El imparable ascenso de la práctica del pádel en la Comunitat

Hoy y ayer, al igual que mañana, unas 1.500 personas estarán jugando a pádel en Elda. La localidad alicantina acoge la fase final del campeonato autonómico de este deporte. A lo largo de todo el año, la Comunitat habrá celebrado alrededor de 180 competiciones oficiales entre las que se encuentran campeonatos nacionales y europeos.

«El punto final por verano, hasta que se retomen las partidas en otoño, será el World Pádel Tour en La Fonteta», afirma Alfonso Monferrer. Él es presidente de la PadelCV (Federación de Pádel de la Comunidad Valenciana) desde el año de la creación del organismo, 2007. Un tiempo en el que ha visto crecer de manera «espectacular»el deporte que le apasiona. En la actualidad hay 8.000 federados en la Comunitat. Una cifra que refleja la concienciación de los jugadores de pádel valencianos sobre la importancia de formar parte de este organismo: «Es un apoyo al deporte, y sobre todo a la base más allá de poder competir o tener descuentos».

El músculo de la Comunitat se deja ver entre las grandes potencias como lo son Madrid y Barcelona:«Poco a poco generamos un polo, como son las dos grandes ciudades, para que vengan los mejores entrenarse aquí», explica Monferrer. El representante del pádel en el territorio recuerda que única en toda España, y tal vez en Europa, es la iniciativa de contar en el prestigioso Centro Educativo de Cheste con 12 alumnos que compaginan sus estudios con el entrenamiento y la práctica del pádel;junto a centros de tecnificación.

Monferrer valora el trabajo de instituciones como la Fundación Trinidad Alfonso, junto a la que la Federación acerca el deporte de la pala a «colegios o familia». «La Fundación es el compañero ideal para avanzar, compartimos distintos espacios, también formamos parte de proyectos como el de Emprén Esport, por ejemplo. Para nosotros trabajar la base es fundamental». «El pádel es una actividad en crecimiento y ahora necesitamos toda esta colaboración público-privada para su impulso», concluye Monferrer.

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