CAYETANO ROS
VALENCIA
Viernes, 15 de noviembre 2019, 02:13
Marta Peiró se convirtió en un símbolo del Valencia Femenino tras romper a llorar en el sexto gol al Levante en el primer derbi disputado en Mestalla. Tenía 19 años. Dos temporadas después, el club de Mestalla no la quiso renovar y ella sufrió una crisis de la que está saliendo ahora en el Sporting de Huelva, actualmente en la zona baja de la Liga Iberdrola.
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Pregunta. ¿Qué significa para usted el Valencia CF?
Respuesta. Una forma de vida. Me hace sufrir mucho, pero también las alegrías son muchas. La Copa del Rey todavía la estamos celebrando. Se me pone la carne de gallina al recordar el gol de Rodrigo al Getafe. Lo relaciono mucho con mi familia: veíamos los partidos juntos, íbamos juntos a Mestalla, mi padre ha hecho algunas locuras...
P. ¿Por ejemplo?
R. De niño, con 16 años, le dijo a su madre: 'Me voy a estudiar a casa de un amigo'. Cogió un vuelo y se fue a una final europea (la Recopa de Heysel, en 1980, que el VCF ganó al Arsenal). Y cuando volvió, su madre le dijo: '¿Tú dónde has ido? Aquí no están las cosas del VCF, ni la bufanda ni la bandera'. ¡Se escapó a ver una final!
P. ¿Qué se ha encontrado en Huelva?
R. Necesitaba un cambio personal y futbolístico. Es una ciudad que engancha, la calidad de vida es muy alta y la gente muy alegre. El club es mucho más humilde que el Valencia CF. No tiene los mismos recursos, pero es familiar y de verdad quiere a las jugadoras. Apuestan todo lo que tienen por el fútbol femenino. Estoy orgullosa.
P. ¿Está jugando tanto como esperaba?
R. Era muy importante volver a sentirme feliz jugando al fútbol. Mi mente, el año pasado, tanto en lo personal como en lo deportivo, estaba destruida. Necesitaba un cambio de aires. Y ahora, poco a poco, estoy recuperando la confianza. Es muy difícil volver. Hay que tener paciencia. Comencé jugando más, la dinámica no era buena, pero el entrenador está rotando porque somos jugadoras muy parejas. Me siento valorada.
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P. ¿Cómo se encontró al enfrentarse al Valencia y ganarle 2-1?
R. Era la primera vez después de haber pasado allí 10 años. Cuando entré al partido, estaba muy nerviosa: puaff, era una emoción muy grande, pero no dejé que los nervios se apoderaran de mí. Ganamos más por picardía y por ganas, por necesidad.
P. ¿Cómo llegó a tener la mente destruida en el Valencia?
R. Toqué fondo porque no me sentía valorada deportivamente: todo lo que hacía era poco, no servía para nada. Eso me provocó que yo misma ya no confiara en mí. Es lo peor. Después de 14 años jugando, llegué a pensar: 'Ya no valgo para esto'. Encima se juntó con momento personal muy malo: recuerdo mi cumpleaños, no estaba convocada con el equipo, estaba adelgazando mucho, jugamos contra la Real, perdimos 4-0 (¡encima perdemos!), y me llamaron para decirme que había fallecido mi abuela. Necesité un poquito de ayuda psicológica porque tengo una mente débil. Se me juntó todo.
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P. ¿Le sirvió esa ayuda?
R. Ver las cosas de una manera objetiva, distanciándome de ellas, me ayudó. Fue muy positivo. Y cambiar de aires: no centrarme solo en una cosa.
P. ¿El hecho de ser hincha del Valencia le perjudicó?
R. Claro. Hay que gente que sabe que es un trabajo, lo vive con profesionalidad, pero para mí el Valencia CF era un sentimiento tan, tan grande... Al ser una aficionada de toda la vida, junto a mis padres, me hacía vivirlo todo multiplicado por cuatro. Y me afectaba mucho más.
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P. Y la popularidad que adquirió tras marcar y besarse el escudo en el 6-0 contra el Levante en Mestalla, en 2017, ¿también pudo volverse en contra?
R. Podría ser, porque las expectativas sobre mí eran muy altas. Estuve muy en el foco y el margen de error ya era mínimo. Y ser de casa es mucho más complicado. Eso pasa en todos los clubes. La gente de casa no está tan valorada.
P. Aquel gol al Levante, de vaselina, y la celebración corriendo y besando el escudo, ¿cuántas veces lo ha visto?
R. No la veo mucho porque me emociono. Mi padre la grabó unas 40 veces por televisión. Es inevitable que me emocione mucho.
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P. ¿Culpa a alguien de lo que le pasó después?
