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MANUEL MORERA
VALENCIA.
Miércoles, 2 de octubre 2019, 01:09
Diecinueve campeonatos de España, siete ganados y nunca se ha bajado del podio. Ese es el palmarés con el que Estela Cardoso se presenta en el Mundial femenino de billar a tres bandas. «No tengo ningún objetivo, llego con mucha ilusión. Puedes tener un mal día y que eso te afecte pero tienes que disfrutar», afirmaba la jugadora de Cartagena que hoy, día de la final, cumplirá 35 años. Pero no podrá disputarla, ya que perdió en cuartos de final ante la camboyana Sruong Pheavy. Eso sí, ha quedado entre las ocho mejores del mundo.
Cardoso ha vuelto a Valencia, una de las ciudades con mayor tradición billarista y al Ateneo, lugar donde se disputó el primer Mundial femenino en 2004: «Cuando vi el cartel es a lo primero que me he acercado. Hace muchos años y no recordaba el año exacto. A nivel nacional la valenciana es una de las comunidades que más apuesta por el billar y más gente joven se aficiona. Venir aquí siempre es un lujo».
Aunque la presencia femenina cada vez es más habitual en el billar, todavía son una minoría en este deporte: «Claro que se han dado situaciones machistas, son muchos años y son cosas que en la sociedad en que nos hemos criado pasan. Nunca lo he visto como una maldad. A veces sí que escuchas comentarios inapropiados, sobre todo de la gente más mayor, pero no me lo tomo a mal. Aun así, sí que ha habido un cambio de mentalidad». Aunque anualmente se celebren un campeonato mundial, uno europeo y otro a nivel nacional a nivel femenino, todas las competiciones son mixtas en el billar: «Al haber tan pocas mujeres se hacen estos torneos para promocionarlo. La realidad es que hay muy pocas chicas en el ránking nacional. En casi todos los torneos a los que voy me encuentro que somos cien hombres y yo, pero no me supone ningún problema». Estela aprendió a jugar al billar en su Cartagena natal, en el club de billar de su padre. La familiaridad del local provocó que nunca tuviera problemas para practicarlo pero sí que admite que puede generar dificultades: «De pequeña es más complicado y hay hombres que no se creen que sepas jugar al billar. A algunos les costaba entender que podemos jugar al mismo nivel».
El profesionalismo en el mundo del billar todavía es una quimera en España y solo unos pocos logran cubrir los costes que les supone: «Esto me sigue costando dinero. Para poder entrenar yo tengo que ser socia de un club, pagar unas cuotas mensuales y la hora de billar cuando entreno. La federación me ha dado la facilidad de que cuando practico sola no pago la hora de billar. Siempre te gastas más dinero del que te pagan». Tener que compaginar el juego de tres bandas con un trabajo provoca que la conciliación laboral sea complicada: «Soy analista de datos, estudié matemáticas y primero daba clases de secundaria y ahora estoy en una empresa privada en Madrid. Trabajo ocho horas y al salir me voy al club a entrenar tres horas más. Mi empleo requiere mucha concentración y el billar también, hay veces en que se hace duro». No poder dedicarse plenamente al billar francés ocasiona que Cardoso haya tenido que renunciar en algunas ocasiones a competir: «Me he perdido torneos por motivos laborales. La semana pasada fue la última vez que me pasó».
Con unas jornadas que entre el trabajo y el deporte superan las once horas diarias, la compaginación con la vida familiar se presenta complicada: «No tengo ni hijos ni pareja y me puedo dedicar al billar plenamente. Tengo miedo de si algún día formo una familia cómo podré compaginarlo con el deporte». Aun así, Estela Cardoso reivindicaba la igualdad en este sentido: «Sé que no me podré dedicar plenamente pero si los hombres pueden jugar y tener a su familia por qué no iba a poder hacerlo yo». Uno de los sueños de Cardoso es poder competir en unos Juegos Olímpicos aunque no confiaba en la candidatura para 2024: «No era optimista en lograr que el billar entrara en los juegos de París. Todavía no formamos parte de la órbita olímpica, estoy esperando a que vuelvan a Asia, que hay mucha afición. No me veo a medio plazo en las Olimpiadas pero es un sueño. Desde niña he seguido los Juegos e imaginarme compitiendo sería increíble».
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