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La tensión se podía palpar en el ambiente de Mestalla a eso de las once de la noche. Tras más de dos horas de intenso ... fútbol de élite entre los mejores españoles y los mejores neerlandeses, todo se tuvo que decidir desde los once metros. Ese lugar en el que las grandes figuras de este bello deporte deben demostrar su calma, tranquilidad y sobre todo, calidad.
Todo parecía indicado para que Lamine Yamal fuese el héroe de la noche. Noa Lang había fallado su lanzamiento al estrellarlo contra el travesaño, y el talentoso jugador del Barcelona tomaba la responsabilidad. No estuvo acertado el joven de 17 años, quién sabe si le pudo la presión o el cansancio acumulado tras 120 minutos. Su disparo salió demasiado centrado y fue detenido por el guardameta visitante. Miles de teléfonos móviles, que estaban prestos para grabar lo que se presuponía un estallido de felicidad, se apagaron de golpe junto con un resonante «¡Aaaayy!» que dio la vuelta a Mestalla.
No obstante, el graderío valenciano agradeció el esfuerzo a Yamal, que se marchó cabizbajo con el runrún de sentirse culpable. Tras los siguientes penaltis, llegó la mano salvadora de Unai Simón. Fue el héroe de la tarde, con una estirada ante Donyell Malen que desató el furor en el centenario templo valencianista, quizá en la última visita de la selección antes de su inevitable derrumbe para la mudanza a su futuro sucesor de Cortes Valencianas. Con el fallo de Países Bajos, todas las miradas se pusieron entonces en saber qué jugador español emergía del grupito del centro del campo para tomar la responsabilidad y evitar que pasara lo mismo que con Yamal. Fue entonces cuando un raudo y veloz Pedri cogió el balón y Mestalla supo que podía estar tranquilo. «¡Peeeedri, Peeeedri, Peeeedri!», coreaba el estadio al unísono mientras el centrocampista canario del Barcelona se acercaba al punto de penalti.
Nervios de acero, calma de crack y sonrisa pícara. A la escuadra. A guardar. No se puso nervioso. Y sacó la lengua. Porque todos los jugones sonríen igual y Pedri es uno de los elegidos. El futbolista del Barcelona consiguió vestirse de héroe y se llevó el protagonismo, a pesar de que él mismo, al finalizar el encuentro, se quitaba méritos y se los daba su compañero de la portería: «Contento de marcar un gol que a la afición le haga feliz. Lamine Yamal es un espectáculo, pero no hubiese sido posible sin Unai Simón». Una noche redonda que terminó con final feliz para todos los presentes en el coliseo de Mestalla.
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