R. No, no quiero culpar a nadie. Cuando las cosas van mal, cambian las cosas. Si querían renovar el equipo, hay que respetarlo. Soy autocrítica. Hubo un tramo en que no merecía jugar; en otro quizá sí y me preguntaba: '¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?'. Pero no solo hay que llorar. Hay que hacer cosas. Y, además, tuve un apoyo total de mis compañeras. Ahora estoy volviendo a disfrutar: hacía casi tres años que no jugaba tres partidos seguidos de titular.
P. El Valencia también dejó marchar a Ivana Andrés (defensa ahora del Levante UD).
R. Para mí Ivana es un icono del Valencia, y me sabe muy mal que acabara saliendo del club. Era la capitana y venía del colegio Alemán, sabía cómo funcionaba todo y es muy buena, por eso es internacional.
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P. Usted también se convirtió en un símbolo de la final de la pasada Copa del Rey del Valencia masculino en Sevilla al acudir como aficionada. ¿Qué supuso?
R. Yo, de cabeza, estaba muy mal, sabía que no iba a continuar en el Valencia y, aún así, me fui a la final. Supe diferenciar la profesionalidad de una jugadora de mí sentimiento. Mi padre ya me llevó a la final contra el Getafe de 2008 y pensé: '¡Esta no me la pierdo!' Me fui con mis amigos para estar en las carpas. Cuando entré, la gente me reconocía y me emocionó mucho. Me sentí muy querida. No me creía que estábamos ganando al Barça. Me encontré con mi padre en un semáforo, al salir del Villamarín, y nos dimos un abrazo como si lleváramos meses sin vernos.
P. ¿Cuándo entró en el Valencia CF?
R. Entré cuando se fundó. Estaba en el Torrent. Tenía 9 años. Yo jugaba a tenis, y me gustaba mucho, pero más el fútbol. Me dijeron que el Torrent había creado un equipo femenino, y me fui a jugar en primer partido, contra el Levante, en el Río, nos golearon pero lo recuerdo con mucha felicidad. No había ido ni a entrenar. Después jugué cuatro años en el Torrent antes de irme al Valencia.
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P. ¿Es muy sensible?
R. Sí, mucho, y muy sentimental, muy sentida. Las personas nacemos así. Eso es una ventaja, pero también una desventaja. Soy una mujer de carácter, muy pasional.
P. ¿Y cómo era de niña?
R. Los profesores se van a acordar de mí. Dejé huella. Era de las 'malas'. Capaz de mover a todos para no hacer clase. Los profesores me odiaban y me amaban por ser como soy.
P. ¿Ha tenido alguna entrenadora?
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R. Tuve una entrenadora en las categorías inferiores del Valencia, Mariló, que nos entendía mucho más, porque las mujeres lo vivimos sentimentalmente mucho más.
P. ¿Su jugador favorito?
R. De ahora, Parejo, por la visión de juego; y Rodrigo, por cómo juega de espaldas; de siempre, Vicente, por eso llevo el número 14. Antes lo quise pero no pude porque lo llevaba Carol Férez.
P. ¿Y de mujeres?
R. Como goleadora, Mapi, y me encantan la polivalencia de Jennifer Hermoso y Alexia como mediocentro. Me fijo mucho en ellas.
P. ¿Sigue estudiando?
R. Estaba en Tercero de Periodismo, lo he aparcado porque en Huelva no hay. El año que viene comenzaré a estudiar a distancia. Mientras, me he apuntado al B1 de inglés y al nivel 1 de entrenadora.
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P. ¿Qué entrenadores le gustan?
R. Los que sepan transmitir.
P. ¿Como Cristian Toro?
R. Tal cual, te metía en el partido. Y la personalidad de Simeone.
P. ¿Cuál es su plan b?
R. Me gustaría algo relacionado con el periodismo de investigación, También me gustaría probar de entrenadora.
P. ¿Es muy inquieta?
R. No me gusta estar en casa, me gusta estar haciendo cosas, y siempre ahorro para viajar. Me encanta viajar, y la comida de todas partes. Estuve en Kenia (naturaleza) y en Egipto (historia). Y en México, porque mi hermana trabaja allí en una empresa de té.
P. ¿Hay 'postureo' por parte de algunos en la defensa del fútbol femenino?
R. Hay que apostar de verdad, sacando dinero de debajo de las piedras. Hay que televisar todos los partidos y tener un convenio colectivo. Hay una parte de postureo, pero otra que apoya de verdad. Pedimos una igualdad respecto a otros trabajos: que nos paguen en caso de embarazo o de lesión, salario mínimo... La Asociación de Clubes dice que no puede hacerse cargo de eso, pero no sé qué presupuesto tienen. Pedimos unos derechos mínimos. Yo soy futbolista 100% de las horas los 365 días al año. Incluso en las vacaciones hacemos deporte. Pero solo nos pagan unas horas al día. Conozco a una futbolista que ha jugado 25 años y solo ha cotizado uno.
P. ¿Cómo cree que se reduciría la violencia de género?
R. Educando en la igualdad; hay mucha diferencia entre quienes han sido educados de una forma y de otra; y eso es ya para toda la vida.
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