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Salvador Gomar. Irene Marsilla
Salvador Gomar, un extremo zurdo que acabó de maratoniano
PERFIL

Salvador Gomar, un extremo zurdo que acabó de maratoniano

Jugó de pequeño en la escuela del Valencia, estudió en el colegio El Pilar, es abogado, tiene 52 años y su refugio natural es Cullera

Viernes, 21 de septiembre 2018, 00:36

De sangre le viene la gestión. Hijo del que durante trece años llevó las cuentas del Valencia en una de las épocas de más calado (1973-1986), Salvador Gomar afirma disfrutar ahora y a sus 52 años de una suficiente plenitud de conocimientos para dirigir un organismo como la Federación. Ni en sus años de trabajo futbolístico anteriores había imaginado este abogado y especialista en derecho deportivo que iba a experimentar un proceso de elecciones tan tenso como el que ha vivido. La noche electoral, en pleno proceso de recuento de votos, la vivió solo y por la calle. Prefirió recorrerse a pie Valencia y eliminar así la tensión del momento. La noticia de la victoria le pilló por la calle Padilla.

A última hora de ayer por la tarde se le pudo ver haciendo por el viejo cauce una de sus aficiones favoritas: pantalón corto, camiseta de Correcaminos y zapatillas. Dos prótesis de cadera no le impiden matar el gusanillo del atletismo popular. Se queda, eso sí, con las ganas de rebajar su mejor marca personal en una distancia tan respetable como el maratón: 3:03.

De pequeño pasó por la escuela del Valencia. Jugaba de extremo izquierdo. Cuatro años estuvo allí e incluso participó con la selección valenciana compartiendo vestuario con Fernando Gómez. Uno de sus entrenadores de juventud, Pedro Cortés (expresidente del Valencia), fue ayer el primero en llamarle por teléfono para felicitarle.

Conforme fue cumpliendo años se fue alejando del fútbol, pasó por el Alginet y por el Benimodo. En el colegio El Pilar le enseñaron además de todos los conocimientos estudiantiles, los otros valores de la vida, los mismos que ahora trata de inculcar a sus dos hijas, que estudian económicas en Estados Unidos compartiendo curiosamente beca por sus cualidades tenísticas. Él, en cambio, prefiere el trote por el cauce o una escapada en bici a la raqueta, deportes que durante algunas semanas ha dejado de lado y que ahora se propone retomar.

En Cullera, donde tenían el apartamento sus padres y donde se suele refugiar ahora los fines de semana con sus amigos de siempre (la tradición marca bocata de casa, cerveza y cazalla), comparte confidencias. Dentro de nada, ya como presidente.

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