Hace año y medio que no navegan juntos mar adentro. Ahí, rodeados de agua, mientras pescan, Pablo y Rafael olvidan lo que ha quedado en ... tierra. Con el aroma del salitre como denominador común, uno no es el ya histórico deportista que completará en Tokio sus quintos Juegos Olímpicos. Y el otro aparca una vida dedicada a su vivero para conceder una vida más confortable a la familia. Una estirpe que ha ido navegando y explorando según han surgido las oportunidades. Rafael es un apasionado de la natación y, de hecho, apuntó a su hijo a la piscina. Cuando era un chaval, para nada imaginaba que triunfaría en el voleibol.
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"Es un deporte que te ayuda mucho en la constitución del cuerpo. A los 14 años, cuando empezaba a doblar, ya se me hizo muy duro y fue cuando probé el voley", precisa Pablo Herrera. Se inició en el colegio y luego pasó al Illa Grau de Castellón, hasta que el Elche le propuso jugar en Superliga: "Aquello fue un salto muy grande". Ese impulso resultó decisivo en su carrera. Entonces alternaba la pista con la playa, que ocupaba los meses de verano, después de la temporada.
"Un año clasifiqué con Raúl Mesa y Sixto Jiménez nos llamó para hacer tecnificación en Tenerife", indica. Y allí cambió todo. "Cuando Javi (Bosma) me vio, me propuso jugar a nivel internacional", señala el deportista que se integra en el Proyecto FER. Fue un periodo de dos años que desembocó en el gran éxito de su carrera y un hito del voley playa español, la plata de Atenas 2004: "Él en su día ya me lo comentó, que con el tiempo valoraríamos más lo que supone llegar a las rondas finales y colgarse una medalla en un torneo olímpico. Ahora en el confinamiento hemos tenido la oportunidad de charlar y recordar todo aquello".
A Pekín acudió con Raúl Mesa y desde 2009 forma pareja con Adrián Gavira, con quien ha generado unos vínculos cada vez más estrechos. "La relación es muy buena, somos como hermanos y eso resulta vital, sobre todo en los malos momentos", recalca el castellonense, que en Tokio hará historia, al convertirse en el primer deportista de la Comunitat en acudir a cinco Juegos. Dos décadas de olimpismo... casi nada. Además, en voley playa igualará el hito del brasileño Emmanuel Rego.
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"Es el torneo más importante, en el que representas a tu país. Y eso me enorgullece", afirma. Sobre seguir hasta París, a sus 39 años no lo descarta: "Con Adri todo es más fácil, según me vaya viendo físicamente, iremos decidiendo. Mientras siga disfrutando dentro del campo, con ganas de pelear y continuar creciendo...".
Para eso ha sido vital el otro equipo. El que forma con Raquel, su mujer. "Ella está de excedencia, con los peques 24 horas al día. Tenemos dos, de cinco y dos años, India y Eros. Cuando lo deje quiero devolverles el tiempo que ahora no les estoy dando", subraya. Porque como cualquier deportista, sabe que en estos tiempos, además de entrenar, toca hacer sacrificios para blindarse.
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Aún así, nadie está totalmente protegido y Pablo Herrera lo sabe bien. Adrián Gavira se contagió a principio de año. Sellaron su clasificación en Ostrava, a finales de mayo. Entre ese parón y que este año ha habido menos torneos, les está costando coger el ritmo de competición: "Ahora ya estamos mejor, iremos a Tokio a pelear".
Y luego, al fin, ansía tener unos días para dejar de pisar la arena. Abandonar tierra firma y embarcar con Rafael. Y con María Vicenta, su madre y Daniel, su hermano, que también juega a voley. De volver a parar el tiempo y navegar juntos hacia lo desconocido.
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