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Katir se hizo con un diploma olímpico en una final de 5.000 metros dominada por el ugandés Cheptegei. efe
Mo Katir choca con la dura realidad

Mo Katir choca con la dura realidad

El murciano, que llegaba avalado por sus récords, quedó octavo en una final de 5.000 de gran nivel y ganada por el ugandés Cheptegei

IGOR BARCIA

TOKIO.

Viernes, 6 de agosto 2021

Había tantas expectativas de medalla en torno a él que el primer gesto fue de decepción al ver el octavo puesto cosechado. «Es que esto no es fácil, cualquiera no puede decir que es finalista en un 5.000 olímpico. Aquí hay mucha gente de mucho nivel», defendió Mohamed Katir respecto al resultado. Y en realidad tiene razón.

Katir es un recién llegado a la élite mundial que ha debutado en un gran campeonato, en este caso unos Juegos, ante atletas del máximo nivel y curtidos en mil batallas. El problema es que este verano el de Mula ha irrumpido con tal fuerza que se esperaba todo y más de él. Llegó a los Juegos con tres plusmarcas españolas en el bolsillo -1.500, 3.000 y 5.000 metros, respectivamente- y encima su carta de presentación fue una victoria en las semifinales. Máximas expectativas a priori.

Por eso, verle sufrir después en la final fue un descubrimiento que nadie quería ver. De repente, Mo Katir se encontró con sus límites en una carrera muy bien trabajada por Uganda, que no quería que se le escapara el oro como sucedió en el 10.000, y el murciano perdió todas sus opciones a falta de 500 metros, donde vio cómo Joshua Cheptegei se fue a ganar con 12.58.15, mientras él quedaba octavo con 13.06.60, lejos de esos 12.50 que tiene en su haber.

«Si, yo tengo una gran marca de 12.50, pero es que Cheptegei tiene 12.35 que es el récord del mundo, es que no se puede comparar», justificó Katir, quien reconoció: «Todavía me queda mucho por aprender, pero he entrado en una final de 5.000 que hacía tiempo que un español no lo lograba y no solo eso, he quedado octavo, he sacado diploma olímpico, lo cual es un gran logro y una gran motivación de cara al futuro», se defendió un Katir sonriente, pero visiblemente molesto por ser considerado como una baza casi segura para subir al podio.

Al murciano no se le vio demasiado cómodo en carrera. Siempre situado en la zona media del grupo, no entró al intercambio de golpes para cuestionar la hegemonía de Uganda, que esta vez sí tenía una estrategia clara para alcanzar la gloria. Había que poner un tren rápido y tanto Kiplimo como el propio Cheptegei se encargaron de tirar y estirar el pelotón.

Kipyegon en 1.500

A un tren vivo pero accesible, el murciano trató de integrarse entre los ocho mejores cuando llegó el último kilómetro y avanzar, pero antes de entrar a la última vuelta se vio que Katir no iba, que por mucho que haya hecho una temporada espectacular, unos Juegos Olímpicos son otra cosa. «Quizá a una carrera rápida yo soy mejor, pero a nivel de campeonato hay gente que tiene mucha más experiencia que yo», admitió, algo que quedó claro con esa batalla final donde Cheptegei lograba por fin ese ansiado oro para Uganda y donde el canadiense Ahmed y el estadounidense Chelimo dejaron fuera del podio a toda la potente armada africana.

«Lo he dado todo, pero mis rivales han sido superiores y ya está, quizá detrás de una pantalla se vea todo más fácil pero yo nunca he estado en unos Juegos ni en un Mundial, es mi primer campeonato y me voy feliz a mi casa, para descansar y seguir mejorando», señaló Katir.

Poco después llegó el turno de Marta Pérez, que culminó su gran campeonato con una novena plaza en la final de 1.500 y una marca de 4.00.12 que le sabe a gloria. Pérez se incluyó con este crono como la segunda mejor española de todos los tiempos y ya su próximo reto será romper esa barrera que solo ha conseguido superar Natalia Rodríguez.

«He dado todo lo que tenía, había muchísimo nivel y las que me han ganado era porque tenían más nivel que yo», explicó la castellanoleonesa Marta Pérez tras una final con sorpresa. Y es que Sifan Hassan no pudo con su loco intento de pelear por tres oros y sucumbió frente a Kipyegon y la británica Laura Muir, en una final ganada con 3.53.11, la más rápida de unos Juegos Olímpicos.

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