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Noche fría en algún lugar de Rusia en un invierno de los 90. Las jugadoras de El Osito L'Eliana habían disputado un partido de ... Copa de Europa y se disponían a emprender otro maratoniano camino de regreso a España. Cuando las chicas empezaron a subir en el autobús, aparcado en una zona oscura, se toparon con dos jóvenes. Ellas con cara de susto, ellos gesticulaban, con los ojos bien abiertos y tratando de mostrar unas credenciales. «¡No me contéis historias! ¡Largo de aquí, pero ya!», intervino Cristina Mayo, seguro que con algún taco de por medio, mientras les arrancaba los carnets de las manos y los lanzaba contra el suelo. Con esas identificaciones, esos dos hombres trataban de explicar que eran agentes de la KGB a los que se había encargado que velasen por la seguridad del equipo.
Aclarado el malentendido y aún con el susto en el cuerpo pero con su líder aún más reforzada, la expedición inició el viaje. Aquel grupo era mucho más que un equipo deportivo. Cristina Mayo inculcó a sus jugadoras ese espíritu que las llevó a bajarse sin dudar de otro autobús, esta vez en Polonia. El vehículo se había averiado y tuvieron que empujarlo para que arrancase y, de este modo, llegar a tiempo a un partido.
«La de Rusia es la más heavy, pero te podría contar muchísimas. Es cierto que a veces se le iba la boca, pero casi siempre era para defendernos», recuerda Cristina Gómez, su gran capitana en la etapa gloriosa de El Osito: «Me fichó en una Copa de la Reina que se disputó en Castelldefells. Vino a hablar conmigo: '¿Jugarías en el Iber?'. Le dije que sí, sin preguntarle lo que iba a cobrar. Era el mejor equipo de España. Llegué y me cambió todo: la disciplina, la forma de entrenar de forma seria y sin descanso... muy profesional».
Otra noche europea, tras un partido en Francia, en el hotel les racanearon a la hora de cenar. «Nos sacaron unos quesos y ya. Decían que era lo que había. Cristina montó en cólera, les dijo de todo, ¡y vaya si sacaron comida! Ya te digo que se le calentaba la boca, pero luego ni se acordaba. Ibas y le decías: 'Te has pasado un poco, has dicho esto...'. Y ella te respondía: '¡Qué va! ¿En serio?'. Ni se acordaba», relata Cristina Gómez. La Mayo, porque así se la conoce de forma cariñosa, ha hecho historia por su férreo carácter pero también por su espíritu ganador. Empezó jugando a baloncesto pero cambió de deporte cuando fue a Madrid a estudiar INEF. Allí conoció a Domingo Bárcenas y a Juan de Dios Román, dos referentes que la ganaron para el balonmano. Debutó en el Atlético, se vino a Valencia y a los dos años ya era internacional. Cuando el equipo se quedó sin entrenador se forjó la leyenda de la Cristina Mayo en el banquillo.
Compaginó un tiempo el balonmano en activo con la labor como entrenadora. Después, siempre peleando mucho, exprimiendo los recursos pero trabajando de forma muy profesional. Tejió el mejor equipo femenino de la historia. «Es un auténtico referente, una orfebre del deporte y un ejemplo de liderazgo», recuerda José María Ángel, alcalde de L'Eliana en la etapa de los grandes éxitos de El Osito.
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Concejala de Deportes en Valencia –se presentó como independiente– en una breve etapa, cuando el Iber se quedó, ya no sin patrocinador, también sin pabellón en la ciudad, no se rindió. Se plantó en L'Eliana y expuso su proyecto a Vicente Tarrazona, predecesor de Ángel en la alcaldía, y le convenció. La localidad celebró hace 25 años la Copa de Europa, la gran guinda a un palmarés excelso de un equipo que conquistó, entre otros títulos, 24 Ligas y 20 Copas de la Reina.
En la semifinal de la Copa de Europa, ante un lamentable y sospechoso arbitraje en Austria ante el Hypo, Cristina Mayo paró el partido y amenazó con retirar al equipo. Los colegiados y ella fueron sancionados con seis meses, pero ella logró cambiar la situación y que El Osito se metiera en la final que ganó en 1997. Psicóloga de profesión (fue profesora en la INEF), jamás se conformaba con menos de la perfección, hasta con el speaker que anunciaba las alineaciones en el pabellón, al que siempre avisaba: «Si vas a hacerlo, hazlo bien».
Alcalá de Henares. Localidad madrileña donde nació en junio de 1952.
Mar Valencia. Nombre del club que lideró, desde el histórico Iber, al laureado El Osito L'Eliana, y la etapa final del Astroc Sagunto.
Copa de Europa. La ganada en 1997 contra el Viborg. En 2003 El Osito disputó la final, que perdió contra el Krim de Ljubliana. A nivel europeo, aquel equipo logró una Supercopa y la Recopa.
Extenso palmarés. A nivel nacional, el equipo de Cristina Mayo ostenta unos registros que parecen imbatibles: 24 Ligas y 20 Copas.
Seleccionadora. Cargo que ocupó y que compaginó con su labor en el club.
Psicología. Su tesis sobre liderazgo en el balonmano fue publicada en un libro. Ejerció como profesora.
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