
Secciones
Servicios
Destacamos
RODRIGO ERRASTI
Lunes, 10 de abril 2017, 23:33
18 años después de brillar en Augusta, Sergio Garcia ya es 'major'. 2017 será el año más recordado de su vida; ese en el que logró un grande tras 74 intentos meses, antes de casarse con Angela Akins, una periodista de 32 años con la que lleva un año y medio de relación. A sus 37 años ya tiene su chaqueta verde, como su querido Seve Ballesteros y un José María Olazábal con el que compartió ceremonia privada en 1999 siendo el mejor amateur. Desde aquel momento, cuando el joven de Borriol miraba con admiración a Chema, ningún español lo había conseguido. Durante todos estos años Sergio era la única esperanza patria para lograrlo. Siempre parecía cerca de hacerlo, pero terminaba fallando en su intento. Ganaba torneos (suma 33 su carrera, 10 de ellos del PGA Tour), pero el 'major' no llegaba.
Pasó a dudar de si mismo y no terminaba de asentarse personalmente, ya que sobre todo las dos rupturas con la australiana Morgan Leigh Norman le destrozaron su moral. «Nunca podré ganar aquí», llegó a decir en Augusta. Volvió a despuntar en 2013, justo cuando inició una relación más seria con la alemana Katharina Boehm. Pero aquello se rompió y Sergio volvió a caer. Se llegó a tomar un descanso, buscando una estabilidad que no terminaba de encontrar hasta conocer a Ángela, a finales de 2015, y presentó oficialmente unos meses después en el Open de Valderrama. Ella, hija del exjugador de fútbol americano Marty Akins y que trabaja desde años en 'Golf Channel', le cambió la manera de ver la vida. Volvió a ser feliz y su juego volvió a ser alegre. Incluso cuando falla algún golpe. «En otros torneos habría empezado a quejarme a mi caddie después de algún fallo. Ahora he aprendido aceptar las cosas que tienen que pasar».
En Augusta luchó contra un gran Justin Rose pero sobre todo lo hizo contra sus propios miedos. Su cabeza era una incógnita, no acertar con el putt, algo que le llegó a obsesionar en sus momentos más dubitativos hasta cambiar tres veces el agarre en un solo año. Ángela tiró de «mucha energía positiva», esas frases de motivación que van desde Audrey Hepburn a Buda. El domingo siempre se le había atragantado en los majors pero transmitía una sensación zen. Sus primeros nueve hoyos fueron impecables, con una gran recuperación desde bunker. «El Masters no empieza hasta los segundos 9 hoyos del domingo», dice el dicho. Ahí empezaron los problemas.
Antes del desempate, en la rampa camino de la salida del 18, chocó su mano con Ángela, consciente de que aquel momento podía ser un punto de inflexión. Que en la cabeza de su futuro esposo, con quién se casa este verano, no debía aparecer la palabra fracaso. No era el día de ceder a los demonios.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.