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El keniano Eliud Kipchoge. Afp
«Los atletas en Kenia no tienen ni para comer»
Atletismo

«Los atletas en Kenia no tienen ni para comer»

La crisis asfixia a los fondistas africanos, cuyos ingresos y los de sus familias dependen íntegramente de las carreras que llevan meses sin disputarse

miguel olmeda

Madrid

Domingo, 31 de mayo 2020, 01:07

Una plusmarquista mundial arrancando hojas de té. Un medallista en el pasado Campeonato del Mundo de atletismo plantando árboles. Un as del mediofondo sembrando patatas. Son imágenes recurrentes en Kenia durante los últimos meses en los que el coronavirus ha paralizado la competición a nivel global, desatando una crisis sin precedentes en el país que alimenta los maratones de todo el planeta. Aunque Beatrice Chepkoech, Rhonex Kipruto y Timothy Cheruiyot aprovechan el impasse para echar una mano en el negocio familiar, son solo la punta del iceberg de una situación que asfixia lentamente la economía de cientos de deportistas.

«En España los atletas están sufriendo, pero no es comparable a lo que sucede en Kenia», explica el catalán Totti Corbalán, preparador físico de la agencia de representación Ikaika Sports en Eldoret. «Aquí hay muchos fondistas que ahora no tienen para comer. Dependen íntegramente de ganar carreras, y si no corren no tienen nada más que hacer», lamenta. Y es que, si la crisis afecta a los atletas de élite, «que no pueden continuar con su estilo de vida», es gravísima para aquella mayoría que viaja por el mundo dando lustre a maratones de segunda fila y sin contratos con multinacionales.

Uno de los mejores fondistas del planeta, medallista mundial y entre los diez primeros del ranking de su especialidad, puede ganar hasta 100.000 dólares anuales, según indica un representante europeo que prefiere no desvelar su identidad en este reportaje. Si compite en maratón, sus ingresos pueden doblarse o multiplicarse. «Pero eso es solo un puñado de atletas si hablamos de ruta, y un pequeñísimo grupo en el caso de los maratonianos», apunta el agente, cuyo grueso de clientes habita en Kenia.

Las ganancias de estos fondistas de élite se dividen en contratos con marcas deportivas y premios en función de su rendimiento. «Los bonus de sus patrocinadores, fijos por participar en carreras y extras dependiendo de su clasificación suelen significar en torno al 50 o 70% de su sueldo anual», un montante que se ha esfumado esta primavera. Fuera del atletismo, además, es habitual que los grandes atletas regenten otros negocios, «generalmente relacionados con el sector inmobiliario, la agricultura y la ganadería», explica este mánager.

La mayoría de los fondistas, sin embargo, están sufriendo con más dureza las consecuencias del parón competitivo: «Cientos de jóvenes dependen directamente de su rendimiento para sacar de la extrema pobreza a familias numerosas; por no hablar de aquellos atletas con cierto nivel internacional que tienen familia, proyectos, compromisos y un estilo de vida que se sostienen con lo que ganan compitiendo». Son deportistas que pueden conseguir al año entre 5.000 y 25.000 dólares en los mejores casos, de los cuales hasta el 100% puede estar ligado a su participación y resultados en carreras.

Riesgo de abandono

A medio plazo, la reducción de competiciones y el menor poder económico de los organizadores para contratar atletas extranjeros pueden provocar un abandono masivo. «Cuanto más dure la pandemia y más se tarde en tomar medidas para controlarla, más fondistas, especialmente los jóvenes, lo dejarán para dedicarse a otras actividades que les permitan subsistir», lamenta el agente, cuyos clientes brillaron en 2019 en grandes capitales del atletismo como Valencia, Tokio, Praga o Doha.

Muchos de ellos, sin embargo, tienen difícil labrarse un futuro lejos del asfalto y el tartán: «La mayoría de los atletas poseen una serie de habilidades muy limitadas y las oportunidades de trabajo prácticamente ni existen para ellos. Sus alternativas pasan por la agricultura, la venta ambulante o similares, y solo unos pocos afortunados podrían encontrar trabajo como funcionarios en las Fuerzas Armadas, la Policía, etc.».

