Un discurso cargado de energía. Pero también de emoción. Por momentos, los sentimientos estuvieron a flor de piel. Juan Carlos Unzué dio una lección de vida, de amor a la vida, durante la apasionante charla que mantuvo ayer en La Rotativa de LAS PROVINCIAS. El exfutbolista y exentrenador navarro, a sus 55 años, se alza como uno de los principales rostros de la lucha contra la ELA en España. La conferencia se celebró en una sala hasta la bandera y sirvió no sólo para dar visibilidad a la esclerosis lateral amiotrófica, sino también para conocer la llave de la felicidad que posee el que fuera guardameta del Barcelona.
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«Estoy dependiendo de una silla de ruedas desde hace más de un año y a día de hoy dependo de otra persona para cualquier movimiento que hago. Hace dos meses podía hacer series de 100 o 200 pasitos, pero tuve una caída en casa y perdí fuerza en las piernas y ahora sólo con ayuda me puedo movilizar. A pesar de esa progresión de la ELA, me siento fuerte mentalmente. Me siento útil de una manera muy diferente a como lo he sido toda mi vida, pero tan o más satisfactoria. Y eso es lo que necesitamos sentir como personas», afirmó Unzué durante la charla 'Aprendizajes de Vida', enmarcada en el ciclo de conferencias 'Somos Futuro'. El foro, que contó con la presencia de Gonzalo Zarranz –presidente del consejo de administración de LAS PROVINCIAS– y Antonio Pitera –director general del periódico–, estuvo moderado por Héctor Esteban –jefe de información–. Además, incluyó una campaña de donaciones destinada a ADELA Comunidad Valenciana.
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«No tengo miedo. El día que te diagnostican esta enfermedad, es un cara a cara con la muerte. Sentirla más cerca de ti tiene una parte positiva. Sabiendo que te queda poco, aunque espero romper esa esperanza de vida media, sientes que tienes que aprovechar un poco más el aquí y el ahora», añadió Unzué, quien atendió las numerosas preguntas de los asistentes, entre los que se encontraba el exfutbolista Robert Fernández. Ambos coincidieron en el Barcelona.
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«La vida merece la pena vivirla y disfrutarla. La actitud es lo único que podemos controlar. Hay que aceptar la ELA de forma natural. En el momento en que aceptamos la enfermedad, nos va ayudar a tener la mejor actitud posible. Unos tardarán una semana, otros un mes y otros un año. Cuanto antes llegue, los primeros beneficiados vamos a ser nosotros. Hay cosas mucho peores que lo nuestro. Es mucho más triste marcharse de este mundo sin que nadie lo espere, un accidente, una enfermedad que te lleve en 15 días...», indicó el navarro, quien trata de aportar su mejor versión: «Dentro de lo malo que es esta enfermedad, tenemos la posibilidad de vivir muchos momentos que podemos disfrutar. Y esos momentos están relacionados con lo esencial, el cariño, el respeto. La vida es una montaña rusa para cualquier persona. En nuestro caso la bajada ha sido en picado. Todos nos vamos a ir. Pero si uno ha dejado un poso y ha sido una buena persona, el legado queda». Y ensalzó el papel del entorno más cercano: «Pienso mucho en mi familia. Y sé que si estoy fuerte, ellos van a estar mejor».
Incluso bromeó con su forma de afrontar la enfermedad: «Aún no he tenido ese día de bajón. Me siento ese bicho raro que he sido toda mi vida. Era portero. Y he sido el único portero al que le gustaba correr. ¿Te acuerdas, Robert?».
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El navarro dio algunas claves. «Una es la investigación. En nuestro país, sólo un 20 por ciento de lo que se invierte en la investigación es dinero público. Otra es el tema burocrático. La incapacidad y el grado de dependencia son trámites larguísimos. La tercera es el tema de los cuidadores. Nos derivan a servicios sociales. Y nosotros no deberíamos salir nunca de la sanidad pública. Nosotros necesitamos el cuidado de un sanitario. Se van poniendo las bases. Pero esas ayudan tienen que llegar lo antes posibles», reivindicó el exdeportista antes de comentar la ley de eutanasia.
«Tener una muerte digna es un derecho perfecto. Pero si eres afectado de ELA y vas viendo que pasan los años y las leyes no facilitan nada y llega un momento en que hacen fácil ese derecho, las sensación de muchos compañeros es que te están incitando a dejarte ir. Y antes de esa posibilidad de si quiero una muerte digna, estamos pidiendo una vida digna. Como sociedad no podemos permitir que haya un solo compañero o compañera que decida dejar este mundo porque siente que es una carga inasumible para su familia», alertó.
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Unzué apuntó que el gran problema de la ELA es que se desconocen sus causas: «Estuve con un investigador hace dos meses. Nos animó mucho. Nos dijo que lo que necesitamos es ser visibles. Desde hace cinco años ha habido un cambio y se está investigando en el mundo bastante más. Si hay recursos, habrá más posibilidades. Por volumen y calidad, seguramente aparecerá esa cura o ese tratamiento que pueda ralentizar la enfermedad». Con una sonrisa, afirmó: «Quizás hemos gastado las pilas un poquito antes de lo que esperábamos. Pero que nos quiten lo bailado».
Unzué aseguró que se siente un privilegiado: «Antes peleabas por un mejor contrato. Todo lo que recibo ahora está relacionado con los sentimientos. Yo podré estar dando algo, pero recibo de forma multiplicada. Y eso me hace sentir que mi vida es plena».
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