Eugenio González tiene hoy el reto de cruzar la línea de meta que se ve al fondo. :: lp

La primera vez del dorsal 10393

La historia de Eugenio González es la misma que la de miles de los atletas debutantes

HÉCTOR ESTEBAN

Sábado, 15 de noviembre 2014, 23:22

Los 42,195 metros que hay entre la salida y la meta de un maratón son como el infinito. Especialmente para aquellos que debutarán en la prueba hoy por la mañana. Para los que el mayor reto es el total: terminar. Este es el caso de Eugenio González Rubio, dorsal 10393, 40 años, casado y con dos hijos. El caso de Eugenio es el mismo de miles de participantes hoy en el Maratón Valencia Trinidad Alfonso. Debutar en una grande.

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«Hace tres años que corro. La de 2014 es mi primera maratón y espero que no sea la última. Es un reto para el que llevo preparándome varios meses. No sólo quiero terminar. Me gustaría bajar de las cuatro horas», señala con la emoción de un debutante que se empapa del ambiente festivo que se respira en el Museo Príncipe Felipe, base de operaciones de todos los atletas que hoy inundarán la ciudad. En la mano lleva varias bolsas. La suya y la de los compañeros de carrera.

Su primo Pablo es el que le metió el gusanillo. Hoy correrán juntos. Son muchos los kilómetros hechos de los últimos años. «Fue el que me abrió la puerta de esto. Empecé con las 10 K, después una 15 K y poco a poco me he ido marcando retos. El de 2014 es el más importante», señala este novato de la maratón, que participará junto con un grupo de corredores del Titaguas Corre.

Asegura que no le tiene miedo a la distancia. «Me preocupa más una posible lesión muscular. Sé que lo puedo pasar mal entre el kilómetro 30 a 38. No me gusta esa parte del recorrido. Pero bueno, si quiero llegar la tengo que pasar», afirma. En casa reconoce que su mujer está un poquito harta de la agenda espartana que se ha marcado para poder llegar a la salida en el mejor punto de forma posible. «Entreno tres o cuatro días a la semana y luego hago la larga el fin de semana. Además, cuido la alimentación. Muchos hidratos y proteína por la noche».

En casa la que más le anima es su hija Ángela, de 7 años. «Me dice que voy a ganar. Mi familia me estará apoyando en el kilómetro 25 más o menos. Espero llegar a ese punto por lo menos», asegura.

La filosofía con la que afronta la maratón es la misma que le animó a correr. «Me permite liberarme. Física y mentalmente. Es la mejor medicina para desestresarme tras el trabajo», apunta. Un par de amigos especialistas en ironman apoyara a este grupo de corredores de Titaguas y les aconsejara en varios tramos de la maratón para que sepan regular sus esfuerzos.

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El reto de Eugenio González es el mismo de la gran mayoría de los atletas que hoy estará en las calles de Valencia, que ha conseguido consolidar su maratón como una de las grandes pruebas del calendario. Una ciudad que es ideal para la prueba. La organización espera en un par de años poder acometer la posibilidad de que el récord mundial se pueda establecer en la capital. La prueba ha cogido una velocidad de crucero imparable.

Muchas actividades

Ayer, durante todo el día, se vivió un ambiente festivo en el Museo Príncipe Felipe de la Ciudad de las Artes y las Ciencias con una gran cantidad de actividades. Los más pequeños pudieron disfrutar de carreras con recorridos ajustados a sus edades. Además, la feria de corredor, con la representación de patrocinadores y grandes marcas, fue un continuo río de gente. Las historias anónimas de la prueban alimentan la leyenda del maratón. Muchos de los que hoy correrán siempre lo hacen por algo más que un simple reto: familia, amigos, dedicatorias. No sólo los keniatas Felix Kipkemoi Keny y Emily Samoei, en categoría masculina y femenina, están llamados a engrandecer la historia de la prueba en Valencia.

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