El catalán Marc Roig encara su quinto año como fisioterapeuta en el ahora cerrado campo de entrenamiento de Global Sports en Kaptagat. Convive día a día con Eliud Kipchoge, Geoffrey Kamworor y otros de los mejores maratonianos del planeta, y señala otro de los grupos más afectados por el parón competitivo: «En el atletismo en ruta se mira mucho el ranking para contratar atletas. Imagina las mujeres que hayan sido madres en 2019. Su última competición fue en 2018, 2019 en blanco y 2020 ahora también en blanco. Quizás estén en forma, pero su caché es posiblemente de cero. Se van a encontrar en una situación muy complicada».

Abraham Mutai, presidente de la Federación Keniana de Atletismo en la región del Rift Central, ha pedido a las autoridades estatales un apoyo al deporte nacional por excelencia; mientras que Kipchoge, la cara más reconocible del maratón, ha donado comida a 128 jóvenes fondistas en cuatro zonas del país. «Espero que más empresas públicas y privadas se unan para que los atletas puedan comer, pues sus vidas están estancadas por culpa del coronavirus».

Tiradas largas en solitario y gimnasio casero para estar listos en septiembre

Como el resto de atletas del planeta, los fondistas kenianos entrenan con la incertidumbre de no saber cuándo se celebrarán competiciones. El calendario de maratones está borroso una vez se han aplazado o suspendido todas las carreras de primavera y los más optimistas miran a septiembre, aunque con recelo. De los cinco 'Majors' por disputar, Boston se ha cancelado (por primera vez en 124 años), Berlín también, y la evolución del coronavirus en Estados Unidos no alimenta las esperanzas para Chicago y Nueva York. Londres, presumiblemente solo para los élite, es el que tiene más opciones de celebrarse.

Pese a ello, los maratonianos en Kenia continúan preparando una carrera que salve su economía esta temporada. Lo hacen, eso sí, con muchas limitaciones. «Tenemos un toque de queda, pero de cinco de la mañana a siete de la tarde podemos salir. Más o menos puedes entrenar siempre y cuando no sea en grupo, pero como las pistas y los gimnasios están cerrados, los atletas están haciendo en general 'long runs' (tiradas largas, de 30 o 40 kilómetros) e 'easy runs' (tiradas más cortas a ritmo suave)», señala Totti Corbalán, preparador físico catalán de Ikaika Sports en Eldoret.

«Nuestro campo de entrenamiento cerró en marzo y cada uno trabaja en su casa. Consideramos que estamos en pretemporada, por lo que no les estamos pidiendo series a un ritmo concreto; sobre todo les proponemos fartleks, tiradas largas... Es aburrido hacerlo solo, pero se puede hacer», apunta Marc Roig, fisioterapeuta del NN Running Team, de Global Sports Communication, en Kaptagat.

En el trabajo de gimnasio, Corbalán receta «ejercicios de fuerza y recuperación adecuados al material que cada atleta tenga en casa». Es decir, poco: «La mayoría hacen peso libre, mucha movilidad y poco más. Nada que ver con lo que teníamos antes en las instalaciones del hotel donde está nuestro gimnasio». Sobre todo, el preparador catalán incide en que atletas como Rhonex Kipruto, Joan Chelimo o Rosemary Wanjiru no pierdan la forma ni sufran lesiones: «Tendón rotuliano, de Aquiles... Todo esto, si se deja, cuesta mucho recuperarlo. Intentamos perder lo mínimo para que cuando la situación se arregle un poco estén listos».

Sin embargo, que los maratones europeos regresen en septiembre no significa que los atletas kenianos vayan a participar. «No sabemos nada de cuándo podremos salir, pues las fronteras en Kenia todavía están cerradas y los países europeos también son bastante restrictivos con los extranjeros que llegan. Septiembre y octubre quedan tan lejos que yo tengo la esperanza de que para entonces la situación se normalice, con ciertas restricciones», reconoce Roig.

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