![Héctor Catalá, la lesión de exigirse demasiado](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/08/16/hectorcatala-RNtOmnX0k0AwUIeuLgXlUDO-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Héctor Catalá es ahora capaz de perderse unos días por Lanzarote con su pareja. «Estar allí tranquilo y hacer deporte. Nadar, correr o salir en bicicleta, pero sin mirar el cronómetro», indica incidiendo en esto último. Para que aprenda a desconectar, el paratriatleta –que en ... París completará sus segundos Juegos en la categoría PTVI de deficiencia visual– tuvo que vivir un auténtico calvario que estuvo a punto de llevarse por delante su carrera. Y ese descenso a los infiernos se produjo justo después de tocar el cielo con la medalla de plata lograda en Tokio.
«Fue algo que les suele pasar a los altos ejecutivos que están continuamente sometidos a mucha presión. Pues a mí me sucedió justo eso después de los Juegos y no lo supe gestionar. Ni nadie de mi entorno teníamos experiencia, pero sí me lo habían dicho otros compañeros que sí sabían de eso, como Ricardo Ten o David Casinos. Pero yo no veía otro camino, seguí dándole fuerte y casi me cuesta la carrera», relata el triatleta de Serra.
Tanto que hubo un especialista que dictó sentencia: «Que el deporte de élite se había acabado para mí». Clínicamente tenía una anemia de caballo, pero esto no era lo único que salía descompensado. Por ejemplo, el cortisol llegó hasta 25. «Mi analítica presentaba unos valores de estar muy enfermo. Los médicos están acostumbrados a tratar con deportistas y tenían muy claro desde el principio que lo que sucedía era que mi cuerpo no estaba respondiendo», puntualiza.
Tuvo que resetear. Empezar de cero y ponerse en manos de un profesional con el que no había trabajado nunca. «Estuve prácticamente un año con una psicóloga, iba una vez por semana. Lo que yo tenía era un problema de ansiedad muy grave», relata. Aquello le ayudó a abrir la mente: «Antes nunca había ido a un psicólogo, que además muchas veces eso lo vemos como algo para flojos. Nada más lejos de la realidad, es súper necesario estés bien o mal».
Le vino bien ponerse en manos de Davinia Albinyana, que además es triatleta, por lo que fue más sencillo generar sintonía. En aquel momento de cambios también tuvo que dejar de competir con Gustavo Rodríguez, con quien logró la plata en Tokio. Aunque nunca se ha planteado dejar realmente el triatlón, estuvo a punto de centrarse en el ciclismo: «El Campeonato de España se celebró en Valencia y lo gané. A raíz de ahí me llamaron para la selección». Sin embargo, Félix García Casas le dejó muy claro desde el principio que no contemplaba que compaginara ambas modalidades. «Me dijo que querían gente centrada al 100% y a mí me parece lícito. Llegué a planteármelo, pero a mi me gusta entrenar a los tres deportes», comenta Héctor Catalá.
Si en el futuro se pasa al ciclismo, esto es algo que el deportista de Serra deja en el aire. Una vez todo estuvo de nuevo en su sitio, con el equipo de nuevo configurado con la entrada del guía Carlos Oliver, el valenciano se centró en clasificarse para sus segundos Juegos Paralímpicos en paratriatlón. Y después de todo lo que había sufrido, el camino hacia París fue relativamente sencillo: «La verdad es que hemos escogido bien las pruebas. El año pasado ganamos una Serie Mundial en Canadá y eso nos dio muchos puntos. El Mundial no salió bien, pero estuvimos delante, así que la clasificación no ha sido un dolor de cabeza».
Y en París, ¿qué? Si en Tokio fue plata... ¿oro? «¡Qué presión!», exclama entre risas. Pero no niega que ese sería el gran sueño, que seguro que ha visualizado en estas últimas semanas entrenándose a conciencia lejos del calor de Serra, aunque sí en la altura que concede Sierra Nevada.
Héctor Catalá sí tiene claro lo que ocurrirá tras los Juegos de París. ¿Los Ángeles? Bueno, eso es algo que pone en duda. «No sé lo que va a pasar. Hace poco lo comentaba con un biomecánico de Elche, que la gente me está preguntando y yo a los siguientes Juegos llegaría con 40 años. Que está claro que la edad es una cifra, yo no estoy quemado y a mí esto me encanta. Veremos cómo va evolucionando la vida», reflexiona. Lo que sí hará esta vez, tras los Juegos, es perderse unos días en Lanzarote o donde sea. Hará deporte, pero sin mirar al crono. Sin exprimirse. A disfrutarlo.
Héctor Catalá ha tenido que afrontar un problema extra: el cambio de guía pues Gustavo Rodríguez, con quien logró la plata en Tokio, tuvo que retirarse en 2022 de la alta competición a causa de las lesiones. «Realmente aquella fue nuestra última gran competición, porque luego hicimos el Europeo y salió todo nefasto», señala el paratriatleta. «Gustavo y yo estuvimos hablando de la necesidad de buscar a otra persona y apareció Carlos Oliver, que es un chico bastante más joven que yo. Pasar de ir con una persona de 43 años a una de 24, lo he notado bastante», comenta: «Prácticamente he pasado de ser el hijo a ser el padre. Es un atleta extremadamente bueno, que había acabado en la corta distancia y ahora ha empezado en la media». Catalá define a su nuevo guía como alguien «de mucho carácter» y apunta que se han adaptado bien: «Yo no considero que el guía trabaje para mí, sino que formamos un equipo, y eso nos lo tomamos igual los dos».
Las aguas del Sena van a volver a estar en el disparadero de cara a los Juegos Paralímpicos, que empiezan dentro de menos de dos semanas. En principio, las competiciones de triatlón, previstas para el 1 y 2 de septiembre, partirán desde el puente Alexandre III, como sucedió en los Juegos Olímpicos que concluyeron el 11 de agosto. No obstante, habrá que volver a estar pendientes del grado de contaminación. Por ejemplo, en el triatlón masculino de los Juegos Olímpicos, la competición tuvo que retrasarse 24 horas por este motivo, y en la prueba de aguas abiertas no se supo hasta la propia madrugada si finalmente se iba a dar el pistoletazo de salida. World Triatlón por el momento no se ha pronunciado al respecto, pero una opción que sí se está valorando seriamente es modificar el tramo de agua ya de inicio para que los paratriatletas no naden a contracorriente, algo que endureció la prueba en los Juegos Olímpicos.
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