Ángela Martínez prefiere no competir en aguas abiertas. «He hecho travesías desde niña y me estresa ir con 30 para pasar una boya, que te ... cojan, te hundan», reflexionaba antes de los Juegos. Tampoco quería nadar en el Sena: «No me hace ninguna ilusión, además de por toda la porquería que hay, por las corrientes. He nadado en mar en Italia, en otros ríos como en la República Checa y Sevilla, en Budapest... pero este es diferentes». Pero lo que sí tenía claro era el firme deseo de ser olímpica. Lo intentó en la piscina, sobre todo en los 1.500. Pero no salió. Quizás para Los Ángeles lo vuelva a intentar. Donde sí lo consiguió fue... en aguas abiertas. En febrero, en Doha y en una agónica y emocionante remontada para quedar la 13, el último puesto que daba un billete para la competición de París 2024.
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En el Sena, el río al que Ángela Martínez no quería lanzarse, pero donde se ha confirmado como gran promesa de la natación española. El Sena, cuya contaminación puso en entredicho, como ya pasó con el triatlón, la competición de los 10 kilómetros en aguas abiertas. Sobre las 4 de la mañana, cuando los despertadores de las nadadoras y sus equipos técnicos empezaban a sonar, llegó el comunicado: los parámetros de contaminación estaban dentro de los estándares para nadar en el río que atraviesa París.
La estampa es idílica y Ángela Martínez ya la tiene para su incipiente álbum olímpico. Porque su top ten en París 2024 le augura un gran futuro en la natación que ya llevaba tiempo labrando. A quienes le conocen no les soprende tanto ni el puesto en el que ha palmeado en meta ni el desempeño en la última vuelta de la ilicitana. El resto es experiencia para el futuro: con mucho trabajo por delante, hay mimbres para estar más cerca de la cabeza dentro de cuatro años, pro qué no decirlo, también en Brisbane.
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Cuarta en el Europeo junior de 2021, su puesto en los Juegos Olímpicos mejora la undécima plaza del Mundial de 2023. Y lo ha hecho escalando seis puestos en la última vuelta, de dos kilómetros, con el esprint final de 1.000 metros a contracorriente. A Ángela Martínez le caracteriza esa capacidad de, tras nadar durante casi dos horas, exprimirse al máximo en ese arreón hasta la meta. Al iniciar esa vuelta final ha pasado a la otra española, María de Valdés, que también ha debutado en unos Juegos pero que tiene más experiencia que la ilicitana.
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Esto no iba de experiencia, sino de pulmones. De energía que ha sabido regular Ángela Martínez. Ha ido superando rivales y se ha quedado a 4,3 segundos del octavo puesto, firmado por la francesa Caroline Jouisse, que le habría dado el diploma olímpico. Había iniciado esa última vuelta en el puesto 15. La valenciana ha demostrado que hay que contar con ella. Este resultado sólo debe ser el arranque de otro ciclo más ambicioso. ¿Por qué no verla en Los Ángeles en la pelea por las medallas? Esta vez se las disputaron la neerlandesa Sharon van Rouwendaal, la australiana Moesha Johnson y la italiana Ginevra Taddeucci, oro, plata y bronce en ese orden. Ellas tres han integrado un grupo cabecero en el que quizás dentro de cuatro años esté la ilicitana.
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