R. D.
Miércoles, 4 de septiembre 2024, 20:05
Vinícius se ha metido entre ceja y ceja ser protagonista tanto dentro y fuera del terreno de juego y a fe que va camino de ... superarse a sí mismo. Si ya tiene a los aficionados de media España enfadados con ciertas actitudes y declaraciones, y a los de Mestalla dolidos por sus palabras en las que acusaba a todos de racismo, ahora ha bombardeado a todos por cuestionar la idoneidad de España como sede del Mundial 2030. Esta vez sus declaraciones afectan a esa cita mundialista en España de dentro de seis años y que seguramente tiene mucho que ver con el episodio que vivió en primera persona en el campo de Mestalla con algunos aficionados. «Espero que España pueda evolucionar y entender lo grave que es insultar a una persona por el color de su piel, porque si antes de 2030 las cosas no evolucionan, creo que hay que cambiar de lugar la sede del Mundial, porque si el jugador no se siente cómodo y con confianza en un país donde puede sufrir racismo, es un poco complicado», decía en una entrevista concedida a la CNN.
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Lo más curioso es que la final del Mundial 2030 está prevista que se celebre en el Santiago Bernabéu de Madrid, una condición que desde el primer momento tuvo claro la Federación Española en su faceta de organizadora, junto a Marruecos y Portugal, las otras dos naciones que participan en el evento con la aportación de algunas sedes.
«Muchas personas en España, la mayoría, no son racistas. Pero hay un grupo pequeño que acaba afectando a la imagen de un país en el que se vive muy bien. Amo estar aquí, amo jugar en el Real Madrid y amo tener las mejores condiciones para vivir con mi familia», decía el jugador madridista, en un intento de no dañar la imagen de su propio club.
Una advertencia ha querido dejar claro. Y es que tiene muy claro que si se repiten situaciones de insultos hacia él, tanto el como sus propios compañeros de equipo tomarán una drástica determinación. «En el club las personas están más abiertas a hablar sobre esto. Y no solo yo, todos los jugadores, dijeron que la próxima vez que hubiera insultos racistas, todo el mundo tendría que salir del campo para que todas aquellas personas que nos insulten tengan que pagar una pena mucho mayor de lo que están pagando».
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Lo de Mestalla trajo en su día bastante cola. Tanto por lo que pasó como por la aportación que luego hizo tanto el jugador como el entrenador (Carlo Ancelotti). Al final, el Juzgado de Instrucción número diez de Valencia condenó en un juicio rápido a tres aficionados blanquinegros a penas de ocho meses de prisión y a dos años sin entrar a estadios de fútbol por haber proferido insultos racistas. La sentencia firme declaraba a los acusados autores de un delito contra la integridad moral con la agravante de discriminación por motivos racistas.
Los jóvenes reconocieron los hechos y llegaron a un acuerdo de conformidad. Además, al carecer de antecedentes y ser una pena inferior a los dos años de cárcel, ninguno de ellos ingresó en prisión.
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