El necesario granito de arena

El arranque de la historia de los hermanos Monfort, Vicente (32 años) y Javier (30), es la de casi todos aquellos que acaban destacando en un deporte ajeno al fútbol. Hay, a grandes rasgos, dos vías: un familiar que sirva de modelo o de incentivo, o alguien que se cruce por el camino. Y eso es lo que les ocurrió a estos valencianos. En el colegio donde se formaban, el Cervantes, impartía clases Fernando Mirasol, gurú del voleibol en la ciudad. «Fue gracias a él. Empezamos a jugar desde pequeños, y aquí estamos», señala Javier. Tanto él como su hermano compiten prácticamente todo el año: en la pista en invierno, y en voley playa en verano. En esta modalidad se han hecho un nombre en la élite nacional, pero ahora quieren más.

El problema es el de siempre: sirva el símil recurrente, necesitan un granito de arena para dar el salto fuera de España. «Estamos destacando desde hace algunos años en los torneos a nivel nacional, disputando siempre las grandes rondas. Pensamos que tenemos nivel para centrarnos en el voley playa y competir a nivel internacional», señala Javier. Al principio, parece que la meta les da vértigo, pero en cuanto se les pregunta al respecto, sueltan la lengua. «Los Juegos Olímpicos sería el objetivo final. Hablamos de cara a 2024», precisa Vicente.

Están en una buena edad para conseguirlo. Tienen como ejemplo a Pablo Herrera. El castellonense, que acaba de cumplir 39 años, debería haber ido a Tokio este verano. «Los de 2021 serán sus quintos Juego», inciden los hermanos Monfort. Si su plan les sale bien, pueden tener hasta dos ciclos olímpicos.

Pero claro está, para competir a nivel internacional, subir en el ránking y lograr la clasificación para unos Juegos, necesitan centrarse en el voley playa. Javier Monfort, por ello, todavía no ha firmado con ningún equipo de pista para la próxima campaña. Mientras, buscan apoyos: «Para competir una temporada fuera de España se necesitan entre 15.000 y 20.000 euros».

Los Monfort han llegado a un punto que no les es para nada desconocido. Han sufrido en varias ocasiones en sus carnes las incomodidades del llamado deporte minoritario. «Hemos sido finalistas de un torneo del Madison (el Campeonato de España) y hemos tenido que descansar en las horas previas en el coche de nuestros padres, recostando los asientos. Nuestros rivales, mientras estaban en el hotel», indica Vicente. «O meternos en una cafetería, y encontrarte con familiares de contrincantes que te preguntan: '¿Y vosotros qué hacéis aquí?'», apunta Javier.

El Covid-19 lo ha complicado todo. Como todos los deportistas de élite han hecho lo que han podido durante el confinamiento. Luego, en la desescalada tuvieron algún problema para entrenar en las playas de Valencia. Al final hallaron acomodo en la cancha de voley playa del polideportivo de L'Eliana, localidad donde veranean desde niños. Ahora ya se ejercitan en la Malvarrosa.

«Estamos apuntados al circuito Vichy de Cataluña, pero ya nos han anulado un torneo. La intención era ir a la Copa del Rey y a la Copa Primavera, pero ahora veremos cómo queda todo», señala Javier. Él disputó hace años algunos torneos internacionales con Inocencio Lario. Gracias a los puntos que consiguió, los Monfort pudieron participar después en un par de competiciones en Serbia. «Nos ayudaron nuestros padres. Nos fue bien y por eso ahora estamos convencidos de que tenemos posibilidades», especifica Vicente.

Él compagina la cancha con la faceta de entrenador y no duda al afirmar que el voley playa es más duro que la pista. «Más sacrificado... aquí es como un deporte individual. En cada jugada has de tocar al menos una vez el balón. En la pista puedes estar rotando sin intervenir», apunta. «Nosotros nos preparamos para la temporada de pista y luego estamos entre los mejores de España en la playa. Eso tiene su parte de mérito», se reivindica Javier Monfort.