en Italia.

Como en Vila-real, donde se ha convertido en una de las leyendas de la Europa League. Y ahí sigue, a base de entrenamiento silencioso –buena nutrición, descanso...–, rindiendo a un gran nivel camino de los 40. Con la pasión intacta con el fútbol, como aquel niño que gritaba '¡soy Laudrup!' cuando centraba desde el otro lado de la valla del chalet.

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