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Rubén Orihuela, durante un ejercicio cuando competía. LP
El primer federado del mundo en gimnasia rítmica es valenciano: «Entrenaba a escondidas»

El primer federado del mundo en gimnasia rítmica es valenciano: «Entrenaba a escondidas»

Rubén Orihuela, que fue nueve veces campeón de España, organiza en Sedaví un torneo femenino, masculino y adaptado | «Me insultaban cuando competía… a los chicos de ahora por suerte es al revés, les animan», señala

Jueves, 6 de abril 2023

Rubén Orihuela descubrió su vocación un verano, en el camping donde estaba de vacaciones con su familia. Tenía 10 años. «Vi a unas niñas hacer ejercicios con un aro y unas mazas. Quedé fascinado», recuerda. Había descubierto la gimnasia rítmica. Pero él siempre fue una persona inquieta, desde niño. Lo sigue siendo a sus 35, después de una prolongada trayectoria y como demuestra el torneo que se ha celebrado esta Semana Santa en Sedaví y que lleva su nombre.

Pero es que su historia con este deporte en el que fue pionero mundial arranca también en la localidad de l'Horta Sud. Sí, Rubén Orihuela fue el primer federado del planeta en un deporte que a finales del siglo XX era considerado como «de niñas». Pero él se negó a aceptarlo. Empezó el curso y cada tarde iba, de lunes a viernes, sin fallar ni un solo día, al pabellón de Sedaví donde se entrenaba el club de la localidad. Primero observó y después pasó a la acción.

«Era un club en el que lógicamente por aquel entonces sólo había niñas. Yo observaba hasta que decidí empezar a entrenar por mi cuenta, a escondidas, en un rincón del pabellón», recuerda Rubén. Pero no pasó desapercibido. «Debo tener condiciones innatas para este deporte, porque vino una de las monitoras y me preguntó si querría apuntarme. Me fui a casa con una hoja de inscripción», señala.

Rubén Orihuela, en la actualidad. LP

Aquella tarde de 1998, ese folio fue recibido en su hogar como una patata caliente. Al padre le abrasó las manos: «Que decida tu madre». Y ella, conciliadora y diplomática, le comunicó: «Si es lo que quieres, adelante». «Años después me confesó que estaba convencida de que al ver que sólo había niñas, en pocos días me lo dejaría», aclara Rubén.

Pero no. Había dado el paso, el más sencillo quizás. Porque luego vinieron las zancadillas. La del sinsabor continuo de entrenar sin el aliciente de competir que sí tenían sus compañeras. Y sobre todo, la de la discriminación. «Algunos compañeros de clase o del pueblo me tenían como un bicho raro, se metían conmigo o me daban de lado», recuerda.

De sus amigos, sobre todo los que practicaban otros deportes, se ganó el respecto cuando, al fin, en 2005 pudo empezar a competir. «La gimnasia rítmica no es sólo flexibilidad o coordinación. Tiene muchísimo más y tienes que entrenar ocho horas al día. Y cuando empiezas, estás a lo que estás. No puedes ni hablar que te pegan la bronca. La gente que conozco que jugaba a fútbol, por ejemplo, entrenaba dos horas y ya está», relata Rubén Orihuela: «Mis amigos veían el grado de sacrificio y flipaban».

Pero el cambio de siglo no acabó con los prejuicios ni la discriminación. Para empezar, por parte del público en algunas competiciones: «Te insultaban… Ya puedes imaginar: '¡mari…!'». En 2009 llegó el gran mazazo en forma de comunicado de la Federación Internacional, que afirmaba que la gimnasia rítmica era un deporte de mujeres y que no había un reglamento para hombres. Se inició un movimiento para atajar esa injusticia encabezado por España, donde se implicó el Ministerio de Igualdad.

Rubén Orihuela y el puñado de chicos que ya querían competir en gimnasia rítmica vieron cómo caía la última barrera. El valenciano fue nueve veces campeón de España y, sobre todo, su gran victoria fue comprobar cómo cada vez la sociedad los iba aceptando. Con el tiempo, el bicho raro pasó a ser aquel que puntualmente se empecinaba en quererlos marginar. «Hoy en día por suerte los insultos se han convertido en ánimos. Los chicos son hoy en día el gran atractivo de las competiciones y tienen todo el apoyo del público», asegura.

Él está retirado, pero a sus 35 mantiene la ilusión que le llevó a entrenarse a escondidas. Dejó definitivamente la competición en 2017, pero antes ya fue asesor del combinado de Brasil en todo el ciclo olímpico de los Juegos de Rio 2016. Es juez y entrenador, habiéndose hecho cargo del Club de Gimnasia Rítmica de Sedaví. «Ahora no tengo ningún chico, pero los ha habido y tenemos gente que va al Campeonato de España», precisa.

Y ha cerrado el círculo, pues en ese pabellón en el que se entrenaba a escondidas y del que salió una tarde con su primera hoja de inscripción, ha organizado esta Semana Santa un campeonato internacional que lleva su nombre: la Rubén Orihuela Cup. Ha querido que la competición sea inclusiva, y han participado chicas, chicos y hay también gimnastas adaptados. La guinda fue el evento del lunes: tres de las cinco gimnastas de la Bulgaria que ganó el oro olímpico en Tokio impartieron una master class.

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