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En octubre de 2010, Alexander Dolgopolov se entrenaba a conciencia para ser deportista de élite. A finales de aquel mes completó una gran semana, mostrando un tenis sólido y rocoso, dispuesto a plantar cara a David Ferrer. El de Xàbia jugaba en casa, respaldado por su público y estaba en uno de sus mejores momentos de su carrera.
Aquel partido en el Ágora supuso el tercer título del Valencia Open 500 para el español. Tuvo que padecer ante el tenaz ucraniano, que cedió en tres mangas, por 6-1, 3-6 y 6-4. No se dio por vencido el ucraniano, que tras el encuentro dijo haberse sentido a gusto en la ciudad e hizo autocrítica, a pesar de haber puesto en muchos apuros a un rival con mucho mejor ranking que él: «Me voy contento, pero he jugado peor que el resto de la semana. Me siento satisfecho por el torneo que he realizado, pero he cedido mi servicio con bolas nuevas. He perdido mis oportunidades».
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A lo largo de su carrera alzó tres títulos de la ATP de individuales y uno de dobles e ingresó algo más de 7 millones de dólares en premios. En abril hará un año desde que anunció su retirada y ahora se enfrenta al rival más duro de su vida: Rusia, pues ha decidido tomar las armas y viajar hasta Kiev, la ciudad que le vio nacer en 1988.
Así lo ha explicado en las últimas horas en sus redes sociales. Su historia es la de bastantes deportistas de élite, que han dejado la competición por la guerra, o que estaban retirados y que ahora han tomado el camino de las armas. Incluso ya se han conocido víctimas. El caso de Dolgolpolov llama más la atención porque, cuando estalló la guerra acababa de llegar a Turquía. Según retata, ha dejado a su hermana y a su madre a salvo allí para regresar a su país natal.
«Este es mi hogar y lo defenderemos con toda la gente que se quedó», relata, en un testimonio estremecedor, en el que cuenta cómo se ha preparado para ir a la guerra: «Tuve mucha suerte de poder estar practicando con un exsoldado profesional durante 5 o 7 días. No soy un Rambo, pero me siento seguro con las armas. En las prácticas he podido acertar a la cabeza tres de cinco veces desde 25 metros».
Dolgopolov relata que ha llegado hasta Kiev desde Turquía vía Zagreb y Polonia. Ha viajado con chalecos antibalas . «Estoy satisfecho de cómo está unido este pueblo bajo la presión de un dictador loco. La verdad está con nosotros y nuestra tierra. Estaré en Kiev hasta la victoria y después», concluye su relato.
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