Silvia Navarro, una giganta en esencia que honra a una generación

Silvia Navarro habla periódicamente con Gregorio García. Él la rescató para el balonmano de élite dos años después de que Cristina Mayo le mostrase la puerta de salida de El Osito l'Eliana. «Me vine abajo y me fue a Torrent, a Primera Nacional. Disfruté de mi deporte a otro nivel e hice amigos que aún conservo», recuerda. Aquel duelo duró dos años, hasta que llegó la llamada de Gregorio: «He esperado un tiempo para que te relajases, pero quiero contar contigo». Y junto a las palabras, un contrato de cuatro temporadas encima de la mesa. «Ni me lo pensé. La verdad, se portó muy bien conmigo». Eran los años de oro del balonmano femenino valenciano, con aquellos memorables duelos entre El Osito y el Ferrobús. Luego Silvia Navarro fichó por el Alucine Puerto de Sagunto donde, posteriormente, se reencontró con Cristina Mayo... y la volvió a descartar.

«Hace ya años que no hablo con ella, pero no le guardo rencor, de verdad. Yo habría hecho lo mismo, entonces se llevaban porteras de gran envergadura. El balonmano ha evolucionado mucho, sobre todo en mi posición», afirma Silvia Navarro: «Gracias a ella he llegado a ser esta jugadora. Me tuvo mucho tiempo haciendo pesas y sentadillas para fortalecer las piernas».

Con la crisis, aquellos derbis y esas finales europeas con clubes valencianos quedaron para la historia. La liga se fue debilitando al mismo tiempo que la selección empezaba a cosechar éxitos. «A muchas nos tocó emigrar, yo misma me fui a jugar a Rumanía», recuerda Silvia Navarro: «Ahora desde la Federación y con el trabajo de Francisco Blázquez (valenciano) y su equipo, se está captando a gente y las jugadoras quieren estar en la Liga Guerreras. Cada año se mejora».

Las inercias del campeonato doméstico y la selección fueron opuestas. Mientras la liga se debilitó, España empezó a pisar podios en competiciones internacionales, algo que no había logrado en la edad de oro liderada por los proyectos de El Osito y del Ferrobús. «El trabajo de gente como Cristina Mayo, Lydia Montes, Diana Box, Cristina Gómez se ve reflejado ahora. Son partícipes del éxito de las Guerreras, ellas pusieron los cimientos», reflexiona Silvia Navarro.

Lo cierto es que la portera valenciana formó parte de esa generación... y de la actual. Porque la giganta de la portería ha exprimido sus 1,69 metros de altura tanto como un físico, que le sigue respondiendo a los 42 años, esos que cumplió en pleno Preolímpico de Llíria: «Clasificarnos para Tokio fue mi mejor regalo. Unos Juegos es lo máximo para un deportista y quería ver a la gente joven de este equipo disfrutando de lo que yo experimenté en los primeros, los de Londres».

¿Y después? «Físicamente me encuentro bien», señala la deportista que forma parte del Proyecto FER, y que en la actualidad negocia la renovación de su contrato con el Rocasa de Gran Canaria. «Quiero seguir un año más, pero seguramente será el último. Tengo pensado darle un vuelco a mi vida», asegura Silvia Navarro.

«Me va a costar mucho dejar el balonmano, lo llevo muy arraigado en las venas... pero quiero cambiar mis prioridades. Lo que más me pesa de todo esto es el tiempo que he restado a mi familia, y mis padres se van haciendo mayores, deseo estar con ellos», reflexion. Echa de menos la terreta y admite que ya tiene en mente qué hará tras su retirada. «Algo relacionado con el deporte», desliza sin soltar prenda. Si lo que sea le va tan bien como en el balonmano el éxito está asegurado.