La gran pirueta del Antares

Jaime Belenguer es el rostro de Gimnasio Valencia, el primer gran club de gimnasia artística en la ciudad. Olímpico en Roma y seleccionador nacional tras la muerte de Joaquín Blume, ni siquiera imaginaba entonces que sus sucesores podrían entrenarse por separado, cada uno en su casa y a través de una pantalla. Eso es lo que llevan haciendo los alumnos del Club Antares desde que se decretó el estado de alarma.

«No puedo dormir por las noches. Estamos dándole mil vueltas a cómo lo vamos a hacer», expresa Adrián Rodríguez, director de este club, que es la tercera etapa de más de 80 años de gimnasia artística en Valencia. De forma ininterrumpida. Tras el Gimnasio Valencia se creó el Herca y, desde el 2008, el Antares. Y ni siquiera el coronavirus ha conseguido pararles.

«Hay 24 personas contratadas, que nos hemos visto afectados por un ERTE. Pese a ello, desde el 15 de marzo decidimos que se impartieran las clases de forma telemática, a través de Zoom y de forma gratuita», subraya Adrián: «Este es un deporte muy vocacional. Los niños vienen porque se lo han pedido a sus padres. Hay casos que los han traído porque iban a fútbol y se pasaban el partido haciendo volteretas, o porque daban brincos desde lo más alto del sofá hasta la alfombra del salón».

De ahí los dolores de cabeza de Adrián. El proyecto del Antares está ideado para que crezca desde septiembre pero, al mismo tiempo, es posible que tenga que adelgazar de forma momentánea. «Tenemos 320 alumnos. Con las nuevas medidas de seguridad para prevenir contagios es casi seguro que cuando abramos no podamos asumirlos a todos. Seguiremos con las clases online pero, ¿cómo le dices a la familia o, peor aún, a esos chicos y chicas que no pueden venir?», lamenta el director del club.

Y al mismo tiempo, desde el nuevo curso se va a abrir un grupo de gimnasia rítmica. Tras iniciar este la tecnificación femenina en artística, el Antares se convertirá en el único de la Comunitat que cubre las tres disciplinas de gimnasia olímpica.

Y lo tienen claro. No saben cómo, pero lo harán. Estuvieron tiempo manteniendo viva la llama de esta disciplina en un modesto espacio en la Fonteta y material añejo. Ahí siguen, con mejores aparatos y colchonetas y más ilusionados todavía. «Parece que las instalaciones municipales se podrán abrir el 8 de junio. Antes debemos desinfectar, pero luego ¿cómo lo haremos para garantizar la seguridad de los gimnastas?», se pregunta Adrián.

El director del Antares desmenuza las particularidades de un deporte que parece individual pero que no lo es tanto. En la gimnasia artística masculina se usan seis aparatos y en la femenina, cuatro. «Los utilizan todos, por lo tanto los niños van a estar continuamente en contacto», especifica: «Además, nuestras instalaciones son bajo techo y no muy grandes, por lo que vamos a tener que trabajar con grupos reducidos».

El Antares no va a tomar aún una decisión. Quieren que las autoridades sanitarias vayan detallando la desescalada para diseñar su propia vuelta. Mientras tanto, los gimnastas siguen entrenándose en casa, como desde hace casi dos meses. «Ha sido distinto, pero no se han desenganchado. Cambia bastante porque en gimnasia se trabaja mucho con aparatos y ahora se puede entrenar la condición física», señala Génesis, responsable del grupo de tecnificación femenino.

Se trata de pequeños deportistas que se están entrenando en casa tres horas al día, de lunes a sábado. «Ha sido todo muy distinto. Nos hemos apoyado en las clases que imparte también la Federación Española a través de Instagram. Se entrenan con deportistas que van a ir a los Juegos Olímpicos y eso les motiva», puntualiza Génesis.

Algunos niños se han comprado una barra de equilibrios para practicar en casa. Mientras ellos convierten el salón de casa o una terraza en un improvisado gimnasio, Adrián realiza malabares de forma mental. «¿Cómo vamos a dar cabida a 24 grupos?», se pregunta. Tiene claro que lo primero es la salud, pero no quiere dejar a nadie atrás. Sabe que igual es necesario adelgazar el club durante un tiempo. Por el bien, no sólo del Antares, sino por el de esa llama de amor por la gimnasia que perdura en Valencia desde hace más de 80 años.