moisés rodríguez
Lunes, 30 de marzo 2020, 01:23
Eduardo Blasco se sube por las paredes. «Aquí estoy, en Elche, sin saber ya qué serie de Netflix elegir para pasar el rato mientras mis rivales de Italia suben fotos en Instagram entrenando», lamenta el vasco, que días atrás practicó la trashumancia. En su caso, lejos de buscar mejores pastos como los rebaños, se dedicó a recorrer España persiguiendo piscinas abiertas, el hábitat que necesita para prepararse como nadador de élite. «Me he hecho muchos más kilómetros en coche que en el agua», subraya. Su crítica básicamente está relacionada con la diferencia de criterios de los diferentes países con respecto a los deportistas de alto nivel. «Si me lo dices como ciudadano, o como miembro de una familia, como estudiante universitario... me quedo en casa. Como deportista, no lo tengo tan claro», desliza.
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Natural de San Sebastián, Eduardo Blasco prepara sus temporadas desde hace algún tiempo en Elche. «Mis viajes no son a lo loco. La Federación ya nos avisó a mediados de febrero de que iba a haber jaleo. Me vine a la Comunitat porque el clima más cálido y con menos humedad que en el País Vasco me viene bien y pensé que podría entrenar mejor. ¡Qué equivocado estaba!», lamenta. Con un palmarés casi incontable en natación con aletas y en modalidades de salvamento, ideó un plan de auto rescate.
Sabedor de que en Elche cerrarían pronto las instalaciones, buscó el lugar donde más posibilidades tendría de encontrar abiertas. «Sabes que las que rimero echan el cerrojo son las públicas, has de buscar concesiones o privadas. Al final echas mano del boca a boca», señala Eduardo Blasco. Así recorrió media Extremadura: «Me sucedieron cosas curiosas, como estar en un pueblo donde además de la piscina había un campanario. Poco más. Y encontrar deportistas con gran proyección».
Pero con el paso de los días, al inicio de marzo, Extremadura se secó. Tocó migrar hacia el norte, a Castilla y León. En concreto, León, Palencia y el final del camino, en Burgos. «Allí me encontré con una persona que estaba limpiando la piscina, preparándola para cerrarla ante la inminente orden de confinamiento. Me ofreció entrenar media hora. Creí que me estaba vacilando», relata entre carcajadas.
En aquel momento, Eduardo Blasco se había quedado ya sin opciones. Hizo un amago de seguir hacia el norte, a casa de sus padres para someterse a una cuarentena que era cuestión de horas. «Mis padres son médicos y ya sabían lo que había. Mi madre me dijo: ‘Podemos acabar todos contagiados. Tu hermana no ha venido, y tú tampoco’», concluye el nadador: «Era una forma de mantener a salvo a los abuelos».
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Casi tres semanas después, no le quedó otra solución que regresar a Elche, de donde había iniciado su peculiar viaje. Y ahí está desde el 16 de marzo. «Quiero dejar claro que ya estaba aquí, ¡no vaya la gente a pensar que me he venido a encerrarme!», resalta. Se lo toma ya a risa, pero lo cierto es que no le hace ninguna gracia. Y de su aventura, Eduardo Blasco ha terminado de perfilar una postura que puede abrir un debate pero que afectaría a todos los deportistas españoles.
Pide poder entrenarse. «Recibimos una carta del CSD diciendo que tenemos que parar. Mientras, mis rivales, aquellos con los que me voy a pelear en el agua cuando se reanude todo, están entrenando. Imagínate la ansiedad que genera cuando los ves corriendo, preparando su corazón y yo tengo que permanecer encerrado», lamenta.
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Eduardo Blasco defendía esta postura antes de que se aplazaran los Juegos Olímpicos a 2021 y la reafirma después de la decisión del COI. «Igual que en otros sectores están preocupados, nosotros también. Un ciclista va a tener que competir en noviembre y se juega sus patrocinadores. Si en España le damos importancia al deporte de élite, necesitamos que se nos permita entrenar. Que me dejen meterme en el mar yo solo», proclama.
«O todos o ninguno. No puede ser que se nos impida trabajar a nosotros y en otros países estén entrenando», reitera Eduardo Blasco, que también subraya el caos generado. «Entiendo que en estos momentos hay aspectos muy importantes, pero es que no existen soluciones para las subvenciones, becas y subsidios de los deportistas. Dependen de campeonatos clasificatorios que no se han cancelado. ¿Cómo nos vamos a preparar para ellos?», lamenta. Sigue atrapado en Elche. Ha realizado un viaje casi infructuoso. Asume que le aplacen las oposiciones que preparaba o que no pueda volver a casa. En cambio, defiende decididamente una moratoria para los deportistas de élite.
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