El hijo del culpable
Empieza una nueva era de sudadera, pantalones anchos y zapatillas de deporte. La mejor manera de huir a la carrera en caso de incendio intencionado
Jueves, 6 de marzo 2025, 00:07
Secciones
Servicios
Destacamos
Jueves, 6 de marzo 2025, 00:07
Me consta que dentro del Valencia no sienta nada bien el hecho de que critiquemos -o no crean en él los más benévolos- la llegada ... de Kiat Lim a la presidencia del club. Pero, claro, es que es muy fácil de explicar. Ante los que dicen 'no ha hecho nada y ya le estamos criticando' hay otra frase muy nuestra que dice algo así como 'si me engañas una vez es culpa tuya. Si me engañas más de una, la culpa ya es mía'. Y, efectivamente, a mí ya no me engañan más.
Peter Lim llegó en 2014 de la mano de Amadeo Salvo y Aurelio Martínez prometiendo un Valencia grande y un estadio acabado. Aceptando que los dos eran vendedores ambulantes y no el comprador, Meriton Holdings -ya en posesión de las acciones- aseguró que su prioridad era que el estadio estuviera terminado para el centenario. Ya saben que aquello terminó como el programa de televisión... 'eso es... mentira'.
De las situación deportiva con la que llegó Peter Lim al Valencia en relación a la de hoy ni les hablo. Los hechos hablan por sí solos. Podríamos recordar el despido de Mateu Alemany y Marcelino García Toral tras ganar la Copa del Rey y en Champions League, podríamos hablar de Albert Celades después, de Gary Neville y Paco Ayestarán antes... o podríamos reírnos de las disculpas que Meriton envía cada mes mayo por escrito al terminar cada Liga. Disculpas vacías para hacerlo deliberadamente peor al año siguiente. ¿Se acuerdan de aquel 'reset' que nos vendieron tras casi bajar aquel día en el campo del Betis? Pues eso; todo mentira.
Y digo deliberado porque, cuando tú reduces año a año el presupuesto en plantilla deportiva de un equipo de fútbol mientras vendes a tus mejores activos, realizas un acto absolutamente deliberado encaminado a estar donde hoy estás; en descenso. Luego está el 'Management local', vendido su creación para «agilizar los procesos». Esta fue la penúltima trola en la cara de la gente. Después, ni el fichaje de Carlos Vicente por 600.000 euros pudieron agilizar. Es lo que tienen las mentiras; que las patas son muy cortas y, si es Meriton quien las cuenta, directamente inexistentes. Y ahora, con el equipo en descenso toda la Liga salvo dos jornadas, aparece el hijo del culpable como si aquí no estuviera pasando nada.
El mismo que, con una jeta impresionante, anunció hace dos años en un vídeo que llegaba al Consejo de Administración para 'ponerse al mando' y diciendo que el Valencia tenía que estar en Europa. El Valencia está en descenso y el tío nunca más apareció por Valencia. El mismo, por cierto, que ya ha dejado claro -para el que tenga dudas- que por aquí que no le espere como presidente. Que en el palco ni de coña. Si acaso alguna visita. ¿Y es en este personaje en el que hay que confiar a partir de ahora?
Es que te tienes que reír. Lo único claro de todo lo que ha pasado es, en mi opinión, una simple cuestión matemática en el inexorable camino hacia el abismo. Donde antes había una... ahora pasamos a ninguno. De uno a cero. Hasta ayer, Meriton estaba en Valencia en la figura de Layhoon Chan. Con sus idas y venidas, ejercía de presidenta en la ciudad sede de la empresa. Con esta maniobra de salida de Layhoon, Meriton abandona definitivamente la ciudad y, obviamente, al Valencia. Se acabó el único nexo de unión que había entre Lim y el club. Dejan a Javier Solís como fiel guardián del solar y que tendrá el mismo poder ejecutivo en el equipo de fútbol que tengo yo o tendrá usted; ninguno. Asistimos al abandono más absoluto del Valencia por parte de Peter Lim. Sin Layhoon. Sin presidente presente. Sin caretas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.